El Señor Jesucristo Según la Biblia - (Refutando la Herejía Trinitaria de un "Jesús" Co-igual, Co-eterno y Co-existente)
El Señor Jesucristo Según la Biblia - (Refutando la Herejía Trinitaria de un "Jesús" Co-igual, Co-eterno y Co-existente)
Por Julio César Clavijo Sierra
El Espíritu Santo llama a los últimos días "tiempos peligrosos" (2 Timoteo 3:1). En estos tiempos, muchos se han tornado en inventores y seguidores de diversas doctrinas respecto a la naturaleza y verdad de la Deidad, fabricando a muchos dioses diferentes a los que llaman "Jesús", siendo guiados por diversos espíritus, cuando lo verdaderamente necesario es poner por delante la enseñanza de la Biblia (y solamente la Biblia). El correcto conocimiento acerca de Jesucristo es un requisito indispensable y fundamental para la salvación, a fin de que el pecador pueda obtener la salvación del pecado, de la muerte y del infierno, pues la Escritura dice: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú, y tu casa" (Hechos 16:31). El Señor Jesucristo se ha revelado a los suyos por su nombre, pues "a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12), "y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo" (1. Juan 3:23). (Vea también Juan 2:23, 3:18, Mateo 12:21, etc.).
De acuerdo con la Biblia, es evidente que "El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas" (Marcos 12:29-30, Deuteronomio 6:4). El Dios Todopoderoso de Israel fue, es, y por siempre será uno. No hay otro Dios formado antes de Él, ni habrá otro después de Él (Isaías 43:10). No hay otro Dios más que Él (Isaías 44:8). Él es el único Salvador (Isaías 43:11); Él creó la tierra y el cielo por sí mismo (Isaías 44:24, Génesis 1:1, Juan 1:1-3, 10-14); Él ha jurado que toda rodilla se doblara ante Él (Isaías 45:23, Filipenses 2:10); y Él no dará su gloria a otro (Isaías 42:8, 48:11). Desde el principio y a través de toda la historia, los profetas, los apóstoles y toda la gente de Dios, han sabido, han creído y han enseñado que Él es uno. Hoy en día, un entendimiento apropiado de las Escrituras, revela claramente esa verdad de que Él es uno, a quien verdaderamente ha nacido de nuevo.
¿Qué Significa: "Nacido de Nuevo"?
Nacido de nuevo, es un término que el Señor Jesucristo utilizó para describir a alguien que ha sido impregnado por la Palabra Viva de Dios, y es capaz de ver el Reino de Dios. Contrario a la opinión popular, nacer de nuevo no es un estado que el hombre obtiene haciendo una "oración del pecador", o simplemente diciendo que "ha aceptado a Jesucristo en su corazón". Las Escrituras nos enseñan que "nacido de nuevo", es la condición de un hombre que ha obedecido el evangelio del Nuevo Testamento arrepintiéndose, y naciendo del agua y del Espíritu (Juan 3:5, Hechos 2:38). La Biblia claramente nos enseña que un hombre es nacido de nuevo por la Palabra de Dios (Lucas 8:11, 1 Pedro 1:23, Santiago 1:18), y que este milagro no es logrado por un hecho de la voluntad del hombre, sino de Dios. (Juan 1:13, Romanos 9:16, Juan 6:44, etc.).
El que ha nacido de nuevo, es quien ha podido: (1) Ver el Reino de Dios (Juan 3:3); (2) Saber que Jesús es el Cristo (Mateo 16:16-17, 1. Juan 5:1); (3) Creer en su nombre (1. Juan 3:23, Salmos 9:10, 91:14); (4) Arrepentirse (Romanos 3:10-18, 2. Corintios 7:10, 2. Timoteo 2:25, Juan 6:44), y (5) Recibir remisión de pecados por el bautismo neotestamentario del agua y del Espíritu (Lucas 24:47, Juan 3:5, 20:31, Hechos 2:38, 10:43, 22:16, Colosenses 2:11-12, Romanos 6:4-5, etc.). La Biblia nunca nos enseña que el cristiano tenga que ser bautizado en dos o tres personas, sino que explícitamente declara que somos "bautizados en Cristo Jesús" (Romanos 6:3, Gálatas 3:27), pues Jesús es el único nombre que está implícito en Mateo 28:19, ya que Jesús es el único Dios que se ha manifestado como Padre (por ser el Creador y sustentador), Hijo (por su manifestación en carne), Espíritu Santo (por obrar en la vida de sus hijos), y también se ha manifestado de otras muchas maneras.
En el cuarto siglo después de Cristo, en los Concilios de Nicea (325 d.C.) y de Constantinopla (381 d.C.), el emperador romano Constantino y los primeros "Padres de la Iglesia" (nos referimos a los originadores de la Iglesia Católica Romana), inventaron la doctrina de la Trinidad, la cual es diametralmente opuesta a la Escritura. Esta nueva doctrina asaltó los términos bíblicos de Padre, Hijo y Espíritu Santo, y los suplantó por unos términos espurios que no se encuentran en ningún lugar de la Biblia, al decir que estos significaban "Padre trinitario" (o primera persona divina), "Hijo trinitario" (Dios el Hijo o segunda persona divina) y "Espíritu Santo trinitario" (o tercera persona divina).
La Iglesia Católica Romana y las Iglesias Protestantes Trinitarias, enseñan además que estas "tres personas divinas" son co-iguales, co-eternas y co-existentes, y que son individuales en función, pero unificadas en propósito. Posteriormente, en el Credo de Atanasio que fue fabricado a finales del siglo quinto, se expuso la declaración que sintetizó por primera vez aquella nueva doctrina. Desafortunadamente, hoy más que nunca, el pueblo de Dios está siendo destruido por falta de conocimiento (Oseas 4:6), al ser grandes las multitudes que profesan ser cristianos, pero que sin embargo están por fuera del Reino de Dios por culpa de la doctrina de la trinidad, que no está escrita, ni indicada, ni es enseñada en algún lugar de la Biblia.
¿Co-igual?
