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sábado, 1 de mayo de 2010

SIN DIOS EL HOMBRE ESTA MUERTO

Sin Dios el Hombre Está Muerto

Por Julio César Clavijo Sierra

 


Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente (Génesis 2:7).

Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo (Juan 20:22)

Dios es el único ser que tiene vida en sí mismo. Los demás seres vivientes tenemos vida sólo porque a Dios le ha placido darnos esa bendición.

Dios le dijo a Moisés

Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos. (Exodo 3:14)

Dios le dijo a Moisés YO SOY EL QUE SOY, o en otras palabras, yo soy el único que tiene vida en sí mismo. Además el Nombre Jehová representa el nombre divino YHWH que aquí se relaciona con el verbo hayah, ser.

Todos los demás seres vivientes, sean estos ángeles, hombres, animales o plantas tenemos el don de la vida por la misericordia de Dios.

Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz (Salmo 36:9).

Sin embargo, el propósito de Dios no es simplemente que el hombre tenga la bendición de la vida terrena, sino que goce además de la bendición de una vida de comunión con él.

Cuando el hombre se encuentra sumergido en delitos y en pecados, en realidad está muerto a las cosas de Dios y no las puede entender, pues aún cuando tenga la vida material, no puede gozar de las bendiciones de la vida espiritual que Dios ofrece a los que le aman.

Por eso la Escritura dice de los que creemos en él.

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados (Efesios 2:1)


En realidad el pecado es el gran mal que hace que el hombre se separe de Dios y no pueda entender las cosas de Dios.

Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír (Isaías 59:2).

Incluso, las Sagradas Escrituras nos enseñan

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 6:23).

Dios sólo reestablece su relación con el hombre pecador cuando este abre las puertas de su corazón al evangelio de salvación y cuando puede confesar sin ningún temor

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego (Romanos 1:16).


Todos los hombres no confiesan eso, precisamente:

 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios (1. Corintios 1:18)

Dios ha prometido que la llenura del Espíritu Santo estará en todos los que le aman, y hay un inmenso clamor en las Escrituras que retumba poderosamente y que dice:

Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones (Efesios 5:17-19).

Son muchas las personas que dicen que tienen a Dios pero lamentablemente mienten, pues se encuentran en prácticas y en doctrinas completamente alejadas de la Verdad de la Palabra de Dios. ¿Cómo puede un hombre saber si es o no es de Dios? La Biblia nos da la respuesta:

Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado (1. Juan 3:24).

El Espíritu Santo es Dios mismo, y él solo puede habitar en un hombre cuando este le abre su corazón a él. El Señor Jesús, quien es el único Dios que existe, prometió que viviría en los corazones de los creyentes y que estaría con su iglesia todos los días hasta el fin del mundo. Cuando Jesús habló del Espíritu Santo con el que serían llenos todos los que creyeran en él, dijo:

No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros (Juan 14:18).

... y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20).

Jesús mismo y no otro habita en los corazones de los creyentes porque él es el único Dios que existe, y por lo tanto es Espíritu y es Santo, razón por la cual Jesús es el Espíritu Santo. La Biblia es clara cuando confiesa:

Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad (2. Corintios 3:17).

Sí, en el corazón en el cual habita el Señor Jesús hay libertad. Libertad de la esclavitud del pecado, libertad de la muerte en la que se encuentra el hombre cuando es ajeno de la vida de Dios.

Por eso dice la Escritura que si alguno no tiene el Espíritu de Cristo no es de Dios.

Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él (Romanos 8:9).

Hay una verdadera garantía para que el creyente sepa que es de Dios.

En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu (1. Juan 4:13).

Dios ha prometido llenar con su Espíritu Santo a todos los hombres y mujeres que deseen pasar de muerte a vida, que deseen salir de sus pecados para vivir una vida abundante en Dios.

Jesucristo todavía sigue obrando permanentemente, llenando las almas y los corazones de los creyentes por el poder de su Santo Espíritu.

Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios (2. Corintios 5:20).

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