LOS DONES DEL ESPIRITU SANTO
Los Dones del Espíritu Santo (Parte 1)
Por José de la Cruz Ríos
INTRODUCCION
Cuando Pablo entró en Corinto, se encontró con una de las ciudades más conocidas de su mundo. Corinto era un centro comercial, religioso, cultural y también de vicio, siendo así muy representativo de nuestra actual civilización.
Se dice que las cartas a los corintios son los libros del Nuevo Testamento que mejor aplican a la segunda mitad del siglo XX en adelante y con sobradas razones.
Pero no era únicamente la ciudad la que guardaba una semejanza trágica con nuestra civilización; también la iglesia de Corinto reflejaba en buena parte las características de la cristiandad de hoy. Jesús dijo dos cosas que debía ser la iglesia en este mundo: "sal" y "luz". La sal que interrumpe o impide el proceso de corrupción y la luz que disipa las tinieblas.
"Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." (Mat.5:13-16)
Jesús explicó que cuando la sal pierde su sabor no sirve ya para nada y la luz escondida no impide la oscuridad. La iglesia de Corinto, no solo se abstenía de refrenar el mal, sino que se contaminaba con él. No proporcionaba luz, sino que estaba en oscuridad. La ciudad de Corinto –su medio, sus vicios, el estilo y filosofía de vida de sus habitantes- afectaba negativamente a la iglesia local. ¡Pero el propósito de Dios era que la iglesia local influenciara en la ciudad!
Pablo llegó a Corinto como cien años después que Julio César hubiese reconstruido la ciudad de una destrucción anterior. Esta era ahora una ciudad nueva que había experimentado un crecimiento y prosperidad muy grandes. Era la capital provincial de Acaya, ubicada en la estrecha franja de tierra entre los puertos de Cencreas y Lequeo. Era muy cosmopolita, pues, recibía viajeros –forasteros, comerciantes- de todas partes del mundo. Además de ser un puerto marítimo importante, también constituía un punto intermedio, obligado, entre Grecia y el Peloponesio. Todo el tráfico militar y comercial del norte y del sur pasaba por Corinto.
Consecuentemente en Corinto florecía la riqueza. La mención que hace Pablo de "oro, plata y piedras preciosas" en 1ªCor.3:12, es para ilustrarles a los creyentes corintios con algo que les era familiar. A solo 16 Kms., de Corinto se celebraban los Juegos Istmicos cada cuatro años. Era el más espléndido y concurrido festival de los griegos. Sus preparativos duraban meses y acudían delegaciones y atletas de todas partes; las competiciones más importantes eran carreras pedestres y la lucha libre. Pablo se refiere a esto en 1ªCor.9:24-27.
La acrópolis dominaba la ciudad desde un lugar alto y como que el edificio controlaba la vida de sus habitantes. Allí estaba el templo de afrodita, la diosa del amor y la fertilidad. Mil sacerdotisas ejercían el oficio de la prostitución como parte del culto a esa divinidad. Corinto era una ciudad orientada hacia el vicio. Había en ella hombres prostituídos, quienes con su cabellera larga componían una escena muy corriente en las calles constituyendo el trasfondo del comentario del apóstol Pablo de 1ªCor.11:14, acerca de lo deshonroso que es para un varón dejarse crecer el cabello.
Pablo pasó de Atenas a Corinto, centro de prosperidad, del deporte, de la política y de la inmoralidad. Eso no le produjo el mejor estado de ánimo. Acababa de estar en Atenas donde su experiencia fue bien desalentadora y ahora está en Corinto donde deberá enfrentar más problemas. El Señor tuvo que confortarlo asegurándole Su Presencia y protección a través de una visión.
"el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla y no calles, porque yo estoy contigo y nadie pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad." (Hch.18:9-10)
Las primeras personas con quienes Pablo se contactó en Corinto fueron un matrimonio, Aquila y Priscila, quienes habían arribado a la ciudad a causa de la expulsión de judíos de Roma por edicto de Claudio César. Como hacían tiendas, al igual que Pablo, eso facilitó las cosas, de modo que el apóstol pasó a convivir en la misma casa con ellos.
Poco después, Silas y Timoteo, que habían estado en Macedonia, se unieron al grupo y juntamente con Pablo presentaban el evangelio de Jesucristo cada sábado en la sinagoga. Se convirtieron dos hombres influyentes, Justo, vecino de ellos, y Crispo, el principal de la sinagoga. De esa manera se estableció una iglesia neotestamentaria, la cual incluía hombres y mujeres, judíos y gentiles, esclavos, libertos y señores, constituyendo una amalgama de las distintas clases de ciudadanos de Corinto. De eso habla Pablo en 1ªCor.126-31 y 6:9-11.
Alrededor de dos años pasó Pablo en Corinto, enseñando, predicando y organizando la iglesia local. Luego se trasladó a Efeso donde permaneció como tres años. Fue allí donde recibió cartas de los hermanos corintios pidiéndole consejo referente al matrimonio, a los alimentos –la carne- ofrecida a los ídolos en el templo y noticias desalentadoras sobre la situación de la iglesia en Corinto. Para contrarrestar tanto esas corrientes de pensamiento como para responder a las preguntas de los hermanos, el apóstol escribió la primera carta a los corintios.
Primera de Corintios es una carta de enojo, sátira, reprensión, corrección e instrucción. Fue dirigida a una congregación que había sido establecida sobre los mejores cimientos y que había disfrutado de la mejor enseñanza y ejemplos, Imaginemos que oportunidad maravillosa había vivido Corinto con una comunidad de testigos llenos del Espíritu Santo y fundada sobre la seguridad que produce el hecho poderoso de la resurrección de Jesús el Cristo. ¡Pero lastimosamente esa iglesia local fracasó! En lugar de victoria hubo tragedia. En vez de testimonio poderoso hubo deshonra.
"Ciertamente, se oye que hay entre vosotros inmoralidad sexual, y una inmoralidad tal que ni aun entre los gentiles se tolera; tanto, que hay quien tiene la esposa de su padre." (1ªCor.5:1)
En vez de evangelización, hubo un merecido ridículo.
"De manera que, si toda la iglesia se reúne en un lugar y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o no creyentes, ¿no dirán que estáis locos?" (1ªCor.14:23)
El fenómeno del corintianismo.
Aquí podemos notar algunos síntomas de un mal que afecta a muchos y que es llamado "corintianismo", tal como nos lo presenta el Espíritu Santo a través de Pablo, lo cual nos permite descubrir un motivo importante para la inclusión de estas cartas en el Nuevo Testamento, constituyendo una solemne amonestación para los creyentes de todas las épocas: "¡cuídense del corintianismo!".
1. Desconocimiento acerca de lo que Dios les había dado. La iglesia de corinto eran una congregación completamente dotada por el Espíritu Santo.
"de tal manera que nada os falta en ningún don mientras esperáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (1ªCor.1:7).
Pablo dedicó una sección bastante amplia de su primera carta a los corintios para hablarles de ese asunto, intentando aclarárselos, que es el contenido de los capítulos 12, 13 y 14.