Dios, el Señor Jesucristo, ha venido manifestado en carne. Esta es la declaración de la Escritura (1. Timoteo 3:16, Juan 1:14, 8:24-25, 8:28, Mateo 1:21-23, Isaías 9:6), y es un instrumento inspirado por Dios para discernir entre el que es de Cristo y el que es del anticristo (1. Juan 4:2-3, 2. Juan 7).
La Biblia declara que el hombre Jesucristo es la imagen del Dios invisible (Hebreos 1:3, Colosenses 1:15) y el mediador entre Dios y los hombres (1. Timoteo 2:5). En ninguna parte de la Biblia se declara que el Hijo de Dios sea una persona divina y distinta del Padre, alguien co-igual con el Padre, u otro dios. En cambio, la Biblia declara acerca del único Hijo engendrado (el unigénito) de Dios, que "siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres" (Filipenses 2:6-7). Recuerde, como ya lo hemos dicho antes, que la Biblia declara que hay un solo Dios, pero también nos dice que Jesús es igual a Dios (no co-igual a Dios, como lo ha tergiversado la herejía de la trinidad). Jesús es igual a Dios porque Él es el único Dios y no hay más. De la misma manera, un hombre es igual a sí mismo y no hay otro hombre igual a él. Jesús es el único que ha tenido la forma de Dios, ya que Él es el único Dios que existe; el cual, llegado el tiempo predeterminado para que se cumpliera la profecía del advenimiento del Mesías, se despojó a sí mismo y tomó la forma de siervo cuando se hizo semejante a los hombres al manifestarse en la carne humana.
Jesucristo no es ninguna segunda persona de una cierta Trinidad (que no existe en la Biblia), sino que Él fue, es y será el Dios Todopoderoso, Dios el Padre que se manifestó como el Hijo (Hebreos 2:14), un hombre perfecto y santo (Efesios 4:13), para dar a conocer su nombre al mundo (Juan 17:6). También para enseñarnos la manera en que debemos vivir (1. Pedro 2:21), y para salvar a toda la humanidad como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). En su esencia eterna Dios es Espíritu (Juan 4:24), por lo cual no tenía sangre para derramar a favor de la humanidad. Por esto, Dios se preparó un cuerpo humano (Hebreos 10:5), que tuviera sangre humana pura para derramar a favor de sus criaturas, pues sin derramamiento de sangre no se hace remisión (Hebreos 9:22). Por medio de su manifestación en carne, Dios llegó a ser nuestro hermano mayor (Hebreos 2:11-12, 2:17) y nuestro pariente cercano que nos pudo rescatar de la esclavitud (Levítico 25:47-49).
Bíblicamente hablando, el Hijo no es una segunda persona divina, sino la referencia a la manifestación de Dios en carne como un hombre puro y sin pecado (Hebreos 4:15), manifestación por medio de la cual Dios pudo darse en rescate por nosotros (Romanos 5:8, Efesios 5:2, Tito 2:14). Al mencionar los términos bíblicos del Padre y el Hijo, los escritores bíblicos se refirieron, por un lado al papel de Dios como el Padre amoroso que proveyó un plan de salvación a favor de sus criaturas, y por otro lado al papel de Dios manifestado como el hombre puro y perfecto (el Hijo) que se hizo nuestro pariente cercano para poder rescatarnos de la esclavitud del pecado. La declaración de la Escritura es que Jesús es Emanuel, Dios con nosotros (Mateo 1:23), Dios mismo viniendo y salvando (Isaías 35:4).
¿Co-eterno?
El nombre del Señor, como se le dijo primero a Moisés en Éxodo 3:14, es YO SOY EL QUE SOY. Las palabras "YO SOY" son traducidas de la palabra hebrea "hayah" [ver el Léxico de Strong, código H1961], la cual es una forma categórica en primera persona del verbo "ser". Significa más que Yo soy en un sentido pasivo; es un verbo causante. Esto significa, "Yo soy por mí mismo”. En otras palabras: “nadie me hizo”, “nadie me puso aquí”, “nadie me sostiene” “Yo existo por mi propio poder”, “me sostengo por Mí mismo”, “soy independiente para mi subsistencia”, “Yo siempre he sido y siempre seré”, “no tengo limitaciones, linderos, dependencias, comienzo o final” , “Yo soy el mismo ayer, y hoy, y por siempre”.
Luego en Éxodo 3:15, Dios declara que su gente lo llamara "Jehová", el cual en el lenguaje Hebreo es la palabra "Yejovah" [ver el Léxico de Strong, código H3068], que es la forma de la tercera persona del mismo verbo "hayah". "Yejovah" significa "Él es", o más literalmente, "El que es, y que era, y que ha de venir, el Todopoderoso." (Apocalipsis 1:8). Ese es su nombre.
Cuando decimos "Jesús", estamos haciendo la pronunciación española del nombre Hebreo "Yejowshuwa" [ver el Léxico de Strong, código H3091], el cual es una compilación del nombre "Yejovah" [Strong H3068] y el título "Yasha" [Strong H3467], el cual significa Salvador o teniendo salvación. Y cuando nosotros decimos "Cristo" [Strong G5547], estamos pronunciando el equivalente griego del hebreo "Mashíach" [Strong H4899], el cual es Mesías, y literalmente Ungido, o Dios mismo venido en su manifestación en carne para salvarnos. (Compare Isaías 35:4-6 con Mateo 11:2-6; Zacarías 14:5 con Judas 1:14 y Apocalipsis 19:11-14). Así que cuando nosotros decimos "Jesucristo", lo que realmente estamos diciendo es "El que era, y que es, y que ha de venir, el Todopoderoso, el Salvador, que ha venido para salvarnos". Y Él vino en la carne (1. Timoteo 3:16, 1. Juan 4:2-3).
