IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA DE COLOMBIA LA PINTADA ANTIOQUIA COLOMBIA

SOMOS UNA PAGINA CRISTIANA PARA LA HONRA Y GLORIA DE JESUCRISTO

martes, 21 de diciembre de 2010

REFLEXIONES SOBRE JUAN 17-5

Reflexiones Sobre Juan 17:5

Por Daniel L. Segraves


En su oración, poco antes de ser traicionado y arrestado en Getsemaní, Jesús dijo: "Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese" (Juan 17:5). ¿Estas palabras prueban que el Hijo es eternamente una persona divina y distinta del Padre?

Cuando consideramos las oraciones de Jesús, debemos tener en cuenta que sus oraciones son exclusivas de la encarnación. Lo que esto significa, es que no tenemos ningún registro bíblico del Hijo orando al Padre antes de la encarnación. Aunque algunas oraciones del Mesías se registran en las Escrituras hebreas y específicamente en los Salmos, estas oraciones forman parte del contenido profético del Antiguo Testamento. En otras palabras, no indican que las oraciones se realizaron antes de que el texto fuera escrito, ni tampoco que se escribieron mientras que las oraciones se realizaban; en cambio, son profecías de las oraciones que el Mesías oró cuando vino al mundo. Por ejemplo, las palabras de una oración mesiánica se registran en el Salmo 40:6-8a: "Sacrificio y ofrenda no te agrada, has abierto mis oídos; Holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado". El escritor de Hebreos registra esta oración que Jesús oró "entrando en el mundo" (Hebreos 10:5). El punto es que las palabras de la oración fueron escritas por David, un profeta (véase Hechos 2:30), pero en realidad aquella oración no fue hecha sino hasta que Jesús vino al mundo como Dios manifestado en la existencia humana (1. Timoteo 3:16).

Otro ejemplo se encuentra en Hebreos 1:6. Esto demuestra que no sólo son las oraciones de Jesús, sino que también son proféticas las palabras del Padre relacionadas con su Hijo, que se encuentran en el Antiguo Testamento. De acuerdo con Hebreos 1:6, Dios dijo: "adórenle todos los ángeles de Dios" [Note que según Hebreos 1:2, aquí se está hablando del Hijo]. Sin embargo, estas palabras no fueron dichas por Dios antes de la encarnación, sino "cuando introduce al Primogénito en el mundo" (Hebreos 1:6).

Juan 17:5, al igual que todas las oraciones de Jesús, debe ser entendida en el contexto de la encarnación. Hay que tener en cuenta que Jesús es a la vez Dios y hombre. La divinidad y la humanidad de Jesús no pueden ser divididas y considerarse en forma aislada la una de la otra. Todo lo que Jesús hizo y dijo, lo hizo y dijo desde lo que Él es, Dios manifestado en una existencia humana auténtica y plena. Así, cuando Jesús se refirió a la "gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese", dichas palabras no se refieren a una cierta gloria que Él tuvo con su Padre como una persona distinta en la Deidad, sino a la gloria que llegó a tener como Hijo, es decir como Dios manifestado en carne [en la existencia humana]. Dado que la encarnación no había ocurrido todavía antes de que el mundo fuese, se trataba de una gloria anticipada que era una realidad, en la medida en que ya existía en la mente de Dios a pesar de que no había ocurrido todavía en el tiempo. Esto se parece mucho a la descripción que Juan da acerca del Mesías como el "Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo" (Apocalipsis 13:8). Aunque la palabra traducida como "inmolado" o "muerto" (esphagmenou) es un participio perfecto pasivo, lo que indicaría que el asesinato ocurrió en el pasado, no obstante los lectores de la Biblia instintivamente entendemos que esto no quiere decir que Jesús fue crucificado en el momento en que el mundo fue creado, sino que su crucifixión se previó en la mente de Dios.

Si las palabras de Jesús en Juan 17:5 no tienen en cuenta su humanidad; es decir, si no reflejan la realidad de la encarnación, nos quedamos con un "Jesús nestoriano" [1], cuya Deidad y humanidad no fueron integradas en una sola persona, pues podría en un momento hablar y actuar como un simple hombre sin tener en cuenta su Deidad, y podría en el siguiente momento hablar y actuar como Dios, sin tener en cuenta su humanidad. En otras palabras, cuando Jesús dijo "yo", se refirió a sí mismo como lo que realmente era: Dios y hombre o el Dios-hombre. Jesús nunca dijo "yo", para referirse exclusivamente a su Deidad o a su humanidad. En la encarnación, la humanidad se incorporó a la divinidad de Jesús y todo lo que dijo e hizo refleja esta realidad. Como se ha dicho, somos cuerpo y alma; pero Jesús es Dios, y cuerpo y alma.

