LAS DROGAS
Enseñanza Bíblica Sobre el Alcohol y los Narcóticos
Por David K. Bernard.
Tomado del libro En Busca de la Santidad, páginas 148-158
Las Bebidas Alcohólicas
La Biblia está llena de advertencias contra las bebidas alcohólicas, particularmente contra el vino. Proverbios tiene varias condenaciones del vino y de otras bebidas fuertes. “El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, Y cualquiera que por ellos yerra no es sabio” (Proverbios 20:1). “No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en la copa” (Proverbios 23:31). Este último versículo es una advertencia clara en contra del beber vino después de que éste se ha fermentado y ha llegado a ser un embriagante. Las consecuencias perversas del vino se enumeran como la aflicción, el duelo, la contienda, las quejas, las heridas, los ojos inyectados de sangre, el pecado sexual, las palabras indecentes, la pérdida del equilibrio y la coordinación, la insensibilidad y la adicción (Proverbios 23:29-35). Los amantes del vino no serán ricos (Proverbios 21:17).
A través del Antiguo Testamento, todos aquellos que eran separados para Dios, no podían beber ni el vino ni la bebida fuerte. Los Nazareos no podían beber el vino (Números 6:3, Jueces 13:7). Juan el Bautista no lo bebía (Lucas 1:15). No era para los reyes y los príncipes por temor de que les condujera a olvidarse de la ley de Dios y pervertir la justicia (Proverbios 31:4-5). Los sacerdotes no podían beberlo cuando ministraban delante de Dios en el tabernáculo o en el templo (Levítico 10:9, Ezequiel 44:21). Todos los cristianos hoy están separados para Dios. Somos reyes y sacerdotes, un sacerdocio real y sacrificios vivos (Apocalipsis 1:6, I Pedro 2:9, Romanos 12:1). Entonces ¿deberíamos tomar las bebidas fuertes?
La primera vez que la Biblia registra que la gente bebió vino, nos muestra que esto trajo como resultado el pecado. Noé se embriagó y trajo deshonra sobre su propio cuerpo, causando vergüenza a otros y generando una oportunidad para que otros pudieran pecar (Génesis 9:20-25). Lot se embriagó y cometió el incesto con sus propias hijas (Génesis 19:32-38). Muchas otras escrituras del Antiguo Testamento condenan las bebidas alcohólicas. Isaías pronunció una aflicción sobre la embriaguez (Isaías 5:11). Él también dijo que la bebida fuerte causaba que la gente, los sacerdotes y los profetas erraran, se extraviaran y perdieran su visión espiritual (Isaías 28:7). El vino quita el juicio del hombre, así como lo hace la fornicación (Oseas 4:11). Habacuc pronunció una aflicción sobre cualquiera que diera a beber a su prójimo (Habacuc 2:15).
En el Nuevo Testamento, la embriaguez se clasifica como un pecado que hará que la gente no pueda heredar el reino de Dios (1. Corintios 6:10, Gálatas 5:19-21). Jesús, Pablo y Pedro, advirtieron contra la embriaguez (Lucas 21:34, Romanos 13:13, Efesios 5:18, 1. Pedro 4:3).
Se manda específicamente que los obispos, los diáconos y las mujeres ancianas no sean dados al vino (1. Timoteo 3:3, 8; Tito 1:7, 2:3). Después de revisar todas estas escrituras, parece claro que los cristianos no deben tomar bebidas alcohólicas. Sin embargo, mucha gente usa las diversas referencias bíblicas que parecen aprobar el beber el vino para justificar el beber. Para poder comprender estos ejemplos, es útil estudiar las palabras hebreas y griegas para el vino. El siguiente estudio, está basado en el Diccionario Hebreo y Caldeo de Strong y el Diccionario Griego del Nuevo Testamento.
Hay dos palabras hebreas importantes, que se traducen “vino” en el Antiguo Testamento. Otras nueve palabras hebreas se usan muy pocas veces para diversos tipos de vino y bebidas alcohólicas. “Yayin”, es la palabra más común que se usa, y puede significar cualquier tipo de vino. Esta palabra comúnmente se refiere al vino fermentado. Algunas escrituras que usan “yayin”, para significar definitivamente el vino fermentado son: Génesis 9:21, 19:32, 2. Samuel 13:28, Ester 1:10, Proverbios 20:1, 23:31 y 31:4. “Yayin” se usa también para significar el jugo de uva no fermentado y recién hecho (Isaías 16:10, Jeremías 48:33).