La Biblia nunca nos ensena que el Hijo de Dios sea una persona co-eterna que existió desde la eternidad "pasada" con Dios el Padre. Al contrario, la Biblia declara que el Hijo de Dios (como un ser humano verdadero) fue engendrado (Isaías 7:14, 9:6, Mateo 1:21-23, Juan 3:16, Gálatas 4:4). Esto claramente significa que hubo un tiempo cuando el Hijo no existió sustancialmente, y que hubo un punto especifico en el tiempo cuando el Hijo comenzó a existir, lo que ocurrió a partir de que una joven virgen llamada María concibió del Espíritu Santo (Lucas 1:34-35). El Hijo no existió desde siempre, porque Dios sólo se manifestó en carne a partir de un punto específico del tiempo (Isaías 35:4). La humanidad pura y perfecta que Dios tomó para manifestarse, fue engendrada por Él mismo en la virgen María, y una vez preparado ese cuerpo, Dios se manifestó en carne. Es verdadero que el hombre Jesús de Nazaret fue engendrado por Dios, por lo cual es también verdadero que hubo un tiempo cuando el hombre Cristo Jesús no existió. Esto es lo que da sentido a la palabra “engendrado”. Los términos "Hijo engendrado" e "Hijo eterno", son diametralmente opuestos el uno con el otro y no pueden ser ambos verdaderos. La frase "Hijo eterno" no se encuentra en la Biblia, porque es parte de la herejía de la Trinidad y es contradictoria con la verdad de la Escritura.
La Biblia nunca dice que Jesucristo de Nazaret sea "Dios el Hijo" o un "Hijo Eterno", "co-eterno" con Dios el Padre. Ese lenguaje usado por la herejía de la trinidad, es completamente extraño a la Escritura. Jesús es Dios el Padre manifestado en la carne (Isaías 9:6). Vale la pena resaltar que la única vez que en la Biblia aparece la expresión Padre Eterno, esta es una referencia al Señor Jesús. El Señor Jesús preexistió a su encarnación como el único Dios Eterno, no como un eterno acompañante del Padre. La manifestación de Dios en carne y sangre como un verdadero hombre, es llamada el Hijo de Dios, porque aquella manifestación fue realmente engendrada por Dios en el vientre de una virgen de Israel ("...verá linaje..." - Isaías 53:10). Jesucristo es la simiente de la mujer que hirió en la cabeza a la serpiente antigua, la cual es el diablo (Génesis 3:15, Apocalipsis 12:9).
La Biblia sí dice que Jesús de Nazaret es un hombre (1. Timoteo 2:5), el Hijo del hombre (Mateo 18:11), el Hijo de Dios (Juan 10:36), nuestro hermano (Hebreos 2:11-12), nuestro Apóstol y Pontífice (sumo sacerdote) (Hebreos 3:1), que fue hecho a semejanza de los hombres (Filipenses 2:7) y fue tentado en todo según nuestra semejanza pero sin pecado (Hebreos 4:15). Nos dice que Él tuvo hambre (Lucas 4:2), tuvo sed (Juan 19:28), estuvo cansado (Juan 4:6), turbado (Juan 12:27), y en todo es un hombre que fue engendrado por Dios en el vientre de una virgen. Por lo tanto, el término "co-eterno" no solo está completamente ausente de la Biblia, explícita o implícitamente, sino que es una absoluta contradicción de la enseñanza bíblica del Padre Eterno, y no puede ser aceptado como verdad a la luz de la Palabra de Dios.
¿Co-existente?
La evidente naturaleza herética del término "persona divina co-existente", ya ha sido expuesta en los párrafos anteriores. Nosotros hemos demostrado conclusiva y enfáticamente que no existe la tal persona conocida como "Dios el Hijo", y por lo tanto no existe uno que pueda ser eternamente co-existente con Dios el Padre, teniendo sus mismos atributos o poderes, pues la Escritura dice: "No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno" (Isaías 44:8). "Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí" (Isaías 46:9).
La Biblia dice que el único Hijo engendrado (el unigénito), Jesús de Nazaret, es un hombre del linaje del rey David (Mateo 22:41-45). Dios creó todas las cosas en, por medio de, y para el Hijo (Colosenses 1:16). Esto nunca nos enseña que Dios el Padre haya usado a otro para crear el universo (llámese a éste otro una persona divina u otro dios), pues la Biblia nos indica claramente que Dios creó todas las cosas por sí mismo (Génesis 1:1, Isaías 44:24). Lo que esta enseñanza nos indica, es que antes de que Dios creara cualquier cosa, el plan estaba terminado (Efesios 1:5, Apocalipsis 13:8, 1. Pedro 1:20), el Verbo de Dios era completo (Juan 1:1, 17:5, Apocalipsis 19:13), y su propia aparición en la carne había sido completada en la mente de Dios, salvo que estaba esperando el tiempo preciso para manifestarse sustancialmente (Gálatas 4:4, Hebreos 1:1-4).
Antes de que Dios creara a Adán, Él ya sabía claramente la forma de hombre que Él mismo habría de tomar (Filipenses 2:7,8), así que creó a Adán como un hombre inocente o hijo de Dios (Lucas 3:38), conforme a la imagen del postrer Adán que es Jesucristo (1. Corintios 15:45). Por eso Adán es figura del postrer Hijo de Dios que habría de venir (Romanos 5:14). De este modo Dios creó todas las cosas en, por medio de, y para el Hijo, sellando todo en su mayor obra, que es el hombre, el cual fue creado conforme a la imagen de Dios, la cual es Jesucristo (2. Corintios 4:4). Jesucristo es la imagen del Dios invisible (Colosenses 1:15), pues Dios el Padre fue manifestado en carne (1. Timoteo 3:16), y por eso quien ve a Jesús en realidad ve al Padre invisible (Juan 14:9). En la Nueva Jerusalén habrá un solo trono para Dios y el Cordero, porque Dios y el Cordero no son dos distintos, sino uno y el mismo (Juan 10:30). Así que sobre el trono estará un solo Dios manifestado en carne, y por eso se verá un solo rostro y será llamado por un solo nombre. "Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 22:3-5).