Desde el punto de vista de la cristología, lo que hemos dicho aquí refleja la enseñanza general de ambas, las Escrituras hebreas y griegas. Pero ahora debemos considerar si Juan 17:5 se puede leer de una manera que no entre en conflicto con la integridad de la persona de Cristo.

En primer lugar, incluso antes de examinar el texto griego, debemos preguntarnos: ¿Si Jesús es verdaderamente Dios, qué necesidad tenía de orar? Para algunos, la oración de Jesús demuestra que Él no es Dios. Para otros, el hecho de que Él es Dios, demuestra que sus oraciones estaban destinadas simplemente a ser un ejemplo para nosotros. Es seguro decir que la mayoría de los que creen tanto en la divinidad como en la humanidad de Cristo, también creen que las oraciones de Jesús fueron auténticas y que reflejan el hecho de que Jesús no sólo es Dios, sino también hombre. No es porque sea Dios que Jesús necesitó orar, sino porque Él también es humano. En otras palabras, Jesús oró por la misma razón que los seres humanos necesitamos orar. El hecho de que Él sea un ser humano en el que habita la plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9), no va en detrimento de la autenticidad de su humanidad. Esto no imposibilitó a Jesús de comer, dormir o participar de toda la gama de actividades humanas. Tampoco lo imposibilitó de orar. Esto está ligado al milagro de la encarnación, y los intentos humanos por explicar este misterio siempre van a fallar. Los milagros deben ser aceptados por lo que son, y por eso quedan totalmente fuera del alcance de la comprensión o explicación humana.

Hay dos palabras en el texto griego de Juan 17:5, que algunos insisten en que demuestran que Jesús es distinto del Padre como un Hijo eterno. La primera es ‘eichon’, traducida como "que tuve". Dado que ‘eichon’ está en el imperfecto tenso, voz activa y modo indicativo (significando literalmente "yo tuve"), y dado que la voz activa significa que es el sujeto quien actúa (en este caso Jesús), y puesto que el modo indicativo confirma la realidad de la acción desde el punto de vista del hablante [2], se ha llegado a afirmar que esto significa que Jesús existía antes de la encarnación como el Hijo eterno. Los proponentes de esta idea, reflexionan que ya que el Hijo es quien dice haber tenido la gloria, y puesto que este "tener" se refiere a antes de que el mundo fuese, entonces el Hijo tiene que haber poseído gloria con el Padre antes de que el mundo fuese, como una persona real y distinta del Padre.

Pero si Jesús, que es a la vez Dios y hombre, tuvo gloria con el Padre antes que el mundo fuese - y ciertamente la tuvo, como se indica en Juan 17:5 – entonces la tuvo porque Él es el mismo Padre quien llegado un tiempo específico se manifestó en carne. Jesús no podía orar desde la perspectiva de su Deidad, haciendo caso omiso de su humanidad; del mismo modo que nosotros no podríamos orar desde la perspectiva de la parte material de nuestra existencia, ignorando lo inmaterial. Ninguna analogía es suficiente para explicar un milagro, pero Jesús no puede ser bifurcado de modo que su Deidad o humanidad sean irrelevantes en cualquiera de sus palabras o hechos. Si antes de la creación del mundo Jesús poseía la gloria con el Padre que se refiere a su Deidad, entonces al mismo tiempo Él debió haber poseído la gloria con el Padre que se refiere a su humanidad. Sin embargo, ¡pocos sugerirían que la humanidad de Jesús existió antes de la encarnación!