La otra palabra hebrea que se usa con frecuencia para el vino, es “tiyrosh”. Casi siempre se refiere al vino no fermentado y recién hecho. Esta es la única palabra que se usa para el vino del cual se daba el diezmo, porque Dios quería los diezmos primeramente, antes de que la fermentación tuviera lugar (Deuteronomio 12:17, 14:23, Nehemías 13:5). “tiyrosh”, es la palabra usada para prosperidad en la frase “trigo y vino” (Génesis 27:28, 37, Deuteronomio 7:13, etc.). Se traduce “mosto” en muchas citas (Proverbios 3:10, Joel 1:10, Miqueas 6:15 etc.). Esta palabra se usa también en Isaías 65:8 que dice, “Como si alguno hallase mosto en un racimo.” De esta escritura vemos que la palabra “tiyrosh,” traducida “mosto,” se refiere al jugo no fermentado de la uva, aun al jugo que todavía está en la uva.
La palabra griega “oinos”, es la palabra original para vino en el Nuevo Testamento. Comúnmente se refiere al vino fermentado, pero como sus equivalentes hebreas, puede referirse también al vino no fermentado. Por lo menos, tres escrituras del Nuevo Testamento definitivamente la usan de esta manera (Mateo 9:17, Marcos 2:22, Lucas 5:37). Estas escrituras dicen que el vino nuevo no fermentado, no se pone en odres viejos, ya que cuando el vino se fermente los revienta. La palabra griega “gleukos” se usa una sola vez, y se traduce “mosto” (Hechos 2:13). Esta palabra significa vino recién hecho (jugo de uva) o también vino dulce.
Como resultado de nuestro estudio, vemos que la palabra “vino”, en ambos testamentos puede referirse al jugo de uva fermentado o no fermentado. También sabemos por la historia, que en los días del Nuevo Testamento, la gente comúnmente diluía el vino antes de servirlo en los hogares, y que los métodos de conservar el jugo de uva en una condición no fermentada eran bien conocidos. A la luz de estos hechos y en vista de las advertencias bíblicas contra el vino, no podemos interpretar ninguna referencia bíblica al vino, diciendo que estas aprueban el tomar las bebidas alcohólicas fuertes.
No estamos tratando de probar que la gente en el Antiguo Testamento no bebía. Ellos sí bebían. Sin embargo, podemos ver muchas cosas malas que resultaban. También, ellos vivían bajo la ley y no tenían la fuerza de vencer. La ley solo mostraba a la gente cuán pecaminosa era realmente. Si la ley hubiera sido perfecta, no habría habido ninguna necesidad de la dispensación de la gracia. Hoy, Dios nos da la gracia y el poder para vencer. Podemos y debemos vivir en conformidad con las normas de perfección de Dios.
Como una excusa para beber, algunos se basan en el hecho de que Jesús convirtió el agua en vino (Juan 2:1-11). Fíjese que no hay prueba de que el vino que Jesús hizo fuera alcohólico. El versículo diez no dice que los invitados se embriagaron, pero solamente dice que ellos habían bebido libremente del otro vino provisto por el anfitrión. El Dios que condenó la embriaguez en el Antiguo Testamento, no haría un fuerte vino alcohólico para que la gente se embriagara en el Nuevo Testamento. La embriaguez es un pecado, y Dios no tienta a ningún hombre a pecar (Gálatas 5:21, Santiago 1:13).
El consejo de Pablo a Timoteo también confunde a algunos. “Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades” (I Timoteo 5:23). Pablo recomendó a Timoteo que tomara del jugo de la vid en vez del agua, a fin de fortalecer su cuerpo y para apaciguar su estómago débil. Es muy posible que Pablo estuviese aconsejando a Timoteo que no tomara del agua local que era insalubre, o que él estuviera recomendando una cantidad pequeña de vino para propósitos puramente medicinales. Ciertamente él no le estaba diciendo a Timoteo que consumiera bebidas alcohólicas fuertes, lo que solamente agravaría su condición debilitada.
Es significante notar que la Biblia no dice que en la última cena de Jesús con sus discípulos se haya servido vino, sino que se sirvió “el fruto de la vid” (Mateo 26:29, Marcos 14:25, Lucas 22:18). Indudablemente, estas palabras fueron inspiradas deliberadamente por el Espíritu. Como resultado, es imposible probar por la Biblia que se sirvió vino fermentado en lugar del jugo de uva no fermentado. De hecho, las mismas razones para usar el pan ázimo, pueden ser válidas para usar el vino no fermentado. La levadura del pan es un proceso de fermentación, al igual que la fermentación alcohólica. Ambos son procesos de deterioro o de cambio químico orgánico que son efectuados por la levadura (un tipo de hongo). Es cierto que algunos en Corinto se embriagaron en la iglesia, pero esto sucedió en una fiesta de confraternidad antes de la Cena del Señor (1. Corintios 11:20-22). Se trató de una comida social donde cada persona trajo su alimento propio (v.21), y algunos evidentemente trajeron vino fermentado. De todas formas, esta Escritura no aprueba el uso de bebidas alcohólicas, sino que en realidad las condena. El intento de esta discusión, no es el de prescribir una cierta forma para el servicio de la Cena del Señor, pero es meramente para mostrar que nadie puede basar sus creencias en la última cena para justificar el tomar el alcohol.