Todo el Antiguo Testamento habla proféticamente del Hijo de Dios engendrado (Lucas 24:44), no del imaginario "Hijo Eterno" o "Dios el Hijo" de la trinidad católica-romana y protestante-trinitaria, porque el Hijo es la manifestación de Dios en carne, que sólo vino a la existencia cuando la virgen María quedó encinta por la obra de Dios, concibiendo a un ser humano perfecto y sin pecado (Efesios 4:13). Este Hijo de Dios, es el mismo centro y esencia del Verbo o Palabra de Dios, ya que fue el modelo predestinado a cuya imagen fue creada el hombre. Como está Escrito: "Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten" (Colosenses 1:15-17).
El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo
Podemos ver claramente de acuerdo con la Biblia (Proverbios 8:9, Lucas 10:21) que Jesucristo es el Señor (1. Corintios 12:3); ya que Jesucristo es Dios el Padre que fue manifestado en carne como un niño que fue nacido para nuestro favor, como un Hijo que nos fue dado para redimirnos (Isaías 9:6). Este es el misterio que ha sido escondido por siglos y edades, pero que es hecho manifiesto a la iglesia de Dios en estos últimos días por su Espíritu.
Actuando como el Padre, el único Dios de Abraham cubrió con su sombra a la virgen María y engendró sobrenaturalmente a un Hijo en su vientre (Isaías 53:10, Lucas 1:35), quien sería la semilla de la mujer que tendría el poder de salvar a la humanidad (Génesis 3:15, Isaías 7:14, 9:6).
Actuando como el Hijo, el único Dios hizo manifiesto su nombre salvador a Israel (Isaías 17:6) y luego a los gentiles (Romanos 1:16), y nos dio ejemplo de cómo debemos vivir para que nosotros también lleguemos a ser hijos de Dios, es decir hombres que vivamos de acuerdo con la voluntad de Dios (Juan 13:15, 1. Pedro 2:21).
Actuando como el Espíritu Santo, el único Dios habita dentro de la iglesia y la santifica, la limpia y la guía. Ese es el cumplimiento del Nuevo Pacto, del cual Jesucristo hombre es el mediador (1. Timoteo 2:5, Hebreos 8:6). Y así como el apóstol Pablo escribió: "Y el mediador no es de uno [sino de muchos]; pero Dios es uno" (Gálatas 3:20).
Bíblicamente hablando, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres de los roles o funciones de Dios en relación a su trato con la humanidad, pero Dios sigue siendo un solo Ser único e indivisible. Debe enfatizarse que Dios tiene otros roles y que estos no se limitan a tres. Esto es similar a un solo hombre que puede cumplir varios roles tales como deportista, esposo, padre, hijo, nieto, hermano, etc., sin que por esto cometamos el error de pensar que porque cumple muchos roles entonces debe ser varias personas distintas y un solo hombre verdadero. No obstante, por medio de los tres roles de Padre, Hijo y Espíritu Santo, el único Dios de Abraham, ha traído a los hombres el Nuevo Pacto del cual habló en Jeremías 31:33: "este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo". El Dios único ha hablado claramente a fin de que no se atente contra su Unicidad, al decir: "Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí" (Isaías 45:5). "…no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí". "...Yo Jehová, el primero, y yo mismo con los postreros" (Isaías 41:4).
Aceptar que los roles de Padre, Hijo y Espíritu Santo son tres personas divinas y distintas que componen un solo Dios verdadero, es apartarse de la Santa Escritura y pensar más allá de lo que está Escrito. Es seguir a un escrito extrabíblico como el Credo de Atanasio, que contradice por completo la declaración de la Biblia. La Biblia dice que Dios es uno, pero nunca declara que sea tres en uno. El Credo de Atanasio y la Trinidad en general, son una herejía que adultera la doctrina apostólica.
Amonestación Final
El Verdadero entendimiento de quien es realmente Jesucristo nuestro Señor, es vital para nuestra salvación (Juan 8:24); pues como las Escrituras lo declaran, para ser salvos es necesario tener fe y creer en el nombre de Jesús (Mateo 1:21, 12:21, Lucas 24:47, Juan 1:12, 20:31, Hechos 3:16, 10:43, 1. Juan 2:12). Si nosotros no sabemos cómo creer en su nombre, entonces no tendremos remisión de pecados ni salvación. Esta es la razón por la cual nos hemos propuesto explicar brevemente la declaración de la Santa Escritura con respecto a la naturaleza, solidez y unicidad indivisible del Señor Jesucristo, y la revelación de sí mismo a su pueblo en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.
Hemos demostrado que el "Jesús" de las Iglesias Trinitarias, no es el Señor Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios; sino un falso "Jesús" llamado "la segunda persona", "el Hijo Eterno" o "Dios el Hijo", pero ese dios no se encuentra en la Biblia, y de hecho no existe. El "Dios Hijo" no es nada más que un dios babilónico al cual se le ha designado el nombre de "Jesús", pero no es el verdadero Jesús de la Biblia quien es el Verdadero Dios y la Vida Eterna (1. Juan 5:20), manifestado en carne (1. Juan 4:2-3). El Espíritu Santo nos advirtió acerca de falsos "cristos", diciendo: "Porque vendrán muchos en ml nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán" (Mateo 24:5). También se pronunció acerca de los falsos dioses, diciendo: "No tendrás dioses ajenos delante de mí" (Éxodo 20:3), y "Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios" (1. Corintios 10:20).
Los que desean ser salvos, deben abandonar las enseñanzas heréticas provenientes de Babilonia, la madre de las rameras y las abominaciones de la tierra (Apocalipsis 2:20, 18:4), y deben ser limpiados con agua pura por la Palabra de Dios en la cual no hay contradicciones y por la cual la naturaleza y el propósito de Dios son revelados a los pequeños, pero es escondida a los sabios y entendidos según el mundo (Lucas 10:21).
El apóstol Pablo exhortó a los hermanos de Corinto que se congraciaban con aquellos que predicaban a un "Jesús" diferente para que corrijieran su camino, pues temía que aquellos otros los engañaran con astucia, de la misma manera en que la serpiente engañó a Eva (2. Corintios 11:3-4). El apóstol Juan también nos advirtió: "Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén" (1. Juan 5:21). Jesucristo dijo: "Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán" (Lucas 13:24). Asimismo, el libro de Apocalipsis nos amonesta a salir de la Gran Ramera, diciendo: "Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades" (Apocalipsis 18:4-5).