2. Inmadurez. Eran una iglesia inmadura. Pablo se los hace notar.
"De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo." (1ªCor.3:1)
De nuevo Pablo se refirió a esto en los capítulos 13:11, 14:20 y en sus últimas palabras en 16:13.
3. Tolerancia equivocada. La iglesia de Corinto toleraba la inmoralidad en su seno. El apóstol se declaró en su carta conmocionado al ver que un miembro de la iglesia vive en inmoralidad con su madrastra, acto que ni siquiera los paganos miraban con agrado.
Se ha sabido que hay entre vosotros fornicación, y fornicación cual ni aún se nombra entre los gentiles; a tal extremo que alguno tiene a la mujer de su padre." (1ªCor.5:1)
Pablo tuvo que recordarles a los creyentes corintios que sus cuerpos eran miembros de Cristo y templos de Su Santo Espíritu.
"No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? ¡De ninguna manera! ¿O no sabéis que el que se une con una prostituta es hecho con ella un solo cuerpo? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une con el Señor, un solo espíritu es con él. Huid de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que el hombre cometa está fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo." (1ªCor.6:15-18)
4. Insensibilidad social. El apóstol les quiso hacer entender que el convite de amor –ágape- que precedía a la Cena del Señor enturbiaba esta celebración solemne por la embriaguez de algunos y por una generalizada actitud de orgullo y despreocupación o desinterés e indiferencia hacia los hermanos pobres de su congregación y la condición o estado espiritual-moral de otros miembros de la misma iglesia local.
"Cuando, pues, os reunís vosotros, eso no es comer la cena del Señor. Al comer, cada uno se adelanta a comer su propia cena; y mientras uno tiene hambre, otro se embriaga. Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo." (1ªCor.11:20-22)
"¡Y vosotros estáis inflados de soberbia! ¿No habría sido preferible llorar, para que el que ha cometido semejante acción fuera expulsado de entre vosotros?" (1ªCor.5:2)
5. Discrepancias doctrinales: herejías. La herejía se infiltraba en la iglesia de Corinto. La doctrina de la resurrección, por ejemplo, era puesta en tela de juicio por algunos miembros de la misma congregación.
Pero si se predica que Cristo resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? (1ªCor.15:12)
En la segunda carta a los corintios Pablo lamenta que ellos ya no puedan ser considerados como "una virgen pura" que se había desposado con Cristo.
porque os celo con celo de Dios, pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo.
Pero me temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros pensamientos se hayan extraviado de la sencillez y la pureza que debéis a Cristo." (2ªCor.11:2-3)
Entonces les manda que se auto examinen, para que se descubran y estén seguros de si están o no en la fe de Cristo.
"Examinaos a vosotros mismos, para ver si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos? ¿No sabéis que Jesucristo está en vosotros? ¡A menos que estéis reprobados!" (2ªCor.13:5)
Tenemos entonces que, Pablo le escribió a una iglesia local a la cual le había dedicado bastante tiempo, esfuerzos y enseñanzas. Una iglesia local que estaba detenida en su desarrollo como tal, aunque dotada perfecta y completamente en sus prácticas cúlticas con dones poderosos por el Espíritu del Señor, pero lastimosamente una iglesia local enferma de inmoralidad en su forma de vivir y herética en su doctrina. ¡Era una catástrofe la iglesia de Corinto!
Las tres grandes analogías.
Es muy importante observar la manera como Pablo trató el problema de la inmadurez de la iglesia de Corinto. Usó tres analogías para describir el desarrollo y el crecimiento espiritual del creyente en la Iglesia: un edificio, una carrera atlética y el cuerpo humano.
1. La analogía del edificio se trata en el capítulo 3 de la primera carta, y básicamente el apóstol dice: "un edificio inacabado es algo desagradable a la vista; acaben lo que yo empecé y miren como sobreedifican."
2. La analogía de la carrera atlética, inspirada en las competencias de los Juegos Istmicos, se encuentra en el capítulo 9 de la misma primera carta y por medio de este ejemplo Pablo dice algo así como que, "una competencia inacabada es un malgasto y una pérdida, sigan adelante, hacia la meta, donde serán premiados."
3. La analogía del cuerpo humano constituye el tema principal del capítulo 12 de la misma carta. De esta forma Pablo dice que, "un cuerpo que no funciona es una tragedia; y un cuerpo que no coopera es un suicidio. No dividan el cuerpo con sus egoísmos y comportamientos infantiles buscando dones espectaculares."
Las tres analogías indican que el fracaso de la iglesia de Corinto consistió en no acabar lo que Dios había empezado entre ellos. ¡Padecieron de un crecimiento detenido!
Lo que no es la inmadurez
Quiero aquí destacar otro asunto que considero de mucha importancia, y es el referido a la inmadurez del creyente, pero desde el punto de vista poco discutido de "qué no es" la inmadurez espiritual.
1. En primer lugar, debo señalar que, inmadurez espiritual no es falta de dones espirituales. Notemos que los corintios los poseían todos, según el mismo Pablo les quiso hacer caer en cuenta.
Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús, pues por medio de él habéis sido enriquecidos en todo, en toda palabra y en todo conocimiento, en la medida en que el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado entre vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don mientras esperáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (1ªCor.1:4-7).
Resulta bien interesante observar que, inmediatamente después de hacer mención acerca de la existencia de facultades espirituales en medio de la congregación, el apóstol pasó a referirse a la división interna existente entre ellos.
Os exhorto, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que os pongáis de acuerdo y que no haya más disensiones entre vosotros, sino que estéis completamente unidos en la misma mente y en el mismo parecer." (1ªCor.1:10)
¡Poseer dones espirituales no es garantía de una gran espiritualidad!
2. La inmadurez espiritual no es producida por falta de conocimiento necesariamente. Los corintios eran grandes admiradores y cultores de la sabiduría y la erudición, por obvias razones. El apóstol Pablo los amonesta precisamente sobre esto en los dos primeros capítulos de la primera carta y les aconseja lo siguiente:
Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros cree ser sabio en este mundo, hágase ignorante y así llegará a ser verdaderamente sabio. La sabiduría de este mundo es insensatez ante Dios, como está escrito: El prende a los sabios en la astucia de ellos." (1ªCor.3:18-19)
Dicho en otras palabras: "obtengan la sabiduría en la fuente adecuada. Porque la sabiduría de este mundo es locura para Dios" Y de nuevo en la segunda carta a los corintios el apóstol toca el asunto, diciendo:
"derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2ªCor.10:5).
La mejor educación, con todo lo admirable y deseable como pueda ser o parecer, no es la respuesta a la inmadurez espiritual; no la ayuda a superar.
3. La inmadurez espiritual tampoco es necesariamente resultado de una supuesta carencia de "buena enseñanza". Consideremos atentamente el caso de la iglesia local de Corinto. Tuvieron la mejor enseñanza. De hecho tuvieron a uno de los mejores maestros del evangelio: Pablo. Y el mismo Pablo les dijo que ellos habían recibido la mejor enseñanza del Espíritu Santo.