Los que desean resaltar la forma imperfecta, activa e indicativa de ‘eichon’ en Juan 17:5 para demostrar la supuesta eternidad del Hijo, leen más allá del imperfecto tenso que está allí. Aunque el tiempo imperfecto expresa una acción continua en el pasado, no dice nada sobre el origen o la terminación de la acción, o sobre la duración de la acción continuada. En otras palabras, el imperfecto tenso no es un "eterno" tenso. Aunque no especifica el origen o la terminación de la acción, este describe que la acción en curso tiene de hecho un punto de origen. En este caso, Jesús tuvo gloria con el Padre antes de que el mundo fuese, pero el imperfecto tenso no nos informa sobre el principio o la duración de la posesión de esta gloria. Decir que el imperfecto tenso indica una acción continua en el pasado, es una presentación incompleta de su función. El imperfecto puede ser descriptivo, ya que presenta claramente la acción continuada en el pasado, y al igual que una película, este muestra el movimiento de un acontecimiento. Nada acerca del uso del imperfecto, dirige hacia el origen, hacia el final, o aún da una idea de la falta de un origen o un final. Por otra parte, el imperfecto puede ser iterativo, mostrando a la acción continua o repetida en el pasado. En este caso, la acción se produce de nuevo una y otra vez. Entonces, el imperfecto puede ser inicial, acentuando el principio de la acción más bien que su progreso [3].

En cuanto a la utilización del imperfecto se refiere, todo lo que Juan 17:5 nos dice, es que en algún momento del pasado, y en concreto antes de que el mundo fuese, Jesús tuvo gloria con el Padre. El versículo no nos dice cuánto tiempo tuvo esa gloria, ni tampoco nos dice si Él tuvo dicha gloria después de la creación del mundo. Jesús no dijo que Él tuvo esa gloria antes de la encarnación. Si Él hubiera dicho esto, entonces sí podríamos asumir que la encarnación fue la razón de que Él ya no tuviera más esa gloria. Pero si la encarnación fue el motivo de que Jesús ya no tuviera esa gloria, ¿cómo podría aquella gloria serle restaurada dado que la encarnación estará vigente por toda la eternidad? (Filipenses 3:21, Apocalipsis 22:4). Parece mucho más satisfactorio para entender a Jesús, referirse a la gloria que le perteneció en previsión a toda la gama de sus experiencias de encarnación, incluyendo no sólo su manifestación en carne, sino también su muerte, sepultura y resurrección. Como escribió Pablo, Jesús fue declarado Hijo de Dios por la resurrección de entre los muertos (Romanos 1:4). Si la gloria por la que Jesús oró implica tanto su Deidad como su humanidad, la posesión previa de esta gloria también implicó tanto su Deidad como su humanidad, o no habría sido la misma gloria.

¿En qué sentido Jesús, como Dios manifestado en carne, poseyó la gloria con el Padre antes que el mundo fuese? La respuesta a esta pregunta puede encontrarse en el rango posible de significados de las palabras ‘para soi’, comúnmente traducidas como "contigo". La preposición ‘para’, cuando es utilizada en el caso dativo, incluye los significados "con" o "al lado", con la posición implícita [4]. Pero esto no agota la gama de significados posibles de ‘para’ en el caso dativo. De hecho, un asunto inquietante surge de inmediato al imaginar una ubicación física desprendida de la oración de Jesús, ya sea que uno abrace una perspectiva trinitaria, o que uno crea en la Unicidad de Dios. Por lo general, se entiende que es inadecuado pensar en términos de ubicación o posición física cuando se piensa en Dios. Por ejemplo, los eruditos bíblicos comúnmente explican las referencias a la "diestra de Dios" en términos metafóricos. Por ejemplo, F.F. Bruce, hace el siguiente comentario a Hebreos 1:3:

"Aquí ninguna ubicación literal es requerida, y así fue entendido por los cristianos de la época apostólica, como lo es por nosotros: ellos sabían que Dios no tiene ninguna mano derecha física o material en el trono donde el Cristo ascendido se sienta ‘al lado’ de Él; para ellos aquel lenguaje denotó la exaltación y la supremacía de Cristo, tal como significa para nosotros" [5].

Insistir en que se lea ‘para soi’ con su referencia más simple y limitada a la ubicación física, es imponer un significado literalmente materialista al texto. Cuando hablamos de Dios - una vez más, tanto desde una perspectiva trinitaria o desde la visión de la Unicidad - ¿en qué sentido podría decirse que el Hijo se posicionó con, o al lado del Padre antes de que el mundo fuese? Si descendemos por el camino de imaginarnos una ubicación física con relación a Dios, pronto nos convertiremos en diteístas o triteístas.