Queremos enfatizar una vez más que la palabra “vino”, se usa a través de la Biblia para bebidas fermentadas y no fermentadas, y no se puede determinar cuál es el significado correcto en muchos pasajes particulares. No importa cómo se interpretan algunas de estas escrituras, dos cosas son evidentes. Primeramente, sabemos que la embriaguez es una obra de la carne, que impedirá que la gente herede el reino de Dios. En segundo lugar, en la Biblia y en nuestros días, podemos ver las muchas maldades significantes del alcohol. Podemos ver que el alcohol causa pobreza, enfermedad, pérdida del tiempo, pérdida del dinero, aflicción, violencia, malos pensamientos, familias dividas, pecados sexuales, daños físicos, daños mentales y muertes.
Como una prueba, examine el informe acerca del alcohol realizado en el año 1978, por el Departamento de Salud, Educación y Bienestar, que fue preparado para el Congreso de los Estados Unidos. (Véase The Daily Texan, 18 de Octubre de 1978, Austin, Texas). Según este informe, siete por ciento de los Estadounidenses, o diez millones de personas, son bebedores problemáticos. El alcohol es un factor importante en 200,000 muertes al año en los Estados Unidos, incluyendo la mitad de todas las fatalidades de tránsito, la mitad de todos los homicidios y una tercera parte de todos los suicidios. Ha sido identificado como una de las causas de un buen número de enfermedades, que incluyen la cirrosis del hígado, el daño cerebral, y más recientemente, del cáncer de boca, faringe, laringe, esófago, hígado y pulmón. Es la tercera causa principal de defectos de nacimiento que involucran el retardo mental. Más o menos $43 mil millones se pierden cada año en los Estados Unidos debido al alcohol, incluyendo la producción perdida y los costos médicos. No hay manera de medir el pecado al que induce el alcohol, pero podemos verlo todos los días. Ciertamente, estas maldades son suficientemente grandes para probar que las advertencias de Proverbios 23:29-35 y 21:17 son absolutamente ciertas.
Los argumentos bíblicos y sociales para la abstención de las bebidas alcohólicas son contundentes. A pesar de esto, muchos preguntan, “¿No podemos beber un poco no más?” Cada persona debe desarrollar su propia convicción, pero hablando por nosotros mismos, no bebemos por las siguientes razones.
En primer lugar, es prácticamente imposible que alguien beba una cantidad tan poca que no sea afectado mentalmente o que nunca se embriague. Inevitablemente, el comportamiento y las acciones de una persona serán afectados en cierto grado. Entonces, la persona ya no ejerce el control completo de sí mismo y frecuentemente hace cosas que no debería hacer. Ya no es capaz de protegerse a sí mismo totalmente contra la tentación y el pecado. La persona llega a ser esclava del alcohol (y del diablo), puesto que ha rendido su cuerpo ante ello (Romanos 6:16). Puesto que nuestros cuerpos son los templos del Espíritu Santo, no queremos que nada más gane el control de ellos. Asimismo, no queremos usar algo que es físicamente peligroso y debilitante. En cada caso estaríamos contaminando nuestros cuerpos.
En segundo lugar, no todos pueden resistir la tentación presentada por una bebida, y no todos pueden controlar aun una cantidad pequeña de alcohol. El curso de acción más seguro es de no tocar el alcohol en ninguna manera. Aun los que piensan que pueden controlarlo sin riesgo, fácilmente pueden ofender, debilitar o hacer tropezar a un hermano. Esta es una razón suficiente en sí para la abstención según Romanos 14:21. Todos los niños, los adolescentes y los adultos más débiles se beneficiarán de un buen ejemplo y serán dañados por un mal ejemplo.
Finalmente, la escritura nos dice que debemos evitar toda especie de mal (1. Tesalonicenses 5:22). La manera de obedecer esto donde el alcohol anda metido, es de evitarlo por completo. Debemos considerar nuestra reputación dentro de la iglesia y la reputación de la iglesia ante los ojos del mundo. Para algunos, la abstención puede parecer muy extrema, pero es una solución garantizada para todos los problemas causados por el alcohol. Sin el Espíritu Santo esto puede ser difícil o imposible de lograr, pero con el Espíritu Santo no es difícil lograr. El Espíritu da poder para vencer. Dios nos hace criaturas completamente nuevas, con nuevos amores y deseos (2. Corintios 5:17). Él quita al mismo deseo, para que ya no tengamos más el deseo de beber. Además, el Espíritu nos da todo el gozo, la paz, el alivio y la satisfacción que necesitamos (Romanos 14:17, Efesios 5:18). El alcohol puede dar un gozo temporal y un escape temporal de nuestros problemas, pero el Espíritu Santo nos da el gozo permanente y soluciones permanentes a nuestros problemas.
Las Drogas y los Narcóticos
Nuestra discusión acerca de las maldades del alcohol, se aplica también a las drogas, puesto que el alcohol es realmente un tipo de droga. La marihuana por ejemplo, produce la mayoría de las mismas maldades que el alcohol. Su uso causa la pérdida del dominio propio, puede causar una adicción psicológica si no física, y puede conducir al uso de las drogas adictivas. Para ver el informe de la investigación sobre sus efectos nocivos mentales y físicos véase “Alerta Contra la Marihuana: I. Los Daños Sexuales y Cerebrales, y II. El Enemigo de la Juventud”, en Selecciones del Readers Digest, Diciembre de 1979.
Se ve claramente que las drogas adictivas forman hábitos, causan daños físicos y son una causa importante de los crímenes. Básicamente, cualquier droga alucinógena que cause el equivalente de la embriaguez (la pérdida del autodominio), que conduzca al pecado, que cause daños físicos, o que haga que lleguemos a depender de ella, no le agrada a Dios. Para ser consistentes, debemos aplicar esto a los medicamentos así como también las drogas ilegales. Debemos practicar la moderación, el autodominio y la disciplina, cuando usemos analgésicos, pastillas para dormir y otras drogas, si es que las tomamos.
El Tabaco
En un tiempo, todas las organizaciones del cristianismo fundamental tomaban una posición contra el uso del tabaco. Hoy hay un espíritu moderno que ha cedido campo sobre este punto, como en muchos otros puntos. Sin embargo, hay todavía muchos cristianos que rehúsan fumar. ¿Por qué? Nuestros cuerpos son los templos del Espíritu Santo, y Dios nos dice que no debemos contaminarlos (1. Corintios 6:19, 3:17). La palabra “contaminar”, significa ensuciar, hacer asqueroso, desatender y corromper la pureza o la perfección de algo. Ciertamente el tabaco hace esto. Desde hace años los ministros se han dado cuenta que el fumar es asqueroso y nocivo para el cuerpo. El Espíritu Santo les enseñó que era nocivo, mucho tiempo antes de que la ciencia lo confirmara. Por supuesto, la Biblia no se refiere directamente al tabaco puesto que no era usado en los días de Biblia. El tabaco fue introducido al viejo mundo por los indios estadounidenses después del descubrimiento del nuevo mundo. Para atender a situaciones como esta, Dios ha dado la autoridad a su iglesia que está llena de su Espíritu para imponer normas cuando sea necesario (Mateo 18:18, Hechos 15:28). Esto aplica en el caso del tabaco y las drogas.
La ciencia moderna ha determinado que el fumar es de veras nocivo para el cuerpo. En los Estados Unidos de América, está prohibida la publicidad libre de cigarrillos por la televisión. Cada paquete de cigarrillos y cada anuncio impreso para promocionar cigarrillos, debe llevar el mensaje: “Advertencia: La medicina general ha determinado que fumar cigarrillos es peligroso para su salud”. El fumar es una causa importante de la enfisema y del cáncer de los pulmones. Se asocia también con muchos otros tipos de cáncer y de enfermedades respiratorias, como también con los derrames cerebrales y los problemas del corazón. El último informe del Cirujano General, hace la estimación de que 350,000 estadounidenses mueren cada año a causa de los cigarrillos (Selecciones del Readers Digest, Abril de 1979). El Colegio Real de Médicos de Gran Bretaña, informó en un estudio reciente que “cada cigarrillo corta 5 1/4 minutos de la vida de un fumador”. (Véase The Houston Chronicle, 5 de Julio de 1977, Houston, Texas). El mismo estudio dice que uno de cada tres fumadores, eventualmente muere a causa del fumar.
Unos cincuenta millones de días laborales de un año, se pierden en Gran Bretaña a causa de las enfermedades causadas por el fumar. Unos 27.5 mil millones de dólares se pierden en los Estados Unidos cada año debido al fumar, mayormente en la producción pérdida y en los costos del cuidado de la salud. (New England Journal of Medicine, 9 de Marzo de 1978). Entonces aun el mundo de hoy se da cuenta de que el fumar contamina y destruye el cuerpo.
Además, el tabaco es adictivo y esto está en contra de la voluntad de Dios, tal como hemos explicado en una sección anterior. Muchos tratan de romper el hábito pero simplemente no pueden sin la ayuda de Dios. Por todas estas razones no usamos el tabaco en ninguna forma.
Conclusión. “Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu” (II Corintios 7:1). “Que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos 12:1).
Tomado del libro En Busca de la Santidad, páginas 148-158
Las Bebidas Alcohólicas
La Biblia está llena de advertencias contra las bebidas alcohólicas, particularmente contra el vino. Proverbios tiene varias condenaciones del vino y de otras bebidas fuertes. “El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, Y cualquiera que por ellos yerra no es sabio” (Proverbios 20:1). “No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en la copa” (Proverbios 23:31). Este último versículo es una advertencia clara en contra del beber vino después de que éste se ha fermentado y ha llegado a ser un embriagante. Las consecuencias perversas del vino se enumeran como la aflicción, el duelo, la contienda, las quejas, las heridas, los ojos inyectados de sangre, el pecado sexual, las palabras indecentes, la pérdida del equilibrio y la coordinación, la insensibilidad y la adicción (Proverbios 23:29-35). Los amantes del vino no serán ricos (Proverbios 21:17).
A través del Antiguo Testamento, todos aquellos que eran separados para Dios, no podían beber ni el vino ni la bebida fuerte. Los Nazareos no podían beber el vino (Números 6:3, Jueces 13:7). Juan el Bautista no lo bebía (Lucas 1:15). No era para los reyes y los príncipes por temor de que les condujera a olvidarse de la ley de Dios y pervertir la justicia (Proverbios 31:4-5). Los sacerdotes no podían beberlo cuando ministraban delante de Dios en el tabernáculo o en el templo (Levítico 10:9, Ezequiel 44:21). Todos los cristianos hoy están separados para Dios. Somos reyes y sacerdotes, un sacerdocio real y sacrificios vivos (Apocalipsis 1:6, I Pedro 2:9, Romanos 12:1). Entonces ¿deberíamos tomar las bebidas fuertes?
La primera vez que la Biblia registra que la gente bebió vino, nos muestra que esto trajo como resultado el pecado. Noé se embriagó y trajo deshonra sobre su propio cuerpo, causando vergüenza a otros y generando una oportunidad para que otros pudieran pecar (Génesis 9:20-25). Lot se embriagó y cometió el incesto con sus propias hijas (Génesis 19:32-38). Muchas otras escrituras del Antiguo Testamento condenan las bebidas alcohólicas. Isaías pronunció una aflicción sobre la embriaguez (Isaías 5:11). Él también dijo que la bebida fuerte causaba que la gente, los sacerdotes y los profetas erraran, se extraviaran y perdieran su visión espiritual (Isaías 28:7). El vino quita el juicio del hombre, así como lo hace la fornicación (Oseas 4:11). Habacuc pronunció una aflicción sobre cualquiera que diera a beber a su prójimo (Habacuc 2:15).
En el Nuevo Testamento, la embriaguez se clasifica como un pecado que hará que la gente no pueda heredar el reino de Dios (1. Corintios 6:10, Gálatas 5:19-21). Jesús, Pablo y Pedro, advirtieron contra la embriaguez (Lucas 21:34, Romanos 13:13, Efesios 5:18, 1. Pedro 4:3).
Se manda específicamente que los obispos, los diáconos y las mujeres ancianas no sean dados al vino (1. Timoteo 3:3, 8; Tito 1:7, 2:3). Después de revisar todas estas escrituras, parece claro que los cristianos no deben tomar bebidas alcohólicas. Sin embargo, mucha gente usa las diversas referencias bíblicas que parecen aprobar el beber el vino para justificar el beber. Para poder comprender estos ejemplos, es útil estudiar las palabras hebreas y griegas para el vino. El siguiente estudio, está basado en el Diccionario Hebreo y Caldeo de Strong y el Diccionario Griego del Nuevo Testamento.
Hay dos palabras hebreas importantes, que se traducen “vino” en el Antiguo Testamento. Otras nueve palabras hebreas se usan muy pocas veces para diversos tipos de vino y bebidas alcohólicas. “Yayin”, es la palabra más común que se usa, y puede significar cualquier tipo de vino. Esta palabra comúnmente se refiere al vino fermentado. Algunas escrituras que usan “yayin”, para significar definitivamente el vino fermentado son: Génesis 9:21, 19:32, 2. Samuel 13:28, Ester 1:10, Proverbios 20:1, 23:31 y 31:4. “Yayin” se usa también para significar el jugo de uva no fermentado y recién hecho (Isaías 16:10, Jeremías 48:33).