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido. De estas cosas hablamos, no con palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual." (1ªCor.2:12-13)
¡Esto es algo que no ponemos en duda, y de ninguna manera puede ser mejorado!
De modo que la iglesia de Corinto poseía todos los dones, estaban bien enseñados en La Palabra y fueron instruidos en la vida cristiana por los mejores maestros. Sin embargo, ¡eran carnales y niños!
Características sintomáticas de la inmadurez espiritual de la Iglesia
¿Cuáles podrían ser como síntomas de real inmadurez espiritual en la iglesia local de Corinto?
1. Muy común es la actitud llamada egoísmo. Por naturaleza los niños son egoístas. Es fácil observar como las primeras palabras que los niños bien pequeños balbucean son "yo", "mi" o "mío", vocabulario que no sólo es limitadísimo, sino que también refleja el egoísmo natural de ellos. Es lo mismo que ocurre con los "niños espirituales" o "niños en Cristo", cualquiera sea su edad. Los corintios se denunciaban entre sí, se acusaban recíprocamente porque entre ellos mismos se sentían "defraudados". Entonces Pablo les dice:
Ciertamente, ya es una falta en vosotros que tengáis pleito entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?" (1ªCor.6:7)
¡Eran egoístas! Usaban de forma incorrecta, inadecuada e inconveniente su libertad cristiana sin detenerse a pensar en lo que tales actitudes y comportamientos podría acarrear, tanto a ellos como a tantas otras personas.
Pero procurad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles, porque si alguien te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar dedicado a los ídolos, la conciencia de aquél, que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y así, por tu conocimiento, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano." (1ªCor.8:9-13)
¡Eran egoístas! Cuando se llenaban de comida en los "ágapes" mientras sus hermanos más pobres pasaban hambre. ¡Puro egoísmo! Bebían hasta emborracharse sin considerar las consecuencias de su acción irresponsable. Su egoísmo los hacía ignorantes en lo concerniente al uso adecuado de los dones espirituales. No eran ignorantes acerca de los dones, pues, los poseían todos, según Pablo, pero si acusaban gran ignorancia acerca del verdadero valor, lugar y propósito de esos dones. Los corintios usaban los dones para su egoísta edificación (satisfacción particular o propia) en desmedro de los demás miembros de la iglesia local, práctica esta que el apóstol Pablo reprendió según leemos en los capítulos 12 al 14 de esta primera carta.
2. Una segunda cosa que debe señalarse como síntoma de inmadurez espiritual es la división. Los corintios estaban divididos entre sí en torno a diferentes personalidades o líderes eclesiales o espirituales. Existía entre ellos el partido de pablo, el de Apolos, el de Cefas (Pedro) y hasta el de Cristo, según leemos en 1ªCor.1:12. Cuando Clemente de Roma escribió a esta misma iglesia local de Corinto por el año 97 d.C. aproximadamente, como 38 o 40 años después, tuvo que tratar los mismos problemas, como este de la división interna en la congregación de Corinto, ¡por su insuperada inmadurez! Pablo intenta hacerles comprender la relación existente entre la infantilidad de ellos y la división poniendo juntos ambos conceptos, según leemos en 1ªCor.3:1-9.
Indudablemente la división pudiera darse como algo positivo si las circunstancias así lo exigen. Por ejemplo, según 1ªCor.10:20-21, los creyentes deben apartarse –no tener comunión- con quienes rinden culto -y el culto mismo- a los demonios o los ídolos. En 2ªCor.6:14-17, Pablo exhorta a los creyentes de Corinto a evitar –apartarse de- la injusticia, la oscuridad, la impureza y los ídolos. Todo eso implica un cierto sentido de "división"; es decir poner distancia entre eso y uno como creyente. Pero nada puede aducirse para que se de una separación –división- entre los hermanos en torno a diferentes personas. ¡Tal división es señal inequívoca de inmadurez espiritual!
3. Podemos señalar como un tercer síntoma de inmadurez espiritual a la luz del caso de la iglesia de Corinto el pésimo hábito de la crítica. Los corintios menospreciaban a Pablo considerando que cualquiera de ellos aventajaba al apóstol y lo superaban espiritualmente. Pablo les dice:
En cuanto a mí, en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros o por tribunal humano. ¡Ni aun yo mismo me juzgo! Aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor." (1ªCor.4:3-4)
En el versículo 8 de este mismo capítulo leemos una afirmación de Pablo cargada de ironía:
Ya estáis saciados, ya sois ricos, sin nosotros reináis. ¡Y ojalá reinarais, para que nosotros reináramos juntamente con vosotros!"
Y en la segunda carta, en una referencia que el apóstol hace de ellos podemos notar la mala actitud de los corintios en relación con el ministerio de Pablo:
A la verdad, algunos dicen que las cartas son duras y fuertes, pero que la presencia corporal es débil y la palabra despreciable.
Esto tenga en cuenta tal persona, que así como somos en la palabra por cartas, estando ausentes, lo seremos también en hechos, estando presentes." (2ªCor.10:10-11)
¡Era una crítica bien cáustica –altamente corrosiva o dañina- y supremamente despectiva, lo que inequívocamente demuestra el grado tan alto de inmadurez espiritual de los creyentes corintios!
4. Ahora, señalemos como un cuarto síntoma de inmadurez espiritual, de desarrollo detenido de la iglesia de Corinto, la postura totalmente equivocada de tolerancia del mal en la Iglesia local. Su sensibilidad hacia el pecado se había realmente cauterizado. Lo que antes les causaba repulsión, ahora ya no les afectaba en lo más mínimo. No veían nada malo en litigar ante los tribunales civiles, delante de los incrédulos. La inmoralidad sexual en la iglesia no les molestaba en absoluto. Su indulgencia hacia los pecados de la carne, de los cuales habían sido liberados por el poder del evangelio de Jesucristo al principio, era una actitud bien cultivada y extendida y gozaba de la aceptación de todos ellos. La glotonería y la borrachera eran algo común y corriente ¡en la mesa del Señor! ¡Eran una situación, un estado moral y una condición espiritual absolutamente deplorables! Pero aún así los hermanos corintios vivían convencidos de haber alcanzado una buena talla o estatura espiritual y pretendían demostrarlo por medio de dones espirituales (principalmente "lenguas") que los situaban, según su propia opinión, por encima de cualquier otra iglesia local y hasta del mismo apóstol Pablo, o de quien fuera.
Conclusión a nuestra Introducción
Fue para corregir tales conceptos tan erróneos y para impedir que la iglesia de Corinto continuara resbalando, deslizándose espiritualmente, que el apóstol Pablo escribió a los corintios. Se puede señalar los capítulos 12 al 14 como el centro o corazón de la primera carta en razón de que en ellos Pablo corrige los errores fundamentales concernientes a los dones. ¿Por qué fueron dados? ¿Cómo fueron repartidos? ¿Cómo debían usarse? Si puede conseguirse que los corintios acepten la corrección del apóstol en los asuntos derivados de estos cuestionamientos, todas las dificultades que enfrentaban serían resueltas y podrían encaminarse a desaparecer completamente.