Pero esta opción no es necesaria. Cuando ‘para’ se utiliza en el caso dativo, tiene una gama más amplia de significados que simplemente "con" o "al lado". Como lo señala el Léxico Louw-Nida, ‘para’ con el dativo incluye dentro de su gama de significados "en la opinión de", desde el punto de vista de un participante, marcando a un participante cuyo punto de vista es relevante para un evento. Así, ‘para’ se puede traducir "en la vista de, en opinión de, en el juicio de". [6] Ciertamente Jesús, que comprendió más claramente que nadie que Dios es Espíritu, no quiso decir con ‘para soi’ que el Padre ocupa un espacio físico o que tiene una ubicación física y que Él, Jesús, se colocó a un lado físico del Padre antes de que el mundo fuese. Sin embargo, nada impediría la traducción "la gloria que yo tuve en tu punto de vista", "en tu opinión" o "en tu juicio" antes de que el mundo fuese. Esto evita el problema de la ubicación física dentro de la Divinidad y captura la esencia de la misma idea que transmite Apocalipsis 13:8.

El Hijo estaba con el Padre antes de que el mundo existiese, en el mismo sentido en que fue inmolado desde la fundación del mundo. El asesinato de Jesús requirió de la encarnación. La encarnación solo se produjo en el tiempo y el espacio hasta una fecha específica del calendario. Sin embargo, Juan declaró que el Cordero fue inmolado mucho antes de esa fecha específica. De hecho, la Nueva Traducción Vida, presenta así a Apocalipsis 13:8: "Y todas las personas que pertenecen a este mundo adoraron a la bestia. Son aquellos cuyos nombres no fueron escritos en el Libro de la Vida que pertenece al Cordero, que fue asesinado antes de que el mundo fuese hecho". Si Jesús, el Cordero, pudo morir antes de que el mundo fuese hecho, entonces Él también pudo tener la gloria con el Padre antes de que el mundo fuese. Lo uno requiere de lo otro.

Jesús pudo decir que Él tuvo esa gloria en el pasado, con tanta seguridad como Juan pudo decir que Jesús fue asesinado en el pasado. Lo que existe en la mente de Dios es una realidad tan segura, que se da por hecho de que existe materialmente. El Señor conocía a Jeremías, aún antes de que Jeremías fuera formado en la matriz (Jeremías 1:5). Él declaró a Ciro como su siervo, más de un siglo antes de que Ciro hubiese nacido (Isaías 44:28; 45:1). El cambió el nombre de Abram (padre enaltecido) a Abraham (padre de muchedumbre) antes de que Abraham tuviera un descendiente. Dios puede hacer esto porque "da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen" (Romanos 4:17). Jesús es el propio Dios, por lo tanto, Él pudo decir: "Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese". Dado que Él es Dios (el Padre) manifestado en una existencia humana, esta oración debe ser entendida en el contexto de su manifestación en carne. Él tuvo esta gloria como Dios manifestado en carne, y es a esta manifestación en carne a la que la Biblia llama Hijo (Lucas 1:35, Gálatas 4:4). Dado que esta manifestación no entró en existencia dentro del tiempo y el espacio sino hasta la encarnación, por tanto esta era una gloria anticipada, profética, que no era menos real de lo que sería cuando la previsión se cumplió.

Si leemos el texto de otra manera, estaríamos abrazando una cristología nestoriana. En el peor de los casos, estaríamos abandonando el testimonio bíblico de un solo Dios, en favor de un materialista diteísmo o triteísmo.

Cuando los milagros están involucrados –como en la encarnación- las explicaciones racionalistas sólo nos pueden llevar por un mal camino.


Notas

[1] Nota del traductor. Tradicionalmente se ha llamado nestorianismo, a un punto de vista que implica que Cristo estaba dividido en dos personas, y que la persona humana podría haber existido en la ausencia de la persona divina.
[2] Véase Ray Summers, Fundamentos del Griego del Nuevo Testamento (Nashville, Tennessee: Broadman y Holman Editores, 1995), 11-12.
[3] ídem, 57.
[4] Decir que ‘para’ está aquí en el caso dativo refleja el sistema de cinco casos. En términos del sistema de ocho casos, los significados "con" y "al lado de" reflejan el caso locativo.
[5] F.F. Bruce, La Epístola a los Hebreos, Nuevo Comentario Internacional Sobre el Nuevo Testamento (Impreso por Wm. B. Eerdmans, 1964), 7.
[6] Ver Léxico Louw-Nida, Lista de dominios 90, E, 90,20. BibleWorks 4.

