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viernes, 8 de octubre de 2010

EL PECADO DE LA TRIBU DE DAN

El Pecado de la Tribu de Dan

Por Edwin López



“En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 17:6).


Introducción: En mi tiempo de estudio personal, me interesé en escudriñar un poco sobre la tribu de Dan. Los resultados sobre este estudio, para mi fueron de gran bendición, ya que pude profundizar y aprender mucho sobre el pecado que esta tribu cometió. Muchos de los interrogantes que tenía sobre esta tribu fueron aclaradas y el mensaje que aprendemos aquí, lo podemos aplicar a la vida cristiana de nuestros tiempos.


El nombre de Dan es nombrado por primera vez en la Biblia en el libro de Génesis, cuando se narra su nacimiento como hijo de Jacob y Bilha, sierva de Raquel (la esposa de Jacob). “Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella. Así le dio a Bilha su sierva por mujer; y Jacob se llegó a ella. Y concibió Bilha, y dio a luz un hijo a Jacob. Dijo entonces Raquel: Me juzgó Dios, y también oyó mi voz, y me dio un hijo. Por tanto llamó su nombre Dan” (Génesis 30:3-6).

Luego en Génesis se nos menciona su hermano de Neftalí, también hijo de Jacob con Bilha: “Los hijos de Bilha, sierva de Raquel: Dan y Neftalí” (Génesis 35:25).

En el libro de Números, se hizo un censo para organizar a Israel como una nación y un ejército. Cuando se contó a cada uno de los descendientes varones de la tribu de Dan mayores de 21 años, el total fue de 62,700. “De los hijos de Dan, por su descendencia, por sus familias, según las casas de sus padres, conforme a la cuenta de los nombres, de veinte años arriba, todos los que podían salir a la guerra; los contados de la tribu de Dan fueron sesenta y dos mil setecientos” (Números 1:38-39).

Cuando la tierra prometida fue repartida a cada una de las tribus por Josué, a la tribu de Dan se le asignó una porción de tierra que se extendía al sudeste de la costa cercana a Jope; esta tierra lindaba con los filisteos. “La séptima suerte correspondió a la tribu de los hijos de Dan conforme a sus familias. Y fue el territorio de su heredad, Zora, Estaol, Ir-semes, Saalabín, Ajalón, Jetla, Elón, Timnat, Ecrón, Elteque, Gibetón, Baalat, Jehúd, Bene-berac, Gat-rimón, Mejarcón y Racón, con el territorio que está delante de Jope. Y les faltó territorio a los hijos de Dan; y subieron los hijos de Dan y combatieron a Lesem, y tomándola la hirieron a filo de espada, y tomaron posesión de ella y habitaron en ella; y llamaron a Lesem, Dan, del nombre de Dan su padre. Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Dan conforme a sus familias; estas ciudades con sus aldeas” (Josué 19:40-48).

La tribu de Dan era inferior solo a la tribu de Judá en cuanto a su número, antes de entrar a Canaán (Números 1:39; 26:43). A Dan se le asignó una porción de tierra que se extendía al sudeste de la costa del mar cercana a Joppe. Lindaba con la tierra de los filisteos, con quienes la tribu de Dan tuvo mucho que hacer (Jueces 13-16). Su territorio era fértil, pero pequeño, y los nativos de ese territorio eran poderosos. Por tal motivo una parte de la tribu de Dan tuvo muchos problemas de poseer toda esa tierra y buscó y conquistó otra residencia (Josué 19 y Jueces 18).

El nombre de la tribu de Dan no aparece en las crónicas (1. Crónicas 2-12), tampoco aparece entre los que fueron sellados por el ángel en la visión de Juan (Apocalipsis 7:5-7), y la razón puede hallarse quizás en su mudada parcial a Laish del territorio que se les asignó por Dios, y en la idolatría en que cayeron allí. Laish en una época pertenecía a Sidón, y recibió el nombre de Dan por una porción de esa tribu que la conquistó y reedificó (Jueces 18). Esta ciudad a donde fue a vivir parte de la tribu de Dan, era una ciudad idólatra (Jueces 18:30-31) y fue en esta ciudad donde se situó uno de los becerros de oro de Jeroboam (1 Reyes 12:28).

En el libro de Jueces capítulo 18, se nos narra como parte de los descendientes de Dan decidieron apoderarse de la ciudad de Lesem (en este capítulo llamada Lais). “En aquellos días no había rey en Israel. Y en aquellos días la tribu de Dan buscaba posesión para sí donde habitar, porque hasta entonces no había tenido posesión entre las tribus de Israel. Y los hijos de Dan enviaron de su tribu cinco hombres de entre ellos, hombres valientes, de Zora y Estaol, para que reconociesen y explorasen bien la tierra; y les dijeron: Id y reconoced la tierra” (Jueces 18:1-2).