Infortunadamente el gran objetivo no pudo alcanzarse. El conocimiento limitado que se tiene de la iglesia de Corinto nos permite ver una congregación que continuó en la misma línea de comportamiento general descrito en las cartas y que eventualmente se acabó, murió, juntamente con su ciudad ¡Fue un fracaso y una tragedia! Pero las cartas (inspiradas por el Espíritu Santo) continúan vivas, vigentes y actuales, amonestando, enseñando y corrigiéndonos hoy, a nosotros que vivimos en otra cultura y otra latitud geográfica, con una conceptualización y una filosofía de la vida tan distintas a las de ellos, sin un "predicador, apóstol y maestro" como el que ellos tuvieron el privilegio de tener en su congregación; pero, sin embargo, con una cierta tendencia a ser otra sociedad "corintia" y acusando en cierto y preocupante grado, el creciente fenómeno que llamamos aquí "corintianismo" extendiéndose casi indiscutiblemente por las iglesias locales, por lo que debemos preguntarnos: ¿caeremos en las mismas faltas de los creyentes de la Corinto de la época del apóstol Pablo o sacaremos de lo que observamos de ellos a través de estas cartas el aprendizaje necesario y atenderemos adecuadamente al consejo del Espíritu de Dios a través de Pablo en estos magníficos documentos sagrados?
¡Que Dios nos ayude a cumplir su propósito santo!
INTRODUCCION
Cuando Pablo entró en Corinto, se encontró con una de las ciudades más conocidas de su mundo. Corinto era un centro comercial, religioso, cultural y también de vicio, siendo así muy representativo de nuestra actual civilización.
Se dice que las cartas a los corintios son los libros del Nuevo Testamento que mejor aplican a la segunda mitad del siglo XX en adelante y con sobradas razones.
Pero no era únicamente la ciudad la que guardaba una semejanza trágica con nuestra civilización; también la iglesia de Corinto reflejaba en buena parte las características de la cristiandad de hoy. Jesús dijo dos cosas que debía ser la iglesia en este mundo: "sal" y "luz". La sal que interrumpe o impide el proceso de corrupción y la luz que disipa las tinieblas.
"Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." (Mat.5:13-16)
Jesús explicó que cuando la sal pierde su sabor no sirve ya para nada y la luz escondida no impide la oscuridad. La iglesia de Corinto, no solo se abstenía de refrenar el mal, sino que se contaminaba con él. No proporcionaba luz, sino que estaba en oscuridad. La ciudad de Corinto –su medio, sus vicios, el estilo y filosofía de vida de sus habitantes- afectaba negativamente a la iglesia local. ¡Pero el propósito de Dios era que la iglesia local influenciara en la ciudad!
Pablo llegó a Corinto como cien años después que Julio César hubiese reconstruido la ciudad de una destrucción anterior. Esta era ahora una ciudad nueva que había experimentado un crecimiento y prosperidad muy grandes. Era la capital provincial de Acaya, ubicada en la estrecha franja de tierra entre los puertos de Cencreas y Lequeo. Era muy cosmopolita, pues, recibía viajeros –forasteros, comerciantes- de todas partes del mundo. Además de ser un puerto marítimo importante, también constituía un punto intermedio, obligado, entre Grecia y el Peloponesio. Todo el tráfico militar y comercial del norte y del sur pasaba por Corinto.
Consecuentemente en Corinto florecía la riqueza. La mención que hace Pablo de "oro, plata y piedras preciosas" en 1ªCor.3:12, es para ilustrarles a los creyentes corintios con algo que les era familiar. A solo 16 Kms., de Corinto se celebraban los Juegos Istmicos cada cuatro años. Era el más espléndido y concurrido festival de los griegos. Sus preparativos duraban meses y acudían delegaciones y atletas de todas partes; las competiciones más importantes eran carreras pedestres y la lucha libre. Pablo se refiere a esto en 1ªCor.9:24-27.
La acrópolis dominaba la ciudad desde un lugar alto y como que el edificio controlaba la vida de sus habitantes. Allí estaba el templo de afrodita, la diosa del amor y la fertilidad. Mil sacerdotisas ejercían el oficio de la prostitución como parte del culto a esa divinidad. Corinto era una ciudad orientada hacia el vicio. Había en ella hombres prostituídos, quienes con su cabellera larga componían una escena muy corriente en las calles constituyendo el trasfondo del comentario del apóstol Pablo de 1ªCor.11:14, acerca de lo deshonroso que es para un varón dejarse crecer el cabello.
Pablo pasó de Atenas a Corinto, centro de prosperidad, del deporte, de la política y de la inmoralidad. Eso no le produjo el mejor estado de ánimo. Acababa de estar en Atenas donde su experiencia fue bien desalentadora y ahora está en Corinto donde deberá enfrentar más problemas. El Señor tuvo que confortarlo asegurándole Su Presencia y protección a través de una visión.
"el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla y no calles, porque yo estoy contigo y nadie pondrá sobre ti la mano para hacerte mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad." (Hch.18:9-10)
Las primeras personas con quienes Pablo se contactó en Corinto fueron un matrimonio, Aquila y Priscila, quienes habían arribado a la ciudad a causa de la expulsión de judíos de Roma por edicto de Claudio César. Como hacían tiendas, al igual que Pablo, eso facilitó las cosas, de modo que el apóstol pasó a convivir en la misma casa con ellos.
Poco después, Silas y Timoteo, que habían estado en Macedonia, se unieron al grupo y juntamente con Pablo presentaban el evangelio de Jesucristo cada sábado en la sinagoga. Se convirtieron dos hombres influyentes, Justo, vecino de ellos, y Crispo, el principal de la sinagoga. De esa manera se estableció una iglesia neotestamentaria, la cual incluía hombres y mujeres, judíos y gentiles, esclavos, libertos y señores, constituyendo una amalgama de las distintas clases de ciudadanos de Corinto. De eso habla Pablo en 1ªCor.126-31 y 6:9-11.
Alrededor de dos años pasó Pablo en Corinto, enseñando, predicando y organizando la iglesia local. Luego se trasladó a Efeso donde permaneció como tres años. Fue allí donde recibió cartas de los hermanos corintios pidiéndole consejo referente al matrimonio, a los alimentos –la carne- ofrecida a los ídolos en el templo y noticias desalentadoras sobre la situación de la iglesia en Corinto. Para contrarrestar tanto esas corrientes de pensamiento como para responder a las preguntas de los hermanos, el apóstol escribió la primera carta a los corintios.
Primera de Corintios es una carta de enojo, sátira, reprensión, corrección e instrucción. Fue dirigida a una congregación que había sido establecida sobre los mejores cimientos y que había disfrutado de la mejor enseñanza y ejemplos, Imaginemos que oportunidad maravillosa había vivido Corinto con una comunidad de testigos llenos del Espíritu Santo y fundada sobre la seguridad que produce el hecho poderoso de la resurrección de Jesús el Cristo. ¡Pero lastimosamente esa iglesia local fracasó! En lugar de victoria hubo tragedia. En vez de testimonio poderoso hubo deshonra.