La Biblia presenta a Jesús como el Único Dios que fue manifestado en carne para venir a salvarnos. Contrario a la Santa Escritura, el dogma de la Trinidad presenta a un "Jesús" acompañado eternamente de otros dos "co-iguales", "co-eternos" y "co-existentes" a Él.
El Espíritu Santo llama a los últimos días "tiempos peligrosos" (2 Timoteo 3:1). En estos tiempos, muchos se han tornado en inventores y seguidores de diversas doctrinas respecto a la naturaleza y verdad de la Deidad, fabricando a muchos dioses diferentes a los que llaman "Jesús", siendo guiados por diversos espíritus, cuando lo verdaderamente necesario es poner por delante la enseñanza de la Biblia (y solamente la Biblia). El correcto conocimiento acerca de Jesucristo es un requisito indispensable y fundamental para la salvación, a fin de que el pecador pueda obtener la salvación del pecado, de la muerte y del infierno, pues la Escritura dice: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú, y tu casa" (Hechos 16:31). El Señor Jesucristo se ha revelado a los suyos por su nombre, pues "a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12), "y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo" (1. Juan 3:23). (Vea también Juan 2:23, 3:18, Mateo 12:21, etc.).
De acuerdo con la Biblia, es evidente que "El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas" (Marcos 12:29-30, Deuteronomio 6:4). El Dios Todopoderoso de Israel fue, es, y por siempre será uno. No hay otro Dios formado antes de Él, ni habrá otro después de Él (Isaías 43:10). No hay otro Dios más que Él (Isaías 44:8). Él es el único Salvador (Isaías 43:11); Él creó la tierra y el cielo por sí mismo (Isaías 44:24, Génesis 1:1, Juan 1:1-3, 10-14); Él ha jurado que toda rodilla se doblara ante Él (Isaías 45:23, Filipenses 2:10); y Él no dará su gloria a otro (Isaías 42:8, 48:11). Desde el principio y a través de toda la historia, los profetas, los apóstoles y toda la gente de Dios, han sabido, han creído y han enseñado que Él es uno. Hoy en día, un entendimiento apropiado de las Escrituras, revela claramente esa verdad de que Él es uno, a quien verdaderamente ha nacido de nuevo.
¿Qué Significa: "Nacido de Nuevo"?
Nacido de nuevo, es un término que el Señor Jesucristo utilizó para describir a alguien que ha sido impregnado por la Palabra Viva de Dios, y es capaz de ver el Reino de Dios. Contrario a la opinión popular, nacer de nuevo no es un estado que el hombre obtiene haciendo una "oración del pecador", o simplemente diciendo que "ha aceptado a Jesucristo en su corazón". Las Escrituras nos enseñan que "nacido de nuevo", es la condición de un hombre que ha obedecido el evangelio del Nuevo Testamento arrepintiéndose, y naciendo del agua y del Espíritu (Juan 3:5, Hechos 2:38). La Biblia claramente nos enseña que un hombre es nacido de nuevo por la Palabra de Dios (Lucas 8:11, 1 Pedro 1:23, Santiago 1:18), y que este milagro no es logrado por un hecho de la voluntad del hombre, sino de Dios. (Juan 1:13, Romanos 9:16, Juan 6:44, etc.).
El que ha nacido de nuevo, es quien ha podido: (1) Ver el Reino de Dios (Juan 3:3); (2) Saber que Jesús es el Cristo (Mateo 16:16-17, 1. Juan 5:1); (3) Creer en su nombre (1. Juan 3:23, Salmos 9:10, 91:14); (4) Arrepentirse (Romanos 3:10-18, 2. Corintios 7:10, 2. Timoteo 2:25, Juan 6:44), y (5) Recibir remisión de pecados por el bautismo neotestamentario del agua y del Espíritu (Lucas 24:47, Juan 3:5, 20:31, Hechos 2:38, 10:43, 22:16, Colosenses 2:11-12, Romanos 6:4-5, etc.). La Biblia nunca nos enseña que el cristiano tenga que ser bautizado en dos o tres personas, sino que explícitamente declara que somos "bautizados en Cristo Jesús" (Romanos 6:3, Gálatas 3:27), pues Jesús es el único nombre que está implícito en Mateo 28:19, ya que Jesús es el único Dios que se ha manifestado como Padre (por ser el Creador y sustentador), Hijo (por su manifestación en carne), Espíritu Santo (por obrar en la vida de sus hijos), y también se ha manifestado de otras muchas maneras.
En el cuarto siglo después de Cristo, en los Concilios de Nicea (325 d.C.) y de Constantinopla (381 d.C.), el emperador romano Constantino y los primeros "Padres de la Iglesia" (nos referimos a los originadores de la Iglesia Católica Romana), inventaron la doctrina de la Trinidad, la cual es diametralmente opuesta a la Escritura. Esta nueva doctrina asaltó los términos bíblicos de Padre, Hijo y Espíritu Santo, y los suplantó por unos términos espurios que no se encuentran en ningún lugar de la Biblia, al decir que estos significaban "Padre trinitario" (o primera persona divina), "Hijo trinitario" (Dios el Hijo o segunda persona divina) y "Espíritu Santo trinitario" (o tercera persona divina).
La Iglesia Católica Romana y las Iglesias Protestantes Trinitarias, enseñan además que estas "tres personas divinas" son co-iguales, co-eternas y co-existentes, y que son individuales en función, pero unificadas en propósito. Posteriormente, en el Credo de Atanasio que fue fabricado a finales del siglo quinto, se expuso la declaración que sintetizó por primera vez aquella nueva doctrina. Desafortunadamente, hoy más que nunca, el pueblo de Dios está siendo destruido por falta de conocimiento (Oseas 4:6), al ser grandes las multitudes que profesan ser cristianos, pero que sin embargo están por fuera del Reino de Dios por culpa de la doctrina de la trinidad, que no está escrita, ni indicada, ni es enseñada en algún lugar de la Biblia.
¿Co-igual?
Dios, el Señor Jesucristo, ha venido manifestado en carne. Esta es la declaración de la Escritura (1. Timoteo 3:16, Juan 1:14, 8:24-25, 8:28, Mateo 1:21-23, Isaías 9:6), y es un instrumento inspirado por Dios para discernir entre el que es de Cristo y el que es del anticristo (1. Juan 4:2-3, 2. Juan 7).
La Biblia declara que el hombre Jesucristo es la imagen del Dios invisible (Hebreos 1:3, Colosenses 1:15) y el mediador entre Dios y los hombres (1. Timoteo 2:5). En ninguna parte de la Biblia se declara que el Hijo de Dios sea una persona divina y distinta del Padre, alguien co-igual con el Padre, u otro dios. En cambio, la Biblia declara acerca del único Hijo engendrado (el unigénito) de Dios, que "siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres" (Filipenses 2:6-7). Recuerde, como ya lo hemos dicho antes, que la Biblia declara que hay un solo Dios, pero también nos dice que Jesús es igual a Dios (no co-igual a Dios, como lo ha tergiversado la herejía de la trinidad). Jesús es igual a Dios porque Él es el único Dios y no hay más. De la misma manera, un hombre es igual a sí mismo y no hay otro hombre igual a él. Jesús es el único que ha tenido la forma de Dios, ya que Él es el único Dios que existe; el cual, llegado el tiempo predeterminado para que se cumpliera la profecía del advenimiento del Mesías, se despojó a sí mismo y tomó la forma de siervo cuando se hizo semejante a los hombres al manifestarse en la carne humana.
Jesucristo no es ninguna segunda persona de una cierta Trinidad (que no existe en la Biblia), sino que Él fue, es y será el Dios Todopoderoso, Dios el Padre que se manifestó como el Hijo (Hebreos 2:14), un hombre perfecto y santo (Efesios 4:13), para dar a conocer su nombre al mundo (Juan 17:6). También para enseñarnos la manera en que debemos vivir (1. Pedro 2:21), y para salvar a toda la humanidad como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). En su esencia eterna Dios es Espíritu (Juan 4:24), por lo cual no tenía sangre para derramar a favor de la humanidad. Por esto, Dios se preparó un cuerpo humano (Hebreos 10:5), que tuviera sangre humana pura para derramar a favor de sus criaturas, pues sin derramamiento de sangre no se hace remisión (Hebreos 9:22). Por medio de su manifestación en carne, Dios llegó a ser nuestro hermano mayor (Hebreos 2:11-12, 2:17) y nuestro pariente cercano que nos pudo rescatar de la esclavitud (Levítico 25:47-49).
Bíblicamente hablando, el Hijo no es una segunda persona divina, sino la referencia a la manifestación de Dios en carne como un hombre puro y sin pecado (Hebreos 4:15), manifestación por medio de la cual Dios pudo darse en rescate por nosotros (Romanos 5:8, Efesios 5:2, Tito 2:14). Al mencionar los términos bíblicos del Padre y el Hijo, los escritores bíblicos se refirieron, por un lado al papel de Dios como el Padre amoroso que proveyó un plan de salvación a favor de sus criaturas, y por otro lado al papel de Dios manifestado como el hombre puro y perfecto (el Hijo) que se hizo nuestro pariente cercano para poder rescatarnos de la esclavitud del pecado. La declaración de la Escritura es que Jesús es Emanuel, Dios con nosotros (Mateo 1:23), Dios mismo viniendo y salvando (Isaías 35:4).
¿Co-eterno?
El nombre del Señor, como se le dijo primero a Moisés en Éxodo 3:14, es YO SOY EL QUE SOY. Las palabras "YO SOY" son traducidas de la palabra hebrea "hayah" [ver el Léxico de Strong, código H1961], la cual es una forma categórica en primera persona del verbo "ser". Significa más que Yo soy en un sentido pasivo; es un verbo causante. Esto significa, "Yo soy por mí mismo”. En otras palabras: “nadie me hizo”, “nadie me puso aquí”, “nadie me sostiene” “Yo existo por mi propio poder”, “me sostengo por Mí mismo”, “soy independiente para mi subsistencia”, “Yo siempre he sido y siempre seré”, “no tengo limitaciones, linderos, dependencias, comienzo o final” , “Yo soy el mismo ayer, y hoy, y por siempre”.
Luego en Éxodo 3:15, Dios declara que su gente lo llamara "Jehová", el cual en el lenguaje Hebreo es la palabra "Yejovah" [ver el Léxico de Strong, código H3068], que es la forma de la tercera persona del mismo verbo "hayah". "Yejovah" significa "Él es", o más literalmente, "El que es, y que era, y que ha de venir, el Todopoderoso." (Apocalipsis 1:8). Ese es su nombre.
Cuando decimos "Jesús", estamos haciendo la pronunciación española del nombre Hebreo "Yejowshuwa" [ver el Léxico de Strong, código H3091], el cual es una compilación del nombre "Yejovah" [Strong H3068] y el título "Yasha" [Strong H3467], el cual significa Salvador o teniendo salvación. Y cuando nosotros decimos "Cristo" [Strong G5547], estamos pronunciando el equivalente griego del hebreo "Mashíach" [Strong H4899], el cual es Mesías, y literalmente Ungido, o Dios mismo venido en su manifestación en carne para salvarnos. (Compare Isaías 35:4-6 con Mateo 11:2-6; Zacarías 14:5 con Judas 1:14 y Apocalipsis 19:11-14). Así que cuando nosotros decimos "Jesucristo", lo que realmente estamos diciendo es "El que era, y que es, y que ha de venir, el Todopoderoso, el Salvador, que ha venido para salvarnos". Y Él vino en la carne (1. Timoteo 3:16, 1. Juan 4:2-3).
