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miércoles, 28 de julio de 2010

EL HOMOSEXUALISMO

Reflexión Bíblica Sobre el Homosexualismo

Por David K. Bernard

Tomado del Libro En Busca de la Santidad, páginas 166 - 187


La Afeminación

Ésta se nombra en 1. Corintios 6:9-10 como un pecado que impedirá que los hombres hereden el reino de Dios. A menudo está asociada con, pero no es idéntica a la homosexualidad. La Biblia enumera tanto a los “afeminados” como a los “que se echan con varones” en la escritura citada anteriormente. En el griego, el anterior es “malakos,” mientras el posterior es “arsenokoites.”

Puesto que la Biblia usa dos palabras distintas en el mismo pasaje, parece que está expresando dos ideas distintas. El Nuevo Testamento Interlineal Griego – Inglés, traduce el primero como “personas voluptuosas” y el segundo como “sodomitas”. El Diccionario de Strong, define “malakos” como mullido, por ejemplo para la ropa, y metafóricamente significa un “catamita”. Un catamita, es un muchacho que está guardado para propósitos de perversión sexual. En otros contextos, esta palabra se traduce delicado, para la vestidura o la ropa delicada (Mateo 11:8, Lucas 7:25). La Biblia hace referencia a los hombres que se portan como mujeres. Esto incluye a los hombres que se visten como mujeres, o que se visten con ropa diseñada para mujeres. Este tipo de comportamiento, que en su forma más descarada se llama el travestismo, está condenado explícitamente en Deuteronomio 22:5. Esa Escritura prohíbe que tanto los varones como las mujeres se vistan con la ropa que pertenece al sexo opuesto. De igual modo, Pablo enseña que los hombres deben tener el pelo corto y que las mujeres deben tener el pelo largo (1. Corintios 11:14-15). En vista de estas Escrituras, está claro que Dios quiere que haya una distinción entre los sexos. Los hombres no deben ser afeminados y las mujeres no deben ser varoniles en sus afectaciones, su comportamiento o su ropa.


La Homosexualidad

También es llamada sodomía, y en referencia a las mujeres se llama lesbianismo. La Biblia explícitamente describe y condena esta práctica en un número de citas. Puesto que este es un tema de tanto interés en el día de hoy, queremos examinar la enseñanza Bíblica con respecto a este tema.

La ley requería la pena de muerte por la homosexualidad (Levítico 20:13). Se llamaba una abominación — una de la cosas que impide que la gente vaya al cielo (Levítico 18:22, Apocalipsis 21:27). Tanto las prostitutas como los sodomitas eran aborrecidos, tanto que el dinero obtenido por sus actividades no podía ser traído a la casa de Dios (Deuteronomio 23:17-18). "El precio de un perro", es la frase usada en la Escritura que prohíbe que el dinero cobrado por un sodomita o un prostituto homosexual, sea ofrecido a Dios.

La enseñanza del Antiguo Testamento contra la homosexualidad, fue adoptada por la iglesia primitiva cuando decidió abstenerse de la fornicación, una palabra que aquí incluye todas las prácticas sexuales ilegales (Hechos 15:19-29).

Uno de los ejemplos más familiares de la homosexualidad, se halla en la historia de Sodoma (Génesis 19:4-11). Cuando dos ángeles en forma de hombres visitaron la casa de Lot, los hombres de Sodoma trataron de atacarles sexualmente. Ellos pidieron que Lot llevara a sus invitados afuera "para que los conozcamos"—un eufemismo bíblico para las relaciones sexuales. Cuando Lot rehusó, ellos amenazaron con tratarle a él peor, de lo que podrían tratar a sus visitantes. Ellos rehusaron llevarse a las dos hijas vírgenes de Lot en vez de los ángeles. Finalmente, los ángeles metieron a Lot en casa, cerraron la puerta y afligieron a los hombres con ceguera. Aún así, los hombres "se fatigaban buscando la puerta". Por supuesto, este fue uno de los pecados principales por los cuales Dios destruyó aquella ciudad. Algunos sostienen que el único pecado de los hombres era su falta de hospitalidad más bien que su homosexualidad. Esta opinión es contradicha por Judas 7, que dice que su pecado era el haber "ido en pos de vicios contra naturaleza," una referencia clara a la homosexualidad. De hecho, Judas dice que Sodoma, Gomorra y las ciudades cercanas, fueron destruidas con fuego para constituirse en un ejemplo para nosotros, por causa de su fornicación y porque habían ido en pos de vicios contra naturaleza. (Véase también 2. Pedro 2:6-22). A la vez, Dios había decidido destruir aquellas ciudades, aun antes de que los ángeles llegaran a Sodoma.