"Ciertamente, se oye que hay entre vosotros inmoralidad sexual, y una inmoralidad tal que ni aun entre los gentiles se tolera; tanto, que hay quien tiene la esposa de su padre." (1ªCor.5:1)
En vez de evangelización, hubo un merecido ridículo.
"De manera que, si toda la iglesia se reúne en un lugar y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o no creyentes, ¿no dirán que estáis locos?" (1ªCor.14:23)
El fenómeno del corintianismo.
Aquí podemos notar algunos síntomas de un mal que afecta a muchos y que es llamado "corintianismo", tal como nos lo presenta el Espíritu Santo a través de Pablo, lo cual nos permite descubrir un motivo importante para la inclusión de estas cartas en el Nuevo Testamento, constituyendo una solemne amonestación para los creyentes de todas las épocas: "¡cuídense del corintianismo!".
1. Desconocimiento acerca de lo que Dios les había dado. La iglesia de corinto eran una congregación completamente dotada por el Espíritu Santo.
"de tal manera que nada os falta en ningún don mientras esperáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (1ªCor.1:7).
Pablo dedicó una sección bastante amplia de su primera carta a los corintios para hablarles de ese asunto, intentando aclarárselos, que es el contenido de los capítulos 12, 13 y 14.
2. Inmadurez. Eran una iglesia inmadura. Pablo se los hace notar.
"De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo." (1ªCor.3:1)
De nuevo Pablo se refirió a esto en los capítulos 13:11, 14:20 y en sus últimas palabras en 16:13.
3. Tolerancia equivocada. La iglesia de Corinto toleraba la inmoralidad en su seno. El apóstol se declaró en su carta conmocionado al ver que un miembro de la iglesia vive en inmoralidad con su madrastra, acto que ni siquiera los paganos miraban con agrado.
Se ha sabido que hay entre vosotros fornicación, y fornicación cual ni aún se nombra entre los gentiles; a tal extremo que alguno tiene a la mujer de su padre." (1ªCor.5:1)
Pablo tuvo que recordarles a los creyentes corintios que sus cuerpos eran miembros de Cristo y templos de Su Santo Espíritu.
"No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? ¡De ninguna manera! ¿O no sabéis que el que se une con una prostituta es hecho con ella un solo cuerpo? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une con el Señor, un solo espíritu es con él. Huid de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que el hombre cometa está fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo." (1ªCor.6:15-18)
4. Insensibilidad social. El apóstol les quiso hacer entender que el convite de amor –ágape- que precedía a la Cena del Señor enturbiaba esta celebración solemne por la embriaguez de algunos y por una generalizada actitud de orgullo y despreocupación o desinterés e indiferencia hacia los hermanos pobres de su congregación y la condición o estado espiritual-moral de otros miembros de la misma iglesia local.
"Cuando, pues, os reunís vosotros, eso no es comer la cena del Señor. Al comer, cada uno se adelanta a comer su propia cena; y mientras uno tiene hambre, otro se embriaga. Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo." (1ªCor.11:20-22)
"¡Y vosotros estáis inflados de soberbia! ¿No habría sido preferible llorar, para que el que ha cometido semejante acción fuera expulsado de entre vosotros?" (1ªCor.5:2)
5. Discrepancias doctrinales: herejías. La herejía se infiltraba en la iglesia de Corinto. La doctrina de la resurrección, por ejemplo, era puesta en tela de juicio por algunos miembros de la misma congregación.
Pero si se predica que Cristo resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? (1ªCor.15:12)
En la segunda carta a los corintios Pablo lamenta que ellos ya no puedan ser considerados como "una virgen pura" que se había desposado con Cristo.
porque os celo con celo de Dios, pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo.
Pero me temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros pensamientos se hayan extraviado de la sencillez y la pureza que debéis a Cristo." (2ªCor.11:2-3)
Entonces les manda que se auto examinen, para que se descubran y estén seguros de si están o no en la fe de Cristo.
"Examinaos a vosotros mismos, para ver si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos? ¿No sabéis que Jesucristo está en vosotros? ¡A menos que estéis reprobados!" (2ªCor.13:5)
Tenemos entonces que, Pablo le escribió a una iglesia local a la cual le había dedicado bastante tiempo, esfuerzos y enseñanzas. Una iglesia local que estaba detenida en su desarrollo como tal, aunque dotada perfecta y completamente en sus prácticas cúlticas con dones poderosos por el Espíritu del Señor, pero lastimosamente una iglesia local enferma de inmoralidad en su forma de vivir y herética en su doctrina. ¡Era una catástrofe la iglesia de Corinto!
Las tres grandes analogías.
Es muy importante observar la manera como Pablo trató el problema de la inmadurez de la iglesia de Corinto. Usó tres analogías para describir el desarrollo y el crecimiento espiritual del creyente en la Iglesia: un edificio, una carrera atlética y el cuerpo humano.
1. La analogía del edificio se trata en el capítulo 3 de la primera carta, y básicamente el apóstol dice: "un edificio inacabado es algo desagradable a la vista; acaben lo que yo empecé y miren como sobreedifican."
2. La analogía de la carrera atlética, inspirada en las competencias de los Juegos Istmicos, se encuentra en el capítulo 9 de la misma primera carta y por medio de este ejemplo Pablo dice algo así como que, "una competencia inacabada es un malgasto y una pérdida, sigan adelante, hacia la meta, donde serán premiados."
3. La analogía del cuerpo humano constituye el tema principal del capítulo 12 de la misma carta. De esta forma Pablo dice que, "un cuerpo que no funciona es una tragedia; y un cuerpo que no coopera es un suicidio. No dividan el cuerpo con sus egoísmos y comportamientos infantiles buscando dones espectaculares."
Las tres analogías indican que el fracaso de la iglesia de Corinto consistió en no acabar lo que Dios había empezado entre ellos. ¡Padecieron de un crecimiento detenido!
Lo que no es la inmadurez
Quiero aquí destacar otro asunto que considero de mucha importancia, y es el referido a la inmadurez del creyente, pero desde el punto de vista poco discutido de "qué no es" la inmadurez espiritual.
1. En primer lugar, debo señalar que, inmadurez espiritual no es falta de dones espirituales. Notemos que los corintios los poseían todos, según el mismo Pablo les quiso hacer caer en cuenta.
Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús, pues por medio de él habéis sido enriquecidos en todo, en toda palabra y en todo conocimiento, en la medida en que el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado entre vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don mientras esperáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (1ªCor.1:4-7).
Resulta bien interesante observar que, inmediatamente después de hacer mención acerca de la existencia de facultades espirituales en medio de la congregación, el apóstol pasó a referirse a la división interna existente entre ellos.
Os exhorto, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que os pongáis de acuerdo y que no haya más disensiones entre vosotros, sino que estéis completamente unidos en la misma mente y en el mismo parecer." (1ªCor.1:10)
¡Poseer dones espirituales no es garantía de una gran espiritualidad!