La Biblia nunca nos ensena que el Hijo de Dios sea una persona co-eterna que existió desde la eternidad "pasada" con Dios el Padre. Al contrario, la Biblia declara que el Hijo de Dios (como un ser humano verdadero) fue engendrado (Isaías 7:14, 9:6, Mateo 1:21-23, Juan 3:16, Gálatas 4:4). Esto claramente significa que hubo un tiempo cuando el Hijo no existió sustancialmente, y que hubo un punto especifico en el tiempo cuando el Hijo comenzó a existir, lo que ocurrió a partir de que una joven virgen llamada María concibió del Espíritu Santo (Lucas 1:34-35). El Hijo no existió desde siempre, porque Dios sólo se manifestó en carne a partir de un punto específico del tiempo (Isaías 35:4). La humanidad pura y perfecta que Dios tomó para manifestarse, fue engendrada por Él mismo en la virgen María, y una vez preparado ese cuerpo, Dios se manifestó en carne. Es verdadero que el hombre Jesús de Nazaret fue engendrado por Dios, por lo cual es también verdadero que hubo un tiempo cuando el hombre Cristo Jesús no existió. Esto es lo que da sentido a la palabra “engendrado”. Los términos "Hijo engendrado" e "Hijo eterno", son diametralmente opuestos el uno con el otro y no pueden ser ambos verdaderos. La frase "Hijo eterno" no se encuentra en la Biblia, porque es parte de la herejía de la Trinidad y es contradictoria con la verdad de la Escritura.
La Biblia nunca dice que Jesucristo de Nazaret sea "Dios el Hijo" o un "Hijo Eterno", "co-eterno" con Dios el Padre. Ese lenguaje usado por la herejía de la trinidad, es completamente extraño a la Escritura. Jesús es Dios el Padre manifestado en la carne (Isaías 9:6). Vale la pena resaltar que la única vez que en la Biblia aparece la expresión Padre Eterno, esta es una referencia al Señor Jesús. El Señor Jesús preexistió a su encarnación como el único Dios Eterno, no como un eterno acompañante del Padre. La manifestación de Dios en carne y sangre como un verdadero hombre, es llamada el Hijo de Dios, porque aquella manifestación fue realmente engendrada por Dios en el vientre de una virgen de Israel ("...verá linaje..." - Isaías 53:10). Jesucristo es la simiente de la mujer que hirió en la cabeza a la serpiente antigua, la cual es el diablo (Génesis 3:15, Apocalipsis 12:9).
La Biblia sí dice que Jesús de Nazaret es un hombre (1. Timoteo 2:5), el Hijo del hombre (Mateo 18:11), el Hijo de Dios (Juan 10:36), nuestro hermano (Hebreos 2:11-12), nuestro Apóstol y Pontífice (sumo sacerdote) (Hebreos 3:1), que fue hecho a semejanza de los hombres (Filipenses 2:7) y fue tentado en todo según nuestra semejanza pero sin pecado (Hebreos 4:15). Nos dice que Él tuvo hambre (Lucas 4:2), tuvo sed (Juan 19:28), estuvo cansado (Juan 4:6), turbado (Juan 12:27), y en todo es un hombre que fue engendrado por Dios en el vientre de una virgen. Por lo tanto, el término "co-eterno" no solo está completamente ausente de la Biblia, explícita o implícitamente, sino que es una absoluta contradicción de la enseñanza bíblica del Padre Eterno, y no puede ser aceptado como verdad a la luz de la Palabra de Dios.
¿Co-existente?
La evidente naturaleza herética del término "persona divina co-existente", ya ha sido expuesta en los párrafos anteriores. Nosotros hemos demostrado conclusiva y enfáticamente que no existe la tal persona conocida como "Dios el Hijo", y por lo tanto no existe uno que pueda ser eternamente co-existente con Dios el Padre, teniendo sus mismos atributos o poderes, pues la Escritura dice: "No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno" (Isaías 44:8). "Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí" (Isaías 46:9).
La Biblia dice que el único Hijo engendrado (el unigénito), Jesús de Nazaret, es un hombre del linaje del rey David (Mateo 22:41-45). Dios creó todas las cosas en, por medio de, y para el Hijo (Colosenses 1:16). Esto nunca nos enseña que Dios el Padre haya usado a otro para crear el universo (llámese a éste otro una persona divina u otro dios), pues la Biblia nos indica claramente que Dios creó todas las cosas por sí mismo (Génesis 1:1, Isaías 44:24). Lo que esta enseñanza nos indica, es que antes de que Dios creara cualquier cosa, el plan estaba terminado (Efesios 1:5, Apocalipsis 13:8, 1. Pedro 1:20), el Verbo de Dios era completo (Juan 1:1, 17:5, Apocalipsis 19:13), y su propia aparición en la carne había sido completada en la mente de Dios, salvo que estaba esperando el tiempo preciso para manifestarse sustancialmente (Gálatas 4:4, Hebreos 1:1-4).
Antes de que Dios creara a Adán, Él ya sabía claramente la forma de hombre que Él mismo habría de tomar (Filipenses 2:7,8), así que creó a Adán como un hombre inocente o hijo de Dios (Lucas 3:38), conforme a la imagen del postrer Adán que es Jesucristo (1. Corintios 15:45). Por eso Adán es figura del postrer Hijo de Dios que habría de venir (Romanos 5:14). De este modo Dios creó todas las cosas en, por medio de, y para el Hijo, sellando todo en su mayor obra, que es el hombre, el cual fue creado conforme a la imagen de Dios, la cual es Jesucristo (2. Corintios 4:4). Jesucristo es la imagen del Dios invisible (Colosenses 1:15), pues Dios el Padre fue manifestado en carne (1. Timoteo 3:16), y por eso quien ve a Jesús en realidad ve al Padre invisible (Juan 14:9). En la Nueva Jerusalén habrá un solo trono para Dios y el Cordero, porque Dios y el Cordero no son dos distintos, sino uno y el mismo (Juan 10:30). Así que sobre el trono estará un solo Dios manifestado en carne, y por eso se verá un solo rostro y será llamado por un solo nombre. "Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 22:3-5).
Todo el Antiguo Testamento habla proféticamente del Hijo de Dios engendrado (Lucas 24:44), no del imaginario "Hijo Eterno" o "Dios el Hijo" de la trinidad católica-romana y protestante-trinitaria, porque el Hijo es la manifestación de Dios en carne, que sólo vino a la existencia cuando la virgen María quedó encinta por la obra de Dios, concibiendo a un ser humano perfecto y sin pecado (Efesios 4:13). Este Hijo de Dios, es el mismo centro y esencia del Verbo o Palabra de Dios, ya que fue el modelo predestinado a cuya imagen fue creada el hombre. Como está Escrito: "Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten" (Colosenses 1:15-17).