Etiquetas:

LA HEREGIA TRINITARIA DE LAS CONVERSACIONES ENTRE TRES PERSONAS DIVINAS

La Herejía Trinitaria de Las Conversaciones Entre Tres "Personas Divinas”

Por Julio César Clavijo Sierra
Extracto tomado del libro: Un dios Falso Llamado Trinidad, págs. 427-432


¿CONVERSACIONES ENTRE “PERSONAS DIVINAS”?

Usualmente se escucha decir a los trinitarios que las conversaciones entre el Padre y el Hijo que “se muestran” en el Nuevo Testamento son una prueba absoluta de la “santísima trinidad”. El asunto es que esas conversaciones no aparecen en la Escritura y solo existen en la mente de los trinitarios debido a la programación previa y extrabíblica con que los ha manipulado dicho dogma. Tal como lo manifestamos en el Capitulo 12. (Pasajes Controversiales del Antiguo Testamento), “la proclamación de tres personas divinas llamando a consejo, consultando, y conviniendo entre sí, es una enseñanza netamente politeísta que en nada se diferencia de la mitología”. En ninguna parte del Nuevo Testamento (ni del Antiguo Testamento) se muestra el caso de un verdadero diálogo entre “personas divinas”. Una enciclopedia define “diálogo” de la siguiente manera:

“Dialogo. (Del lat. dialŏgus,) m. Plática entre dos o mas personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos” [1]

Note usted que la Escritura nunca presenta verdaderos diálogos entre el Padre y el Hijo, tal como usted y yo hablaríamos el uno al otro. Nunca se ve una conversación que se desarrolle progresivamente entre las interlocuciones de dos intervinientes. Nunca se ve que la Biblia mencione algo como que el Padre dijo y el Hijo contestó, etc. Además, si el Espíritu Santo fuera una “tercera persona” ¿Cómo es que nunca lo vemos hablando?

La Escritura solo registra dos casos en los que se escuchó una voz que dijo “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Esto ocurrió durante el bautismo de Jesús (Mateo 3:17, Marcos 1:11, Lucas 3:22) y durante su transfiguración (Mateo 17:5, Marcos 9: 7, Lucas 9:35, 2. Pedro 1:17-18). Estas declaraciones corresponden al testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo (1. Juan 5:9) y no a conversaciones inexistentes. El Espíritu Divino dio testimonio de que el ser humano que estaba presente no era un ser humano cualquiera, sino que era el Hijo de Dios, el Cristo, el siervo sufriente, o Dios mismo manifestado en carne, a fin de que se cumpliera la profecía de Isaías de que Dios se agradaría en su siervo (Isaías 42:1, Mateo 12:17-18). Es evidente que los términos Hijo y siervo, hacen referencia a la humanidad de Jesús, pues Dios se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres (Filipenses 2:7). (Para mayor Información vea el Capitulo 11. La Diestra de Dios, especialmente la sección: “El Mesías es el Siervo Sufriente”).

Lamentablemente la “teología” trinitaria ha programado a sus seguidores para que crean que el Hijo es una “segunda persona eterna” a la cual el Padre le hablaba desde toda la eternidad, y llegaron a esa conclusión después de ver que el Padre dio testimonio de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. De esa manera, esa “teología” ha evitado que las personas entiendan que se trata de la Deidad dando testimonio de su manifestación en carne, pues la humanidad no fue tomada sino hasta cuando se dio la encarnación.

La Escritura solo registra un caso, en el que aparentemente se da una conversación entre el Padre y el Hijo.

“Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado y lo glorificaré otra vez. Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: un ángel le ha hablado. Respondió Jesús y dijo: No ha venido esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros.” (Juan 12:28-30).

No obstante, vemos que Jesús dijo que la voz no vino por causa de él sino por causa del auditorio presente. Por esta razón, esta Escritura jamás presenta algún dialogo. La voz que vino del cielo fue una forma de demostrar a los discípulos una verdad para construir su fe. Jesús desde su humanidad hizo una súplica tal como cualquiera de nosotros rogaría a Dios, y la voz vino para confirmar la fe de los discípulos en Jesucristo. Raramente Dios ha hablado al hombre en forma audible desde su Divinidad, y en algunas de esas pocas veces, eso ha ocurrido durante un momento supremamente especial en el que Dios pretende afirmar la fe de los creyentes.