La otra palabra hebrea que se usa con frecuencia para el vino, es “tiyrosh”. Casi siempre se refiere al vino no fermentado y recién hecho. Esta es la única palabra que se usa para el vino del cual se daba el diezmo, porque Dios quería los diezmos primeramente, antes de que la fermentación tuviera lugar (Deuteronomio 12:17, 14:23, Nehemías 13:5). “tiyrosh”, es la palabra usada para prosperidad en la frase “trigo y vino” (Génesis 27:28, 37, Deuteronomio 7:13, etc.). Se traduce “mosto” en muchas citas (Proverbios 3:10, Joel 1:10, Miqueas 6:15 etc.). Esta palabra se usa también en Isaías 65:8 que dice, “Como si alguno hallase mosto en un racimo.” De esta escritura vemos que la palabra “tiyrosh,” traducida “mosto,” se refiere al jugo no fermentado de la uva, aun al jugo que todavía está en la uva.
La palabra griega “oinos”, es la palabra original para vino en el Nuevo Testamento. Comúnmente se refiere al vino fermentado, pero como sus equivalentes hebreas, puede referirse también al vino no fermentado. Por lo menos, tres escrituras del Nuevo Testamento definitivamente la usan de esta manera (Mateo 9:17, Marcos 2:22, Lucas 5:37). Estas escrituras dicen que el vino nuevo no fermentado, no se pone en odres viejos, ya que cuando el vino se fermente los revienta. La palabra griega “gleukos” se usa una sola vez, y se traduce “mosto” (Hechos 2:13). Esta palabra significa vino recién hecho (jugo de uva) o también vino dulce.
Como resultado de nuestro estudio, vemos que la palabra “vino”, en ambos testamentos puede referirse al jugo de uva fermentado o no fermentado. También sabemos por la historia, que en los días del Nuevo Testamento, la gente comúnmente diluía el vino antes de servirlo en los hogares, y que los métodos de conservar el jugo de uva en una condición no fermentada eran bien conocidos. A la luz de estos hechos y en vista de las advertencias bíblicas contra el vino, no podemos interpretar ninguna referencia bíblica al vino, diciendo que estas aprueban el tomar las bebidas alcohólicas fuertes.
No estamos tratando de probar que la gente en el Antiguo Testamento no bebía. Ellos sí bebían. Sin embargo, podemos ver muchas cosas malas que resultaban. También, ellos vivían bajo la ley y no tenían la fuerza de vencer. La ley solo mostraba a la gente cuán pecaminosa era realmente. Si la ley hubiera sido perfecta, no habría habido ninguna necesidad de la dispensación de la gracia. Hoy, Dios nos da la gracia y el poder para vencer. Podemos y debemos vivir en conformidad con las normas de perfección de Dios.
Como una excusa para beber, algunos se basan en el hecho de que Jesús convirtió el agua en vino (Juan 2:1-11). Fíjese que no hay prueba de que el vino que Jesús hizo fuera alcohólico. El versículo diez no dice que los invitados se embriagaron, pero solamente dice que ellos habían bebido libremente del otro vino provisto por el anfitrión. El Dios que condenó la embriaguez en el Antiguo Testamento, no haría un fuerte vino alcohólico para que la gente se embriagara en el Nuevo Testamento. La embriaguez es un pecado, y Dios no tienta a ningún hombre a pecar (Gálatas 5:21, Santiago 1:13).
El consejo de Pablo a Timoteo también confunde a algunos. “Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes enfermedades” (I Timoteo 5:23). Pablo recomendó a Timoteo que tomara del jugo de la vid en vez del agua, a fin de fortalecer su cuerpo y para apaciguar su estómago débil. Es muy posible que Pablo estuviese aconsejando a Timoteo que no tomara del agua local que era insalubre, o que él estuviera recomendando una cantidad pequeña de vino para propósitos puramente medicinales. Ciertamente él no le estaba diciendo a Timoteo que consumiera bebidas alcohólicas fuertes, lo que solamente agravaría su condición debilitada.
Es significante notar que la Biblia no dice que en la última cena de Jesús con sus discípulos se haya servido vino, sino que se sirvió “el fruto de la vid” (Mateo 26:29, Marcos 14:25, Lucas 22:18). Indudablemente, estas palabras fueron inspiradas deliberadamente por el Espíritu. Como resultado, es imposible probar por la Biblia que se sirvió vino fermentado en lugar del jugo de uva no fermentado. De hecho, las mismas razones para usar el pan ázimo, pueden ser válidas para usar el vino no fermentado. La levadura del pan es un proceso de fermentación, al igual que la fermentación alcohólica. Ambos son procesos de deterioro o de cambio químico orgánico que son efectuados por la levadura (un tipo de hongo). Es cierto que algunos en Corinto se embriagaron en la iglesia, pero esto sucedió en una fiesta de confraternidad antes de la Cena del Señor (1. Corintios 11:20-22). Se trató de una comida social donde cada persona trajo su alimento propio (v.21), y algunos evidentemente trajeron vino fermentado. De todas formas, esta Escritura no aprueba el uso de bebidas alcohólicas, sino que en realidad las condena. El intento de esta discusión, no es el de prescribir una cierta forma para el servicio de la Cena del Señor, pero es meramente para mostrar que nadie puede basar sus creencias en la última cena para justificar el tomar el alcohol.
Queremos enfatizar una vez más que la palabra “vino”, se usa a través de la Biblia para bebidas fermentadas y no fermentadas, y no se puede determinar cuál es el significado correcto en muchos pasajes particulares. No importa cómo se interpretan algunas de estas escrituras, dos cosas son evidentes. Primeramente, sabemos que la embriaguez es una obra de la carne, que impedirá que la gente herede el reino de Dios. En segundo lugar, en la Biblia y en nuestros días, podemos ver las muchas maldades significantes del alcohol. Podemos ver que el alcohol causa pobreza, enfermedad, pérdida del tiempo, pérdida del dinero, aflicción, violencia, malos pensamientos, familias dividas, pecados sexuales, daños físicos, daños mentales y muertes.
Como una prueba, examine el informe acerca del alcohol realizado en el año 1978, por el Departamento de Salud, Educación y Bienestar, que fue preparado para el Congreso de los Estados Unidos. (Véase The Daily Texan, 18 de Octubre de 1978, Austin, Texas). Según este informe, siete por ciento de los Estadounidenses, o diez millones de personas, son bebedores problemáticos. El alcohol es un factor importante en 200,000 muertes al año en los Estados Unidos, incluyendo la mitad de todas las fatalidades de tránsito, la mitad de todos los homicidios y una tercera parte de todos los suicidios. Ha sido identificado como una de las causas de un buen número de enfermedades, que incluyen la cirrosis del hígado, el daño cerebral, y más recientemente, del cáncer de boca, faringe, laringe, esófago, hígado y pulmón. Es la tercera causa principal de defectos de nacimiento que involucran el retardo mental. Más o menos $43 mil millones se pierden cada año en los Estados Unidos debido al alcohol, incluyendo la producción perdida y los costos médicos. No hay manera de medir el pecado al que induce el alcohol, pero podemos verlo todos los días. Ciertamente, estas maldades son suficientemente grandes para probar que las advertencias de Proverbios 23:29-35 y 21:17 son absolutamente ciertas.
Los argumentos bíblicos y sociales para la abstención de las bebidas alcohólicas son contundentes. A pesar de esto, muchos preguntan, “¿No podemos beber un poco no más?” Cada persona debe desarrollar su propia convicción, pero hablando por nosotros mismos, no bebemos por las siguientes razones.
En primer lugar, es prácticamente imposible que alguien beba una cantidad tan poca que no sea afectado mentalmente o que nunca se embriague. Inevitablemente, el comportamiento y las acciones de una persona serán afectados en cierto grado. Entonces, la persona ya no ejerce el control completo de sí mismo y frecuentemente hace cosas que no debería hacer. Ya no es capaz de protegerse a sí mismo totalmente contra la tentación y el pecado. La persona llega a ser esclava del alcohol (y del diablo), puesto que ha rendido su cuerpo ante ello (Romanos 6:16). Puesto que nuestros cuerpos son los templos del Espíritu Santo, no queremos que nada más gane el control de ellos. Asimismo, no queremos usar algo que es físicamente peligroso y debilitante. En cada caso estaríamos contaminando nuestros cuerpos.
En segundo lugar, no todos pueden resistir la tentación presentada por una bebida, y no todos pueden controlar aun una cantidad pequeña de alcohol. El curso de acción más seguro es de no tocar el alcohol en ninguna manera. Aun los que piensan que pueden controlarlo sin riesgo, fácilmente pueden ofender, debilitar o hacer tropezar a un hermano. Esta es una razón suficiente en sí para la abstención según Romanos 14:21. Todos los niños, los adolescentes y los adultos más débiles se beneficiarán de un buen ejemplo y serán dañados por un mal ejemplo.
Finalmente, la escritura nos dice que debemos evitar toda especie de mal (1. Tesalonicenses 5:22). La manera de obedecer esto donde el alcohol anda metido, es de evitarlo por completo. Debemos considerar nuestra reputación dentro de la iglesia y la reputación de la iglesia ante los ojos del mundo. Para algunos, la abstención puede parecer muy extrema, pero es una solución garantizada para todos los problemas causados por el alcohol. Sin el Espíritu Santo esto puede ser difícil o imposible de lograr, pero con el Espíritu Santo no es difícil lograr. El Espíritu da poder para vencer. Dios nos hace criaturas completamente nuevas, con nuevos amores y deseos (2. Corintios 5:17). Él quita al mismo deseo, para que ya no tengamos más el deseo de beber. Además, el Espíritu nos da todo el gozo, la paz, el alivio y la satisfacción que necesitamos (Romanos 14:17, Efesios 5:18). El alcohol puede dar un gozo temporal y un escape temporal de nuestros problemas, pero el Espíritu Santo nos da el gozo permanente y soluciones permanentes a nuestros problemas.