2. La inmadurez espiritual no es producida por falta de conocimiento necesariamente. Los corintios eran grandes admiradores y cultores de la sabiduría y la erudición, por obvias razones. El apóstol Pablo los amonesta precisamente sobre esto en los dos primeros capítulos de la primera carta y les aconseja lo siguiente:
Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros cree ser sabio en este mundo, hágase ignorante y así llegará a ser verdaderamente sabio. La sabiduría de este mundo es insensatez ante Dios, como está escrito: El prende a los sabios en la astucia de ellos." (1ªCor.3:18-19)
Dicho en otras palabras: "obtengan la sabiduría en la fuente adecuada. Porque la sabiduría de este mundo es locura para Dios" Y de nuevo en la segunda carta a los corintios el apóstol toca el asunto, diciendo:
"derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2ªCor.10:5).
La mejor educación, con todo lo admirable y deseable como pueda ser o parecer, no es la respuesta a la inmadurez espiritual; no la ayuda a superar.
3. La inmadurez espiritual tampoco es necesariamente resultado de una supuesta carencia de "buena enseñanza". Consideremos atentamente el caso de la iglesia local de Corinto. Tuvieron la mejor enseñanza. De hecho tuvieron a uno de los mejores maestros del evangelio: Pablo. Y el mismo Pablo les dijo que ellos habían recibido la mejor enseñanza del Espíritu Santo.
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido. De estas cosas hablamos, no con palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual." (1ªCor.2:12-13)
¡Esto es algo que no ponemos en duda, y de ninguna manera puede ser mejorado!
De modo que la iglesia de Corinto poseía todos los dones, estaban bien enseñados en La Palabra y fueron instruidos en la vida cristiana por los mejores maestros. Sin embargo, ¡eran carnales y niños!
Características sintomáticas de la inmadurez espiritual de la Iglesia
¿Cuáles podrían ser como síntomas de real inmadurez espiritual en la iglesia local de Corinto?
1. Muy común es la actitud llamada egoísmo. Por naturaleza los niños son egoístas. Es fácil observar como las primeras palabras que los niños bien pequeños balbucean son "yo", "mi" o "mío", vocabulario que no sólo es limitadísimo, sino que también refleja el egoísmo natural de ellos. Es lo mismo que ocurre con los "niños espirituales" o "niños en Cristo", cualquiera sea su edad. Los corintios se denunciaban entre sí, se acusaban recíprocamente porque entre ellos mismos se sentían "defraudados". Entonces Pablo les dice:
Ciertamente, ya es una falta en vosotros que tengáis pleito entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?" (1ªCor.6:7)
¡Eran egoístas! Usaban de forma incorrecta, inadecuada e inconveniente su libertad cristiana sin detenerse a pensar en lo que tales actitudes y comportamientos podría acarrear, tanto a ellos como a tantas otras personas.
Pero procurad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles, porque si alguien te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar dedicado a los ídolos, la conciencia de aquél, que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y así, por tu conocimiento, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano." (1ªCor.8:9-13)
¡Eran egoístas! Cuando se llenaban de comida en los "ágapes" mientras sus hermanos más pobres pasaban hambre. ¡Puro egoísmo! Bebían hasta emborracharse sin considerar las consecuencias de su acción irresponsable. Su egoísmo los hacía ignorantes en lo concerniente al uso adecuado de los dones espirituales. No eran ignorantes acerca de los dones, pues, los poseían todos, según Pablo, pero si acusaban gran ignorancia acerca del verdadero valor, lugar y propósito de esos dones. Los corintios usaban los dones para su egoísta edificación (satisfacción particular o propia) en desmedro de los demás miembros de la iglesia local, práctica esta que el apóstol Pablo reprendió según leemos en los capítulos 12 al 14 de esta primera carta.
2. Una segunda cosa que debe señalarse como síntoma de inmadurez espiritual es la división. Los corintios estaban divididos entre sí en torno a diferentes personalidades o líderes eclesiales o espirituales. Existía entre ellos el partido de pablo, el de Apolos, el de Cefas (Pedro) y hasta el de Cristo, según leemos en 1ªCor.1:12. Cuando Clemente de Roma escribió a esta misma iglesia local de Corinto por el año 97 d.C. aproximadamente, como 38 o 40 años después, tuvo que tratar los mismos problemas, como este de la división interna en la congregación de Corinto, ¡por su insuperada inmadurez! Pablo intenta hacerles comprender la relación existente entre la infantilidad de ellos y la división poniendo juntos ambos conceptos, según leemos en 1ªCor.3:1-9.
Indudablemente la división pudiera darse como algo positivo si las circunstancias así lo exigen. Por ejemplo, según 1ªCor.10:20-21, los creyentes deben apartarse –no tener comunión- con quienes rinden culto -y el culto mismo- a los demonios o los ídolos. En 2ªCor.6:14-17, Pablo exhorta a los creyentes de Corinto a evitar –apartarse de- la injusticia, la oscuridad, la impureza y los ídolos. Todo eso implica un cierto sentido de "división"; es decir poner distancia entre eso y uno como creyente. Pero nada puede aducirse para que se de una separación –división- entre los hermanos en torno a diferentes personas. ¡Tal división es señal inequívoca de inmadurez espiritual!
3. Podemos señalar como un tercer síntoma de inmadurez espiritual a la luz del caso de la iglesia de Corinto el pésimo hábito de la crítica. Los corintios menospreciaban a Pablo considerando que cualquiera de ellos aventajaba al apóstol y lo superaban espiritualmente. Pablo les dice:
En cuanto a mí, en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros o por tribunal humano. ¡Ni aun yo mismo me juzgo! Aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor." (1ªCor.4:3-4)
En el versículo 8 de este mismo capítulo leemos una afirmación de Pablo cargada de ironía:
Ya estáis saciados, ya sois ricos, sin nosotros reináis. ¡Y ojalá reinarais, para que nosotros reináramos juntamente con vosotros!"
Y en la segunda carta, en una referencia que el apóstol hace de ellos podemos notar la mala actitud de los corintios en relación con el ministerio de Pablo:
A la verdad, algunos dicen que las cartas son duras y fuertes, pero que la presencia corporal es débil y la palabra despreciable.
Esto tenga en cuenta tal persona, que así como somos en la palabra por cartas, estando ausentes, lo seremos también en hechos, estando presentes." (2ªCor.10:10-11)
¡Era una crítica bien cáustica –altamente corrosiva o dañina- y supremamente despectiva, lo que inequívocamente demuestra el grado tan alto de inmadurez espiritual de los creyentes corintios!
4. Ahora, señalemos como un cuarto síntoma de inmadurez espiritual, de desarrollo detenido de la iglesia de Corinto, la postura totalmente equivocada de tolerancia del mal en la Iglesia local. Su sensibilidad hacia el pecado se había realmente cauterizado. Lo que antes les causaba repulsión, ahora ya no les afectaba en lo más mínimo. No veían nada malo en litigar ante los tribunales civiles, delante de los incrédulos. La inmoralidad sexual en la iglesia no les molestaba en absoluto. Su indulgencia hacia los pecados de la carne, de los cuales habían sido liberados por el poder del evangelio de Jesucristo al principio, era una actitud bien cultivada y extendida y gozaba de la aceptación de todos ellos. La glotonería y la borrachera eran algo común y corriente ¡en la mesa del Señor! ¡Eran una situación, un estado moral y una condición espiritual absolutamente deplorables! Pero aún así los hermanos corintios vivían convencidos de haber alcanzado una buena talla o estatura espiritual y pretendían demostrarlo por medio de dones espirituales (principalmente "lenguas") que los situaban, según su propia opinión, por encima de cualquier otra iglesia local y hasta del mismo apóstol Pablo, o de quien fuera.