Una historia similar se halla en Jueces 19:22-25. Ciertos hombres de Gabaa de Benjamín, a quienes la Biblia llama "hombres perversos", trataron de atacar públicamente a un huésped varón. Ellos solamente se apaciguaron, cuando él les permitió tomar a su concubina, a quien ellos violaron hasta que murió. Las otras tribus de Israel, exigieron que estos hombres fueran asesinados, pero los Benjamitas los protegieron. Esto resultó en una guerra civil que casi destruyó completamente a la tribu de Benjamín.

Hay otro incidente en el Antiguo Testamento que no describe explícitamente la homosexualidad, pero fuertemente infiere que estaba involucrada. Un día Noé se embriagó con vino y yació desnudo en su tienda en un sueño ebrio (Génesis 9:20-27). La Biblia dice que un hijo suyo, Cam, vio la desnudez de Noé y lo contó a sus hermanos. Los hermanos, Sem y Jafet, andando hacia atrás, entraron en la tienda y cubrieron a su padre. Cuando Noé se despertó, él "supo lo que había hecho su hijo más joven". Él pronunció una maldición sobre Cam, diciendo que la descendencia de Cam sería sierva de Sem y Jafet. Note que Noé supo que algo había sucedido. También, las palabras indican que Cam cometió algún acto específico. Finalmente, la magnitud de la maldición y del castigo, indica que se cometió un crimen serio. Si Cam meramente miró a su padre, no parece que sería un pecado tan serio, especialmente en la sociedad Oriental donde las familias son muy unidas y la privacidad personal no está tan disponible como en la sociedad occidental moderna. Si la homosexualidad no estaba involucrada directamente, entonces por lo menos la posibilidad de que estaba involucrada hizo que aquel hecho de Cam fuera una trasgresión seria.

Hay otras referencias a la homosexualidad en el Antiguo Testamento. Los reyes Asa, Josafat y Josías, sacaron a los sodomitas de la tierra de Judá, de acuerdo con la voluntad de Dios y como una parte de sus programas de reforma (1. Reyes 15:12, 22:46, 2. Reyes 23:7). Uno de los pecados grandes de Judá, era que permitían que se vendieran como prostitutos a los muchachos jóvenes (Joel 3:3). La connotación de estas Escrituras, es que los sodomitas participaban de sus prácticas como parte de la veneración pagana. La mayoría de las religiones paganas de aquel día, usaban tanto la homosexualidad como la prostitución femenina como parte de su veneración ritualista. Algunos han sostenido que esta era la única razón por la que la homosexualidad era condenada en el Antiguo Testamento. Sin embargo, este argumento no puede explicar todas las escrituras del Nuevo Testamento, particularmente un pasaje en la carta a los Romanos.

En el primer capítulo de Romanos, Pablo relata claramente las etapas de la apostasía de la raza humana. Él comienza por mostrar que todos los hombres pueden saber dos cosas: la existencia de Dios y el poder de Dios. Como resultado, los hombres no tienen excusa (Romanos 1:20). Los hombres conocían a Dios pero no le glorificaron como Dios, ni le dieron gracias. Ellos dieron la espalda a Dios y comenzaron a adorar a las imágenes de su creación en vez de adorar al Dios Creador (vs. 21-23). Como resultado, Dios los entregó a la inmundicia, "de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos" (v. 24). Puesto que ellos adoraron a las criaturas en lugar de al Creador, Dios les entregó a "pasiones vergonzosas". Las mujeres cambiaron el uso natural de sus cuerpos por el que es contra naturaleza (v. 26). Asimismo, los hombres dejaron el uso natural de la mujer, y se encendieron en su lascivia unos con otros, "cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres" (v. 27). Ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, entonces Dios los entregó a una mente reprobada" (v. 28). ¿Qué nos enseña este pasaje? Aprendemos que la homosexualidad es la depravación final que resulta cuando el hombre deja a Dios después de haberle conocido. Es la veneración a la criatura, es decir, al cuerpo. Va en contra de la naturaleza. Esto significa que impide el diseño y el propósito de Dios.

Volviendo al propósito detrás del matrimonio, vemos que la homosexualidad no provee para la procreación, no permite que la mujer sea una ayuda para el varón, no permite que el varón y la mujer se complementen el uno al otro en la unión, y casi nunca produce una relación monógama.

El pasaje de Romanos describe muy claramente la homosexualidad y el lesbianismo, y los condena como un producto de la apostasía. Esto no quiere decir que un homosexual es un apóstata. Como un individuo, él no es un pecador mayor que los demás. Más bien, significa que esta época es una época de apostasía, y que esta edad apóstata conduce a una mayor incidencia de la homosexualidad. El tiempo del fin es más conducente a este pecado. Llega a ser más prevalente mientras la sociedad se aleja más y más de Dios, mientras los hogares y los matrimonios se deshacen, mientras las mujeres usurpan el papel del varón, mientras los hombres abdican sus propias responsabilidades, y mientras los espíritus perversos ganan más libertad para operar. Entonces, la homosexualidad no es una señal de un pecado individual extraordinario, pero es un producto y una señal de la edad perversa en que vivimos.

Otras escrituras del Nuevo Testamento, también condenan la homosexualidad como pecado. Ningún homosexual puede heredar el reino de Dios (1. Corintios 6:9). La palabra usada aquí, se traduce en la Versión Reina Valera como "los que se echan con varones", en la Biblia Amplificada como "los que participan en la homosexualidad", y en el Nuevo Testamento Interlineal Griego - Inglés como "sodomitas". Este lenguaje es lo más claro e inequívoco. Las otras Escrituras condenan a "los sodomitas" y a los que son "sin afecto natural" (1. Timoteo 1:10, 2. Timoteo 3:3). La última Escritura, es parte de una lista de las condiciones que existirán en el tiempo del fin. En relación a esto, Jerusalén será conocida como la ciudad de Sodoma y Egipto durante el período de la tribulación (Apocalipsis 11:8). En otras palabras, será la sede de la perversión sexual y del adulterio espiritual.

Finalmente, debemos notar que la palabra "inmundicia", como se usa repetidas veces en el Nuevo Testamento, incluye todos los tipos de inmoralidad, perversión y homosexualidad (2. Corintios 12:21, Gálatas 5:19, Efesios 4:19, 5:3, Colosenses 3:5, 1. Tesalonicenses 4:7, 2. Pedro 2:10). Este significado puede ser comprobado por Romanos 1:24.

Podemos concluir que la homosexualidad es un pecado tal como mentir o robar. No es una enfermedad ni un estilo alternativo de vida. Puesto que ha llegado a ser tan frecuente y visible en estos últimos días, hay una necesidad verdadera de un mejor entendimiento acerca del tema.

Primeramente, debemos comprender algunas de sus causas. Por supuesto, es el resultado de un individuo que ha ejercitado su libre albedrío para escoger el pecado. Viene de la naturaleza pecaminosa del hombre y de la obra de Satanás en una vida rebelde. Sin embargo, además de estas consideraciones netamente espirituales, hay ciertos factores que hacen que un individuo particular sea más dispuesto a la homosexualidad que a otros posibles pecados. Puede haber características de la cultura, de la personalidad o del físico, que hacen que un individuo sea más vulnerable que otros. Por ejemplo, algunos son más dispuestos al alcoholismo que otros. Sin embargo, estas cosas pueden ser vencidas. No hay absolutamente ninguna evidencia de que la homosexualidad misma sea de origen genético. Estudios científicos han indicado que no es hereditaria. No es correcto decir: "Yo nací así" o "Dios me hizo así." Dios no sería justo si Él creara a alguien de una cierta manera y después lo castigara por ser así. Hay sin embargo, muchas causas sicológicas y ambientales que generan una predisposición para la homosexualidad. Debemos ser conscientes de aquellas cosas, a fin de ayudar en la prevención de la homosexualidad y para aconsejar acerca de ella. Nos damos cuenta que estos factores no son excusas para continuar en la homosexualidad, porque factores similares ayudan a producir criminales habituales, alcohólicos, mentirosos habituales, prostitutas, etc., etc.

Cada sociedad estudiada por los antropólogos, incluyendo las culturas primitivas, tiene alguna incidencia de homosexualidad. Por supuesto, se puede decir la misma cosa acerca de cualquier otro pecado. Es curioso ver que el lesbianismo es muy raro en la práctica homosexual y fue prácticamente inexistente en la gran mayoría de las sociedades que fueron estudiadas. Otra cosa importante es que la afeminación y la homosexualidad no son necesariamente la misma cosa. Muchos homosexuales, no demuestran características femeninas, al igual que los demás hombres. También, muchos homosexuales son bisexuales, y la mayoría han tenido alguna experiencia heterosexual.

Los sicólogos han identificado un número de cosas que ayudan a formar el comportamiento homosexual.

Básicamente, es probable que un niño llegue a ser un homosexual, si él (o ella) imita al padre o a la madre del sexo opuesto. Esto ocurre comúnmente cuando hay una incapacidad de identificarse con el padre o la madre del mismo sexo. Por ejemplo, si el padre está físicamente ausente del hogar, es excesivamente abusivo, es ineficaz y débil, o es temido y odiado, hay una gran posibilidad de que su hijo varón se identifique con la madre. Esto puede suceder también cuando la madre es muy afectuosa pero predominante o tiranizante. Esto puede tener uno de varios efectos subconscientes sobre el muchacho. Quizás él aprenderá a identificarse a sí mismo con el papel femenino. Puede aprender a temer el contacto con otras mujeres. Puede resentir la dominación de su madre o puede sentirse inadecuado en comparación con ella, transfiriendo estos sentimientos a las mujeres en general. Puede ver a todas las mujeres como figuras virtuosas intocables como su madre. O puede llegar a ser tan leal a su madre, que no puede tener una relación normal con otra mujer. Cualquiera de estas reacciones, pueden conducir a la homosexualidad.

Otra influencia clave, es la primera experiencia y la conciencia de la sexualidad. Un encuentro temprano con un homosexual, tiende a formar más tarde dicho comportamiento, especialmente si la experiencia se percibe como agradable. Una aventura amorosa temprana que termina desastrosamente, o una en la que un niño ilegítimo o un aborto anda metido, puede causar unos sentimientos de rechazo, de culpabilidad y de temor, que pueden empujar al individuo lejos del sexo opuesto. Los sentimientos de insuficiencia física pueden hacer la misma cosa.

Finalmente, la enajenación juvenil es muy poderosa. La falta de amigos aceptables del mismo sexo, y una falta de participación en las actividades típicas del mismo sexo, pueden crear una necesidad para el compañerismo y la aceptación que será encontrada luego en la homosexualidad. El abandono y la ridiculización por los compañeros, pueden empujar al adolescente a tener contacto y relaciones con homosexuales, quienes pueden influirle fácilmente.

Una comprensión de estas causas contribuyentes, puede ayudar a un pastor a impedir, corregir, o por lo menos contrarrestar las situaciones malsanas. También puede ayudarle en dar consejos a un homosexual, si es que el individuo es capaz de ver algunas de las causas de su comportamiento. Si él puede convencerse que no nació así, pero que fue influido para llegar a ser así, entonces puede ver como cambiar su comportamiento y sus hábitos con la ayuda de Dios. Esto puede ayudar también a los padres, para instruir y a criar a sus hijos en el ambiente apropiado.

En particular, vemos cuan necesario es que un padre desarrolle una relación personal cariñosa con su hijo, que la esposa no debe usurpar la autoridad en el hogar, y que el hijo debe tener el compañerismo masculino apropiado con sus congéneres. El hijo no debe ser mimado y protegido demasiado, especialmente por su madre. Debemos darnos cuenta también que en nuestro día, no podemos confiar en nuestra sociedad y en el sistema escolar para proveer el aporte apropiado en el área de la sexualidad. Los padres y la iglesia deben dar la instrucción necesaria acerca de la distinción entre los sexos, los papeles diferentes de los sexos y la relación apropiada entre los sexos. Nuestros niños y jóvenes deben ser enseñados acerca de cuáles son las situaciones que deben evitar y como evitarlas. Ellos deben ser protegidos de las situaciones y de la gente que los pueden influir en la dirección equivocada durante las etapas críticas de sus vidas.

Enfatizamos en que ninguno de estos factores ambientales, es una justificación para la homosexualidad. Por cierta razón, cada pecado habitual puede ser fomentado o causado parcialmente por presiones ambientales y experiencias negativas. No obstante, el individuo todavía tiene la capacidad de determinar qué es bueno y qué es malo, y todavía tiene el libre albedrío para escoger para sí mismo. No debemos ignorar o minimizar las fuerzas espirituales que están involucradas. Muchos han vencido bajo circunstancias similares, aun los que estaban en la misma familia y el mismo ambiente que podrían producir a un homosexual. Además, si aquella persona se somete a Dios, Él le dará poder para vencer por medio del Espíritu Santo.

La homosexualidad es una fuerza muy poderosa. Una razón, es que es el resultado de experiencias tempranas en la vida que son difíciles de borrar. También, la homosexualidad comúnmente se ha desarrollado durante un largo período de tiempo en la vida de un individuo y ha llegado a ser un hábito arraigado.

En muchos de los casos, si no en la mayoría, hay un espíritu maligno involucrado. La persona puede sinceramente querer cambiar, pero es incapaz de hacerlo. Muchas cosas indican que frecuentemente la homosexualidad, está estrechamente relacionada con un espíritu perverso. Primeramente, es muy difícil de vencer. En segundo lugar, su prevalencia en el tiempo del fin y en la veneración pagana, indican que está vinculada con la actividad aumentada y libre de ciertos espíritus. En tercer lugar, hay casos donde los cristianos heterosexuales, han llegado a ser homosexuales solamente después de volver al mundo. Originalmente no tenían ninguna tendencia en esa dirección, pero por haber vuelto al mundo ellos se dejaron a sí mismos muy abiertos a todos los espíritus del infierno. También es un hecho muy conocido, que la mayoría de los homosexuales pueden identificar inmediatamente a otro homosexual, aun cuando no hay una comunicación consciente y visible. Es posible desarrollar un discernimiento de homosexuales. Por lo tanto, podemos ver que la homosexualidad es una fuerza potente que debe ser tratada tanto espiritual, así como también naturalmente. En la mayoría de los casos, el rescate completo es un proceso largo y difícil.

Como con todos los pecados habituales, algunos consiguen la victoria completa y nunca más tienen problemas, mientras que otros siempre deben tener cuidado de nunca exponerse a sí mismos a la tentación innecesaria. Se gana la victoria por medio de la oración y por ser lleno completamente del Espíritu Santo. El rescate completo puede y debe obtenerse. Debe haber paciencia, determinación para vencer, y un amor total para Dios. Salmos 37:4 es literalmente aplicable: "Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón."

El primer paso es el de ser liberado de los deseos homosexuales. La homosexualidad se define desde el punto de vista de la práctica; entonces si uno no participa en los hechos homosexuales ni se entretiene en los pensamientos lascivos de esa dirección, por ende no se es un homosexual.

El próximo paso es que Dios proporcione los deseos heterosexuales normales que Él quiere que todos tengan. El homosexual no debe aceptar la homosexualidad como una parte básica de su personalidad, pero debe pensar de ella como un hábito que él ha aprendido y escogido (conscientemente o inconscientemente) que puede ser erradicado. Él es un homosexual solamente porque escoge cometer los hechos homosexuales. Cuando deja estos hechos, él ya no es un homosexual.

Los homosexuales son gente igual que las demás personas. Ellos deben ser tratados normalmente, con amistad y respeto. Ellos no deben ser mirados con ridiculez o desacato, sino que deben ser objetos del interés y el amor cristiano. Ellos no deben ser condenados personalmente, más que ningún otro pecador. Un homosexual puede ser muy sincero, hambriento de Dios y altamente moral en muchas áreas. Frecuentemente es sumamente solitario y desesperado. Comúnmente pasa por unos períodos angustiados de depresión, desaliento y odio hacia sí mismo, hasta que su conciencia llega a ser cicatrizada. Nuestra tarea es la de evangelizarlos y hacerles saber de la experiencia del Espíritu Santo. Solo mediante aquella experiencia, ellos reciben el poder para cambiar. Entonces los miembros de la iglesia no deben condenarlos ni tratar de cambiarlos por sus propios medios. Ellos no deben ser excluidos de los cultos de la iglesia, a menos que sean un peligro verdadero para la juventud. Este caso probablemente se dará solamente con miembros regulares de la iglesia de quienes se descubre que son homosexuales y aún así rehúsan a arrepentirse. El peligro vendrá de adentro, más que de afuera.

Hoy la homosexualidad es un peligro verdadero en la iglesia. Muchas denominaciones grandes tienen homosexuales aun ordenados como pastores. Puede ser que algún día las cortes puedan sostener los derechos de los homosexuales de ser miembros y ministros de las iglesias, sin considerar la política de la iglesia. Los pastores deben estar prevenidos en sus iglesias. Deben enseñar y predicar contra la homosexualidad. Debe haber reuniones de hombres y reuniones de mujeres, especialmente para la juventud, donde se explique claramente este tema. El pastor debe reunirse con los hombres jóvenes y debe discutir las citas sociales, el acariciar, la fornicación, la homosexualidad y otros puntos similares. La juventud debe tener la oportunidad de hacer preguntas francas. Asimismo, sería bueno si la esposa del pastor se reuniera con las mujeres jóvenes. Se debe enseñar contra las acciones afeminadas y contra los estilos afeminados del vestido en los hombres, y no se deben permitir aquellas prácticas entre los que son usados en cualquier oficio de la iglesia. Se debe enseñar acerca de las actitudes apropiadas hacia el así llamado movimiento de liberación femenina (véase el Capítulo 2).

Los espíritus predominantes del mundo siempre atacan a la iglesia, y tarde o temprano hacen sentir su presencia en la iglesia. La homosexualidad y la afeminación están llegando rápidamente a ser problemas importantes en nuestras iglesias, aun más que la fornicación. Tenemos que enfrentar el desafío del tiempo del fin en esta área.

A la vez, debemos protegernos en contra del espíritu de sospecha. Simplemente porque un hombre tiene unas características o unos amaneramientos que parecen femeninos para algunos, no significa que él sea un homosexual. Puede ser que es simplemente una persona más sensible o talentosa que otros. De hecho, muchos homosexuales sienten orgullo en su masculinidad extrema. Muchos de ellos son indistinguibles de los hombres normales. No podemos estereotiparles. Un hombre masculino puede ser un homosexual tan fácilmente como un hombre de un tipo más femenino. Como resultado, no debemos ni presumir ni insinuar que alguien es un homosexual.

Podemos proteger nuestros niños de las experiencias e influencias malsanas. Aparte de esto, es la responsabilidad del pastor la de proteger al rebaño y la de advertir en contra del pecado.

En conclusión, queremos enfatizar que la homosexualidad puede ser vencida. Cada persona tiene un deseo latente por el sexo opuesto, si solamente las capas del hábito y de la experiencia pueden ser quitadas. Todos los pecados pueden ser vencidos. El Espíritu Santo dará el poder. El pastor y los amigos deben ser pacientes y la persona debe orar continuamente. Más importante, la persona debe tener una determinación sincera para cambiar su vida y un deseo de vivir para Dios. Hay muchos casos de vencedores. Como Pablo dijo a los Corintios, después de enumerar a los fornicarios, a los adúlteros, a los afeminados y a los homosexuales: "Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1 Corintios 6:9-11). Todo pecado puede ser vencido por medio del bautismo en el nombre de Jesús y el poder del Espíritu Santo.

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