LAS ORACIONES DE JESÚS

De manera similar al caso anterior, el hecho de que Jesús haya orado, nunca demuestra un diálogo entre dos “divinas personas”. Aun así, una escritora trinitaria afirma:

“La Doctrina de Solo Jesús le quita sentido a las Escrituras. La hermosa oración de Juan 17 no tiene significado si el Padre es solo Jesús.” [2]

Esta declaración simplemente pone de manifiesto la concepción errada que tienen los trinitarios acerca de Jesús. Jesús en cuanto a su Divinidad es el Padre, pero en cuanto a su humanidad es el Hijo, pues solo hay un Dios que fue manifestado en carne y su nombre es Jesús.

Jesús, que desde su humanidad es nuestro modelo absoluto y perfecto (Efesios 4:13), nos dejó el ejemplo que nosotros debemos imitar (Juan 13:14), y nos enseñó por medio de sus oraciones cómo es que nosotros tenemos que orar. Aquel que le dijo a sus discípulos “Vosotros, pues, orareis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9, Lucas 11:2), también oró diciendo: “Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti” (Marcos 14:36).

Orar es hablar con Dios y por eso nunca vemos al Padre haciendo una oración, porque el Padre es Dios en toda su majestad. Si asumiéramos que el Hijo es una “segunda persona divina” que oraba, nos enfrentaríamos ante una tremenda contradicción, pues prácticamente estaríamos afirmando que Dios como Dios necesita orar. Si dijéramos que la “segunda persona” solo oraba desde su humanidad, nuevamente estaríamos enfrentados ante otra contradicción, pues entonces, ¿dónde estaría la divinidad de esa “segunda persona”? ¿La “segunda persona” perdió su divinidad con su encarnación? Si es así ¿Cómo pudo seguir siendo Dios?

La Biblia enseña que la oración es algo propio de los seres humanos cuando se quieren comunicar con Dios (Salmo 65:2). El punto es que la oración al Padre es la manera en que nosotros mismos oraríamos o hablaríamos al Padre, puesto que somos humanos que dependemos de su poder. Como Hijo de Dios, la humanidad tuvo que depender realmente de la Deidad para lograr su objetivo. Esto también explica por qué la Escritura nunca dice que Jesús oró al Espíritu Santo, pues es evidente que el Padre es el Espíritu Santo.

“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.” (Hebreos 5:7-10).

Algunos quieren ridiculizarnos diciendo que nuestra pretensión es que Jesús se oró a sí mismo, como si se tratara de un loco con doble personalidad, pero lo que vemos en la Palabra, es que su humanidad rogó a su Deidad. Nosotros no podemos hacer eso porque ninguna parte de nosotros es Divina; somos terminantemente seres humanos. Jesús en cambio, fue verdaderamente hombre y verdaderamente Dios.

Jesús oró para cumplir la profecía que dice:

“El me clamará: Mi Padre eres tú, Mi Dios, y la roca de mi salvación. Yo también le pondré por primogénito, El más excelso de los reyes de la tierra.” (Salmo 89:26-27).

La profecía mencionada anteriormente hace énfasis en la condición humana de Jesús. Las expresiones primogénito y el más excelso de los reyes de la tierra, no pueden ser satisfactoriamente entendidas a no ser que se haga énfasis en su humanidad. Es claro que el Hijo es una referencia a la humanidad de Jesús que nació de mujer y no a una “segunda persona divina y eterna”.

Desde su humanidad (como Hijo), Jesús oró; pero desde su Divinidad (como Padre) él es el Dios que contesta las oraciones. Nosotros tenemos libre entrada al Padre por la obra de Jesucristo como hombre. Luego de que Jesús hubiera afirmado que él es el Padre (Juan 14:9), un poco más adelante dijo:

“…yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.” (Juan 14:12-14).

Por eso nosotros debemos orar a Jesús nuestro Padre, tal como lo hizo Esteban (Hechos 7:59). Los trinitarios tienen grande confusión cuando oran, pues no saben a cuál de sus “tres personas” tienen que orar. Algunos dicen que oran simultáneamente a todas las tres personas, mientras que otros dicen que oran al Padre en el nombre de Jesús por el poder del Espíritu. De esa manera, demuestran que ellos no entienden que el Padre es el único Dios que existe y que el Padre fue manifestado en carne.