Conclusión a nuestra Introducción
Fue para corregir tales conceptos tan erróneos y para impedir que la iglesia de Corinto continuara resbalando, deslizándose espiritualmente, que el apóstol Pablo escribió a los corintios. Se puede señalar los capítulos 12 al 14 como el centro o corazón de la primera carta en razón de que en ellos Pablo corrige los errores fundamentales concernientes a los dones. ¿Por qué fueron dados? ¿Cómo fueron repartidos? ¿Cómo debían usarse? Si puede conseguirse que los corintios acepten la corrección del apóstol en los asuntos derivados de estos cuestionamientos, todas las dificultades que enfrentaban serían resueltas y podrían encaminarse a desaparecer completamente.
Infortunadamente el gran objetivo no pudo alcanzarse. El conocimiento limitado que se tiene de la iglesia de Corinto nos permite ver una congregación que continuó en la misma línea de comportamiento general descrito en las cartas y que eventualmente se acabó, murió, juntamente con su ciudad ¡Fue un fracaso y una tragedia! Pero las cartas (inspiradas por el Espíritu Santo) continúan vivas, vigentes y actuales, amonestando, enseñando y corrigiéndonos hoy, a nosotros que vivimos en otra cultura y otra latitud geográfica, con una conceptualización y una filosofía de la vida tan distintas a las de ellos, sin un "predicador, apóstol y maestro" como el que ellos tuvieron el privilegio de tener en su congregación; pero, sin embargo, con una cierta tendencia a ser otra sociedad "corintia" y acusando en cierto y preocupante grado, el creciente fenómeno que llamamos aquí "corintianismo" extendiéndose casi indiscutiblemente por las iglesias locales, por lo que debemos preguntarnos: ¿caeremos en las mismas faltas de los creyentes de la Corinto de la época del apóstol Pablo o sacaremos de lo que observamos de ellos a través de estas cartas el aprendizaje necesario y atenderemos adecuadamente al consejo del Espíritu de Dios a través de Pablo en estos magníficos documentos sagrados?
¡Que Dios nos ayude a cumplir su propósito santo!
jueves 5 de febrero de 2009
Los Nueve Dones de 1. Corintios 12:7-8 (Parte 3)
Por Julio César Clavijo Sierra
3. El Don de Fe
La palabra griega que traduce fe es “pistis” y significa convicción, seguridad, certeza y dependencia en Dios (Hebreos 11:1). Es tener confianza en lo que Dios nos ha revelado en su Palabra y dar por hecho todas aquellas verdades, es estar fundamentados en la doctrina que es conforme a la piedad (1. Timoteo 6:3, 3:16), es comprender y aceptar que Dios fue manifestado en carne, por lo cual la fe está firme cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador (2. Timoteo 2:19).
Tenemos confianza en la Palabra de Dios por las profecías que se han cumplido, y sabemos que lo que aun falta por cumplirse se cumplirá, porque fiel es el que lo prometió (Hebreos 10:23, 11:11, 2. Corintios 5:7, Apocalipsis 21:5). El cielo y la tierra pasaran, pero no la Palabra de Dios (Mateo 24:35, Marcos 13:31, Lucas 21:33).
La fe genuina está basada en el Dios que se ha revelado en la Santa Escritura, y por eso la fe del cristiano se perfecciona en el conocimiento y asimilación de la Palabra de Dios. De ahí que la fe venga ya sea por oír la Palabra de Dios (Romanos 10:17) y/o por escudriñar la Santa Escritura que es la que da testimonio de aquel Dios de amor que fue manifestado en carne como Jesucristo (Juan 5:39).
La fe verdadera está fundada en Dios, y no en los ídolos, en los amuletos o en las imágenes. Ni siquiera se trata de aquello que la filosofía de la Nueva Era ha llamado energía positiva o poder mental, pues el objeto de la verdadera fe no está en la capacidad mental del hombre, sino en el Dios omnipotente (Salmo 20:7).
Todos los verdaderos creyentes tenemos fe en Dios. Primero, tenemos esa fe salvadora que nos ha llevado a conocerle y aceptarle como nuestro salvador, y aunque sabemos que todavía no estamos en la morada eterna de los redimidos (la Nueva Jerusalén), lo damos por hecho, porque por fe andamos no por vista (2. Corintios 5:7, Romanos 1:17, Gálatas 3:11). Sabemos que nuestra salvación no es por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho sino por la misericordia del Señor Jesús, por el lavamiento de la regeneración [el bautismo en el nombre de Jesús], y por la renovación en el Espíritu Santo [el bautismo del Espíritu Santo] (Tito 3:5). Pero también sabemos que la verdadera fe produce obras de justicia, pues la fe sin obras es una fe muerta (Santiago 2:26). Los creyentes tenemos esta confianza en Dios, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye (1. Juan 5:14).
Después de esta reflexión sobre la fe, podemos pasar a definir el don de fe, como una medida extraordinaria de fe que opera un creyente (o un grupo de creyentes) para una necesidad especifica, en la cual la naturaleza o las posibilidades humanas no tienen ninguna oportunidad, y solo se puede esperar una acción sobrenatural de parte de Dios. Es una fe que permite obtener la victoria a pesar de que todas las circunstancias sean adversas.
Por ejemplo, el apóstol Pablo, tuvo fe para ser librado de la muerte, luego de ser mordido por una víbora muy venenosa, y no padeció daño alguno (Hechos 28:3-6).
3. El Don de Fe
La palabra griega que traduce fe es “pistis” y significa convicción, seguridad, certeza y dependencia en Dios (Hebreos 11:1). Es tener confianza en lo que Dios nos ha revelado en su Palabra y dar por hecho todas aquellas verdades, es estar fundamentados en la doctrina que es conforme a la piedad (1. Timoteo 6:3, 3:16), es comprender y aceptar que Dios fue manifestado en carne, por lo cual la fe está firme cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador (2. Timoteo 2:19).
Tenemos confianza en la Palabra de Dios por las profecías que se han cumplido, y sabemos que lo que aun falta por cumplirse se cumplirá, porque fiel es el que lo prometió (Hebreos 10:23, 11:11, 2. Corintios 5:7, Apocalipsis 21:5). El cielo y la tierra pasaran, pero no la Palabra de Dios (Mateo 24:35, Marcos 13:31, Lucas 21:33).
La fe genuina está basada en el Dios que se ha revelado en la Santa Escritura, y por eso la fe del cristiano se perfecciona en el conocimiento y asimilación de la Palabra de Dios. De ahí que la fe venga ya sea por oír la Palabra de Dios (Romanos 10:17) y/o por escudriñar la Santa Escritura que es la que da testimonio de aquel Dios de amor que fue manifestado en carne como Jesucristo (Juan 5:39).
La fe verdadera está fundada en Dios, y no en los ídolos, en los amuletos o en las imágenes. Ni siquiera se trata de aquello que la filosofía de la Nueva Era ha llamado energía positiva o poder mental, pues el objeto de la verdadera fe no está en la capacidad mental del hombre, sino en el Dios omnipotente (Salmo 20:7).
Todos los verdaderos creyentes tenemos fe en Dios. Primero, tenemos esa fe salvadora que nos ha llevado a conocerle y aceptarle como nuestro salvador, y aunque sabemos que todavía no estamos en la morada eterna de los redimidos (la Nueva Jerusalén), lo damos por hecho, porque por fe andamos no por vista (2. Corintios 5:7, Romanos 1:17, Gálatas 3:11). Sabemos que nuestra salvación no es por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho sino por la misericordia del Señor Jesús, por el lavamiento de la regeneración [el bautismo en el nombre de Jesús], y por la renovación en el Espíritu Santo [el bautismo del Espíritu Santo] (Tito 3:5). Pero también sabemos que la verdadera fe produce obras de justicia, pues la fe sin obras es una fe muerta (Santiago 2:26). Los creyentes tenemos esta confianza en Dios, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye (1. Juan 5:14).
Después de esta reflexión sobre la fe, podemos pasar a definir el don de fe, como una medida extraordinaria de fe que opera un creyente (o un grupo de creyentes) para una necesidad especifica, en la cual la naturaleza o las posibilidades humanas no tienen ninguna oportunidad, y solo se puede esperar una acción sobrenatural de parte de Dios. Es una fe que permite obtener la victoria a pesar de que todas las circunstancias sean adversas.
Por ejemplo, el apóstol Pablo, tuvo fe para ser librado de la muerte, luego de ser mordido por una víbora muy venenosa, y no padeció daño alguno (Hechos 28:3-6).
miércoles 4 de febrero de 2009
Los Nueve Dones de 1. Corintios 12:7-8 (Parte 2)
Por Julio César Clavijo Sierra
2. El Don de Palabra de Ciencia o Palabra de Conocimiento:
2. El Don de Palabra de Ciencia o Palabra de Conocimiento:
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La palabra griega que traduce conocimiento es “gnosis” y significa conocimiento y ciencia.
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Uno es el conocimiento que los hombres han adquirido por el esfuerzo humano y otro es el conocimiento que proviene de Dios.
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El hombre se esfuerza por adquirir conocimiento, pero a pesar de todo su empeño, debe reconocer que todo su conocimiento es incompleto y que incluso puede ser vano. “Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12).
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El hombre debe anhelar el conocimiento que proviene de Dios. “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová” (Jeremías 9:23-24).
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El conocimiento completo se halla solamente en Cristo. Cuando entendemos el misterio de Dios Padre manifestado en Cristo, hallamos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Colosenses 2:2-4). Cristo es la expresión y la revelación completa de Dios porque en él "habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (Colosenses 2.9). Si alguno quiere ver a Dios tiene que mirar a Cristo, porque Cristo es Dios mismo manifestado en carne. El conocimiento de Cristo es el que nos hace libres (Juan 8:32).
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En su sentido primario, el don de Palabra de Ciencia, tiene que ver con la capacidad de adquirir información correcta sobre las verdades bíblicas y de exponerlas con claridad y precisión ante otras personas. Sin embargo, este don también incluye la revelación que Dios le da a algún hermano o hermana, comunicándole algún asunto que es necesario que sea conocido para responder a una necesidad específica. Por ejemplo, Dios le reveló de manera milagrosa al apóstol Pedro que Ananías y Safira se habían puesto de acuerdo para mentir en lo relacionado con el valor de la venta de su heredad (Hechos 5:1-7).
martes 3 de febrero de 2009
Los Nueve Dones de 1. Corintios 12:7-8 (Parte 1)
Por Julio César Clavijo Sierra
La palabra griega que traduce sabiduría es “sofía” y significa perspicacia, conducta prudente y sano juicio. La sabiduría es mucho más que conocimiento, ya que la sabiduría utiliza el conocimiento para tomar decisiones correctas.
“Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu” (1. Corintios 12:7-8).
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1. Corintios 12 menciona nueve dones del Espíritu que son (1) palabra de sabiduría, (2) palabra de ciencia, (3) fe, (4) sanidad, (5) milagros, (6) profecía, (7) discernimiento de espíritus, (8) diversos géneros de lenguas, e (9) interpretación de lenguas.
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Esto no quiere decir que estos sean los únicos dones que el Espíritu Santo ha dado a su iglesia. No obstante, el estudio de estos nueve dones, es un tema fascinante, que capacitará a los creyentes, para conocer las virtudes que Dios ha dejado a disposición de la iglesia.
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La Iglesia necesita hoy día de la operación de los dones del Espíritu Santo, para magnificar la obra de Dios, y para frustar las obras de las tinieblas. Por eso es necesario que los dones sean operados en amor hacia Dios y hacia nuestro prójimo.
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1. El Don de Palabra de Sabiduría:
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La palabra griega que traduce sabiduría es “sofía” y significa perspicacia, conducta prudente y sano juicio. La sabiduría es mucho más que conocimiento, ya que la sabiduría utiliza el conocimiento para tomar decisiones correctas.
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Una es la sabiduría humana y otra es la sabiduría que proviene de Dios. En muchas ocasiones los hombres que no conocen a Dios pueden obrar inteligentemente de acuerdo con el conocimiento que han adquirido por medio de habilidades puramente humanas. No obstante, la sabiduría que viene del Altísimo, nos enseña que para empezar a ser sabio se debe temer a Dios. “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; su loor permanece para siempre” (Salmo 111:10). “la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía” (Santiago 3:15).
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Nosotros somos sabios cuando Dios nos da a conocer el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, ya que Dios “hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Efesios 1:8-10).
Como hemos visto, todos los verdaderos cristianos tenemos la sabiduría que viene de lo alto, “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. (Santiago 1:5-7).
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Sin embargo, aunque todos los miembros de la iglesia gozan de la sabiduría que viene de lo alto, Dios ha dado el don de Palabra de Sabiduría, para revelar a sus hijos la mejor forma de proceder ante una necesidad particular. Dios puede revelar esta palabra de sabiduría directamente al creyente necesitado, por ejemplo cuando Dios le mostró por visión al apóstol Pablo que fuera a Macedonia en lugar de ir a Bitinia, dando por cierto que Dios los llamaba a anunciar el evangelio en ese lugar (Hechos 16:6-10). En otras ocasiones, Dios da la palabra de sabiduría a un creyente para que este aconseje a otro u otros, por ejemplo el apóstol Pablo (quien no era un marinero profesional) le declaró a unos experimentados marineros que no era aconsejable continuar su viaje porque de seguro les iba a venir grande ruina. Ellos no hicieron caso de esta palabra de sabiduría y fueron victimas de un naufragio (Hechos 27).
Etiquetas: LOS DONES DEL ESPIRITU SANTO
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