El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo
Podemos ver claramente de acuerdo con la Biblia (Proverbios 8:9, Lucas 10:21) que Jesucristo es el Señor (1. Corintios 12:3); ya que Jesucristo es Dios el Padre que fue manifestado en carne como un niño que fue nacido para nuestro favor, como un Hijo que nos fue dado para redimirnos (Isaías 9:6). Este es el misterio que ha sido escondido por siglos y edades, pero que es hecho manifiesto a la iglesia de Dios en estos últimos días por su Espíritu.
Actuando como el Padre, el único Dios de Abraham cubrió con su sombra a la virgen María y engendró sobrenaturalmente a un Hijo en su vientre (Isaías 53:10, Lucas 1:35), quien sería la semilla de la mujer que tendría el poder de salvar a la humanidad (Génesis 3:15, Isaías 7:14, 9:6).
Actuando como el Hijo, el único Dios hizo manifiesto su nombre salvador a Israel (Isaías 17:6) y luego a los gentiles (Romanos 1:16), y nos dio ejemplo de cómo debemos vivir para que nosotros también lleguemos a ser hijos de Dios, es decir hombres que vivamos de acuerdo con la voluntad de Dios (Juan 13:15, 1. Pedro 2:21).
Actuando como el Espíritu Santo, el único Dios habita dentro de la iglesia y la santifica, la limpia y la guía. Ese es el cumplimiento del Nuevo Pacto, del cual Jesucristo hombre es el mediador (1. Timoteo 2:5, Hebreos 8:6). Y así como el apóstol Pablo escribió: "Y el mediador no es de uno [sino de muchos]; pero Dios es uno" (Gálatas 3:20).
Bíblicamente hablando, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres de los roles o funciones de Dios en relación a su trato con la humanidad, pero Dios sigue siendo un solo Ser único e indivisible. Debe enfatizarse que Dios tiene otros roles y que estos no se limitan a tres. Esto es similar a un solo hombre que puede cumplir varios roles tales como deportista, esposo, padre, hijo, nieto, hermano, etc., sin que por esto cometamos el error de pensar que porque cumple muchos roles entonces debe ser varias personas distintas y un solo hombre verdadero. No obstante, por medio de los tres roles de Padre, Hijo y Espíritu Santo, el único Dios de Abraham, ha traído a los hombres el Nuevo Pacto del cual habló en Jeremías 31:33: "este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo". El Dios único ha hablado claramente a fin de que no se atente contra su Unicidad, al decir: "Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí" (Isaías 45:5). "…no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí". "...Yo Jehová, el primero, y yo mismo con los postreros" (Isaías 41:4).
Aceptar que los roles de Padre, Hijo y Espíritu Santo son tres personas divinas y distintas que componen un solo Dios verdadero, es apartarse de la Santa Escritura y pensar más allá de lo que está Escrito. Es seguir a un escrito extrabíblico como el Credo de Atanasio, que contradice por completo la declaración de la Biblia. La Biblia dice que Dios es uno, pero nunca declara que sea tres en uno. El Credo de Atanasio y la Trinidad en general, son una herejía que adultera la doctrina apostólica.
Amonestación Final
El Verdadero entendimiento de quien es realmente Jesucristo nuestro Señor, es vital para nuestra salvación (Juan 8:24); pues como las Escrituras lo declaran, para ser salvos es necesario tener fe y creer en el nombre de Jesús (Mateo 1:21, 12:21, Lucas 24:47, Juan 1:12, 20:31, Hechos 3:16, 10:43, 1. Juan 2:12). Si nosotros no sabemos cómo creer en su nombre, entonces no tendremos remisión de pecados ni salvación. Esta es la razón por la cual nos hemos propuesto explicar brevemente la declaración de la Santa Escritura con respecto a la naturaleza, solidez y unicidad indivisible del Señor Jesucristo, y la revelación de sí mismo a su pueblo en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.
Hemos demostrado que el "Jesús" de las Iglesias Trinitarias, no es el Señor Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios; sino un falso "Jesús" llamado "la segunda persona", "el Hijo Eterno" o "Dios el Hijo", pero ese dios no se encuentra en la Biblia, y de hecho no existe. El "Dios Hijo" no es nada más que un dios babilónico al cual se le ha designado el nombre de "Jesús", pero no es el verdadero Jesús de la Biblia quien es el Verdadero Dios y la Vida Eterna (1. Juan 5:20), manifestado en carne (1. Juan 4:2-3). El Espíritu Santo nos advirtió acerca de falsos "cristos", diciendo: "Porque vendrán muchos en ml nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán" (Mateo 24:5). También se pronunció acerca de los falsos dioses, diciendo: "No tendrás dioses ajenos delante de mí" (Éxodo 20:3), y "Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios" (1. Corintios 10:20).
Los que desean ser salvos, deben abandonar las enseñanzas heréticas provenientes de Babilonia, la madre de las rameras y las abominaciones de la tierra (Apocalipsis 2:20, 18:4), y deben ser limpiados con agua pura por la Palabra de Dios en la cual no hay contradicciones y por la cual la naturaleza y el propósito de Dios son revelados a los pequeños, pero es escondida a los sabios y entendidos según el mundo (Lucas 10:21).
El apóstol Pablo exhortó a los hermanos de Corinto que se congraciaban con aquellos que predicaban a un "Jesús" diferente para que corrijieran su camino, pues temía que aquellos otros los engañaran con astucia, de la misma manera en que la serpiente engañó a Eva (2. Corintios 11:3-4). El apóstol Juan también nos advirtió: "Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén" (1. Juan 5:21). Jesucristo dijo: "Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán" (Lucas 13:24). Asimismo, el libro de Apocalipsis nos amonesta a salir de la Gran Ramera, diciendo: "Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades" (Apocalipsis 18:4-5).
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