Las Drogas y los Narcóticos
Nuestra discusión acerca de las maldades del alcohol, se aplica también a las drogas, puesto que el alcohol es realmente un tipo de droga. La marihuana por ejemplo, produce la mayoría de las mismas maldades que el alcohol. Su uso causa la pérdida del dominio propio, puede causar una adicción psicológica si no física, y puede conducir al uso de las drogas adictivas. Para ver el informe de la investigación sobre sus efectos nocivos mentales y físicos véase “Alerta Contra la Marihuana: I. Los Daños Sexuales y Cerebrales, y II. El Enemigo de la Juventud”, en Selecciones del Readers Digest, Diciembre de 1979.
Se ve claramente que las drogas adictivas forman hábitos, causan daños físicos y son una causa importante de los crímenes. Básicamente, cualquier droga alucinógena que cause el equivalente de la embriaguez (la pérdida del autodominio), que conduzca al pecado, que cause daños físicos, o que haga que lleguemos a depender de ella, no le agrada a Dios. Para ser consistentes, debemos aplicar esto a los medicamentos así como también las drogas ilegales. Debemos practicar la moderación, el autodominio y la disciplina, cuando usemos analgésicos, pastillas para dormir y otras drogas, si es que las tomamos.
El Tabaco
En un tiempo, todas las organizaciones del cristianismo fundamental tomaban una posición contra el uso del tabaco. Hoy hay un espíritu moderno que ha cedido campo sobre este punto, como en muchos otros puntos. Sin embargo, hay todavía muchos cristianos que rehúsan fumar. ¿Por qué? Nuestros cuerpos son los templos del Espíritu Santo, y Dios nos dice que no debemos contaminarlos (1. Corintios 6:19, 3:17). La palabra “contaminar”, significa ensuciar, hacer asqueroso, desatender y corromper la pureza o la perfección de algo. Ciertamente el tabaco hace esto. Desde hace años los ministros se han dado cuenta que el fumar es asqueroso y nocivo para el cuerpo. El Espíritu Santo les enseñó que era nocivo, mucho tiempo antes de que la ciencia lo confirmara. Por supuesto, la Biblia no se refiere directamente al tabaco puesto que no era usado en los días de Biblia. El tabaco fue introducido al viejo mundo por los indios estadounidenses después del descubrimiento del nuevo mundo. Para atender a situaciones como esta, Dios ha dado la autoridad a su iglesia que está llena de su Espíritu para imponer normas cuando sea necesario (Mateo 18:18, Hechos 15:28). Esto aplica en el caso del tabaco y las drogas.
La ciencia moderna ha determinado que el fumar es de veras nocivo para el cuerpo. En los Estados Unidos de América, está prohibida la publicidad libre de cigarrillos por la televisión. Cada paquete de cigarrillos y cada anuncio impreso para promocionar cigarrillos, debe llevar el mensaje: “Advertencia: La medicina general ha determinado que fumar cigarrillos es peligroso para su salud”. El fumar es una causa importante de la enfisema y del cáncer de los pulmones. Se asocia también con muchos otros tipos de cáncer y de enfermedades respiratorias, como también con los derrames cerebrales y los problemas del corazón. El último informe del Cirujano General, hace la estimación de que 350,000 estadounidenses mueren cada año a causa de los cigarrillos (Selecciones del Readers Digest, Abril de 1979). El Colegio Real de Médicos de Gran Bretaña, informó en un estudio reciente que “cada cigarrillo corta 5 1/4 minutos de la vida de un fumador”. (Véase The Houston Chronicle, 5 de Julio de 1977, Houston, Texas). El mismo estudio dice que uno de cada tres fumadores, eventualmente muere a causa del fumar.
Unos cincuenta millones de días laborales de un año, se pierden en Gran Bretaña a causa de las enfermedades causadas por el fumar. Unos 27.5 mil millones de dólares se pierden en los Estados Unidos cada año debido al fumar, mayormente en la producción pérdida y en los costos del cuidado de la salud. (New England Journal of Medicine, 9 de Marzo de 1978). Entonces aun el mundo de hoy se da cuenta de que el fumar contamina y destruye el cuerpo.
Además, el tabaco es adictivo y esto está en contra de la voluntad de Dios, tal como hemos explicado en una sección anterior. Muchos tratan de romper el hábito pero simplemente no pueden sin la ayuda de Dios. Por todas estas razones no usamos el tabaco en ninguna forma.
Conclusión. “Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu” (II Corintios 7:1). “Que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos 12:1).
Etiquetas: DROGAS
<< Inicio