“No había tenido posesión”... Es decir, no habían llegado a tener una extensión de territorio suficiente para ellos. Algunas familias todavía no tenían su heredad o no les era suficiente la que poseían, porque en Josué 19:47 leemos; “Y les faltó territorio a los hijos de Dan; y subieron los hijos de Dan y combatieron a Lesem”.

Es aquí en el libro de Jueces capítulo 18, donde se nos describe con más detalles como fue que los descendientes de Dan se apoderaron y conquistaron la ciudad de Lesem (Lais).

Fueron cinco hombres quienes reconocieron la tierra de Lais: “Entonces aquellos cinco hombres salieron, y vinieron a Lais; y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba seguro, ocioso y confiado, conforme a la costumbre de los de Sidón, sin que nadie en aquella región les perturbase en cosa alguna, ni había quien poseyese el reino. Y estaban lejos de los sidonios, y no tenían negocios con nadie. Volviendo, pues, ellos a sus hermanos en Zora y Estaol, sus hermanos les dijeron: ¿Qué hay? Y ellos respondieron: Levantaos, subamos contra ellos; porque nosotros hemos explorado la región, y hemos visto que es muy buena; ¿y vosotros no haréis nada? No seáis perezosos en poneros en marcha para ir a tomar posesión de la tierra. Cuando vayáis, llegaréis a un pueblo confiado y a una tierra muy espaciosa, pues Dios la ha entregado en vuestras manos; lugar donde no hay falta de cosa alguna que haya en la tierra. Entonces salieron de allí, de Zora y de Estaol, seiscientos hombres de la familia de Dan, armados de armas de guerra” (Jueces 18:7-11). Una vez conquistada la ciudad Lais fue llamada Dan.

Otro relato curioso sobre los descendientes de Dan lo vemos en este capítulo (18) de Jueces. Sucedió cuando los seiscientos hombres de la familia de Dan, se le acercaron al levita que Micaía había contratado para que fuera el sacerdote de su familia. El problema estaba en que Micaía estaba completamente fuera de la voluntad de Dios cuando contrató al levita como sacerdote. Micaía no se sometió a la autoridad de la revelación inspirada y escrita de Dios por medio de Moisés, se engaño a sí mismo e hizo lo que bien le parecía (17:6), mientras al mismo tiempo quebrantaba los claros mandamientos de las Escrituras. Su pecado incluía hurto (17:2), adoración de ídolos (17:3-5), desobediencia de los mandamientos de Dios (17: 6), y designación de su propio hijo como sacerdote (17:5-13).

Los seiscientos hombres de la familia de Dan le agradó la idea de que el levita de Micaía fuera su sacerdote en la nueva ciudad de Dan. “Y los seiscientos hombres, que eran de los hijos de Dan, estaban armados de sus armas de guerra a la entrada de la puerta. Y subiendo los cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra, entraron allá y tomaron la imagen de talla, el efod, los terafines y la imagen de fundición, mientras estaba el sacerdote a la entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados de armas de guerra. Entrando, pues, aquéllos en la casa de Micaía, tomaron la imagen de talla, el efod, los terafines y la imagen de fundición. Y el sacerdote les dijo: ¿Qué hacéis vosotros? Y ellos le respondieron: Calla, pon la mano sobre tu boca, y vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es mejor que seas tú sacerdote en casa de un solo hombre, que de una tribu y familia de Israel? Y se alegró el corazón del sacerdote, el cual tomó el efod y los terafines y la imagen, y se fue en medio del pueblo” (Jueces 18:16-20).

Esta acción fue un mal comienzo para la tribu de Dan en la ciudad recién conquistada; “Y ellos, llevando las cosas que había hecho Micaía, juntamente con el sacerdote que tenía, llegaron a Lais” (18:27). “Y llamaron el nombre de aquella ciudad Dan, conforme al nombre de Dan su padre, hijo de Israel, bien que antes se llamaba la ciudad Lais. Y los hijos de Dan levantaron para sí la imagen de talla; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan, hasta el día del cautiverio de la tierra. Así tuvieron levantada entre ellos la imagen de talla que Micaía había hecho, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo” (18:29-31). La idolatría fue el terrible pecado practicado por la tribu de Dan llevándolos completamente fuera de la voluntad de Dios.

Otra de las cosas que sabemos sobre los descendientes de Dan, es que el pueblo de los filisteos se convirtió en el enemigo principal de la tribu de Dan y del pueblo hebreo en general hasta la época de David. Debido a su destreza para hacer armas de hierro, los filisteos tenían ventaja militar sobre Israel. “Y en toda la tierra de Israel no se hallaba herrero; porque los filisteos habían dicho: Para que los hebreos no hagan espada o lanza. Por lo cual todos los de Israel tenían que descender a los filisteos para afilar cada uno la reja de su arado, su azadón, su hacha o su hoz. Y el precio era un pim por las rejas de arado y por los azadones, y la tercera parte de un siclo por afilar las hachas y por componer las aguijadas. Así aconteció que en el día de la batalla no se halló espada ni lanza en mano de ninguno del pueblo que estaba con Saúl y con Jonatán, excepto Saúl y Jonatán su hijo, que las tenían” (1. Samuel 13:19-22).

La famosa historia de Sansón fue parte de la historia de la tribu de Dan. De la tribu de Dan nació Sansón, quien se convirtió en un juez (jefe militar) contra los filisteos. Fue precisamente en una época donde los descendientes de Dan estaban pasando por una decadencia moral, social y espiritual. Sansón fue juez durante veinte años, pero nunca tuvo éxito en liberar al pueblo de la opresión de los filisteos. Su hoja de servicios constaba sólo de esporádicas hazañas contra aquella nación pagana. ¿Qué podría haber realizado Dios por medio de Sansón si él hubiera sido fiel a su llamamiento y se hubiera dedicado genuinamente al propósito de Dios para su vida como el libertador escogido de Israel? (Jueces caps. 13-16).


¿Por qué la tribu de Dan no es mencionada en Apocalipsis 7:5-8?

Apocalipsis 7:5-8: “De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados. De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados. De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados. De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados”.

En primer lugar, observamos al leer estos versículos que aquí se menciona a la tribu de Leví. Aunque esta tribu no tenía herencia (no se le repartió tierra como a las otras tribus); pero ahora pertenecían al sacerdocio espiritual. Es por eso que en estos versículos de Apocalipsis son mencionados.

En segundo lugar, observamos también que aquí se omite a las tribus de Dan y Efraín, que tenían herencia.

En tercer lugar, observamos que se agrega la tribu de José en lugar de las tribus de Dan y Efraín. No había una tribu nombrada José, sino que habían dos tribus con los nombres de sus hijos Manasés y Efraín. Las tribus de Efraín y de Dan, fueron las principales promotoras de la idolatría, por lo tanto aquí en Apocalipsis se las deja por fuera de esta enumeración. Fue en Efraín y en Dan donde Jeroboam edificó dos becerros de oro para que el pueblo ofreciera sacrificios sin tener que ir a Jerusalén. “... hizo el rey dos becerros de oro... uno lo puso en Betel (Efraín) y otro en Dan... y el pueblo iba a adorar “ (1Reyes 12:25-33).

Solo puedo decir, que veo claramente una enseñanza espiritual en este pequeño detalle de no aparecer la tribu de Dan entre los escogidos sellados de Apocalipsis. Me viene a mi mente Apocalipsis 3:5 que dice: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida”. La tribu de Dan falló en conquistar el territorio designado por Dios para ellos. Prefirieron moverse a otra ciudad para finalmente caer en la práctica del pecado de la idolatría. Es claro que el lápiz de Dios, con el cual escribe en el libro de la vida, tiene borrador. Cualquier persona que después de haberle conocido a Él y no persevere en su Palabra, su nombre será borrado del libro de la vida.


ALGO PARA RECORDAR: Las personas que hacen lo que bien les parece, inevitablemente hacen lo que es malo ante de los ojos de Dios. “En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 17:6). Esa actitud anárquica es tan frecuente en la actualidad como lo fue en la época de Micaía y la tribu de Dan. Las personas quieren hacer su propia voluntad y toman a mal que se les diga lo que pueden o no pueden hacer, aunque sea dicho por Dios mismo y su Palabra. Los que pasan por alto las normas absolutas de Dios y prefieren los subjetivos deseos humanos, terminarán en el caos espiritual, moral y social. Cuando se rechaza el camino de Dios, el resultado siempre será desorden, desesperanza y muerte. Tanto los individuos como la sociedad llegan a la destrucción. Los verdaderos creyentes, por otra parte, se someterán gustosamente a las normas y a los valores de Dios como están revelados en su Palabra escrita.


Notas:

Algunas referencias fueron tomadas de El Diccionario Bíblico de la Santa Biblia, La Biblia de Estudio Pentecostal, y El Comentario Bíblico de Adam Clarke.

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