¿EL MONÓLOGO DE JESÚS?

Un monólogo es una obra dramática en la que habla un solo personaje, y por extensión es hablar uno consigo mismo. Debido a nuestra explicación de que Jesús es el Dios único, algunos trinitarios han dicho:

“Dos Naturalezas hablando entre ellas:
Si esto es cierto, ¿por qué la Biblia describe al Padre hablando con el Hijo en ciertos pasajes como Mat. 3:17? (ir al pasaje). Si hay una sola persona en la conversación, entonces es un monologo, no un dialogo. ¿Acaso esta la persona hablando consigo misma?
La típica respuesta que ustedes van a escuchar del modalista es que la naturaleza divina de Jesús (o el espíritu de Jesús) está hablando con la naturaleza humana de Jesús, o sea la carne. En otras palabras, las naturalezas duales de Cristo están conversando entre ellas.
¿Bastante confuso en realidad, verdad? ¿Cómo pueden dos naturalezas hablar? ¿Acaso una conversación no requiere dos personas como mínimo intercambiando palabras? ¿Cómo puede una naturaleza enviar a otra naturaleza para hacer algo?
La doctrina de las dos naturalezas de Cristo conversando entre ellas es, en realidad, un misterio más grande que el misterio de la Trinidad. Es importante señalar esto -porque ellos nos critican cuando decimos que en ultima instancia, la Trinidad, aunque claramente descrita en la Biblia por deducción, es un misterio.” [3]

El argumento del monólogo de Jesús se cae por su falta de seriedad y de conocimiento bíblico. Como ya hemos demostrado en las dos secciones anteriores, las Sagradas Escrituras nunca presentan un verdadero diálogo entre el Padre y el Hijo, sino que esos textos que lastimosamente reinterpreta la “teología” trinitaria, muestran por un lado el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo (1. Juan 5:9), revelando que el Hijo es Dios manifestado en carne (1. Juan 5:20); mientras que por otro lado, nos muestran a Jesús orando desde su humanidad, dándonos ejemplo para que sigamos sus pisadas (Juan 13:14). Si no hay verdaderas conversaciones ¿cómo puede hablarse de un monólogo?

Dicho escritor afirma que le parece ridículo que alguien diga que dos naturalezas puedan hablar entre sí, pues el concepto de naturaleza no involucra necesariamente inteligencia, y sin inteligencia no puede haber un diálogo. A los pentecostales apostólicos del nombre, también nos parece ridículo que alguien diga que dos naturalezas puedan hablarse entre sí. Nosotros más bien afirmamos que la Deidad y la humanidad se fundieron de manera inseparable en Cristo, y por eso Cristo como un humano verdadero, oró al Padre, tal como cualquiera de nosotros lo haríamos. Tampoco sostenemos que una naturaleza amó a la otra, sino que el Hijo amó al Padre como todos los seres humanos debemos amar a Dios.

Curiosamente, los trinitarios ven el argumento del monólogo como un argumento torpe, pero no se dan cuenta que precisamente ese sí es el argumento de ellos. Por ejemplo, los trinitarios dicen que sólo hay un Dios que es un solo ser, pero aún así, piensan torpemente que desde la eternidad él ha tenido monólogos eternos entre sí, cuando por ejemplo, la supuesta “primera persona” le habla a la segunda (o a la tercera) y viceversa. Así que su argumento es el de un solo ser que es Dios, hablándose a sí mismo eternamente. En caso de que insistan que su argumento no es el de monólogos eternos, entonces están demostrando claramente que su argumento es absolutamente politeísta, pues estarían hablando de tres conciencias separadas. Definitivamente la trinidad es un absurdo antibíblico.


Notas:

[1] Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Diálogo.
[2] Luisa Jeter de Walker. ¿Cuál Camino? Edición Ampliada y Revisada. p.202. Capítulo 11. Sólo Jesús. Editorial Vida.
[3] Pablo Santomauro. “La Pregunta Capciosa de los Modalistas: ¿A Cuántos Veremos en el Trono Cuando Lleguemos al Cielo?
http://www.iglesiatriunfante.com/recursos/showthread.php?threadid=10552

Etiquetas: