IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA DE COLOMBIA LA PINTADA ANTIOQUIA COLOMBIA

SOMOS UNA PAGINA CRISTIANA PARA LA HONRA Y GLORIA DE JESUCRISTO

sábado, 27 de noviembre de 2010

LEGALISMO Y GRACIA

por MIGUEL ANGEL ZANDRINO
Pienso que es posible que un buen número de creyentes considere que la lectura de la Biblia, tiene el valor de un mandamiento legal, con todas las consecuencias derivadas de su cumplimiento o de su falta. Y tengo para mí, que esta reflexión monda y lironda hará que alguno dé un respingo. Pero digo esto, no solamente en relación con la lectura de la Biblia, sino con todo lo que se refiere a la vida cristiana de cada día.
Pareciera que para muchos creyentes la gracia de Dios se aprecia claramente en relación con su salvación, en cuanto a ese venir a Dios con arrepentimiento, en ser impulsados por el Espíritu Santo a recibir las promesas del evangelio por la fe en allí terminara la vigencia de la gracia; como si la vida de relación con Dios dependiera de la fidelidad del creyente, del cumplimiento de los preceptos del evangelio y de las demandas del Señor Jesucristo.
Pareciera que no se termina de comprender en toda su plenitud, que es solamente por la gracia del Señor que sigue operando en nosotros, que podemos ser capacitados para ser fieles discípulos de Cristo. La lectura de la Biblia, o la oración, se transforman en normas que hay que cumplir, y si uno se ha propuesto dedicar a estas actividades un tiempo determinado todos los días, cuando no lo hace, no puede sino adquirir un sentimiento de culpa que resultará muy dañino para su vida espiritual. El legalismo es siempre fatal.
Por supuesto que tenemos que reconocer que somos totalmente inútiles e incapaces por solamente nuestra firme determinación, de cumplir con la voluntad de Dios y agradarle. Tenemos que llegar a la clara convicción de que solamente la gracia del Señor Jesucristo es que nos puede hacer hábiles para vivir como fieles discípulos suyos. Y desde aquí tenemos que partir en cuánto a lo que se refiere a la lectura de la Biblia, como el asunto particular del que nos ocupamos en este número de la revista.
En Romanos 8.1 dice que no hay ninguna condenación para los que viven unidos a Cristo Jesús. Precisamente, de esa constante y permanente unión con Cristo depende la vida del cristiano. Dios quiere salvarnos a nosotros, y lo ha hecho de una vez para siempre, cuando recibimos vida eterna y justificación por la fe. Pero además quiere salvar todos los días de nuestra vida, y para eso necesitamos renovar constantemente nuestra entrega a Jesucristo.
Y diariamente debemos venir al Señor con arrepentimiento y confianza en su amor y gracia, para recibirlo plenamente y vivir conscientes de su presencia y compañía. Comencemos cada día con una plegaria: "Señor, corre conmigo este día! Haz que sea bien conciente de que me acompañas, me cuidas y me auxilias. Interviene en mi vida cada vez que lo necesite. Permite, Señor, que allí a flor de la conciencia, te tenga continuamente presente y dispuesto a entregarte mi voluntad, como lo hago ahora".
Esta actitud de entrega y de dependencia hará una realidad la aspiración de vivir unido a Cristo. Hará que en mí haya una predisposición a hacer todo lo que Dios quiere de mí. Hará que vaya con vivo deseo a la Sagrada Escritura cuando llegue el momento apropiado del día, y abra el libro con una oración: "¡Señor! ilumina mi entendimiento y haz que el Espíritu Santo me aclare el mensaje de tu palabra. Que halle alegría al leerla y que tenga la disposición de escuchar tu voz".
La lectura de la Biblia en esa actitud, es un medio de gracia. Es uno de los recursos que Dios nos ha dado para ser llenos del poder y la gracia de nuestro Señor Jesucristo. La escritura es "palabra viva, y eficiente, es más aguda que espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu y pone en claro los pensamientos y las intenciones del corazón".
"Como desciende del cielo la lluvia y la nieve y empapa la tierra y la fecunda y la hace producir semilla y pan, así también -dice el Señor- la palabra que sale de mi boca no volverá vacía, sino que hará la obra que yo quiero" "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, reprender, corregir y educar en una vida de rectitud, para que el hombre de Dios esté capacitado para hacer toda clase de bien".
La Palabra de Dios es creadora: Dios dijo -Sea la luz, y fue la luz. Los profetas hablaron la Palabra de Dios, y esa Palabra construyó la historia. La Escritura que leemos, penetra dentro de nosotros y produce un cambio profundo en toda nuestra forma de ser y pensar. Es poder de Dios que se aplica a nuestra vida diaria. Es el mismo Hijo de Dios, la Palabra Eterna, que se encarna en nosotros. Es gracia que nos rodea y nos fortalece, conduciéndonos por los caminos de Dios. Es Cristo que se hace realidad presente en nuestra vida.
Si abrimos la Biblia y oramos buscando la asistencia del Espíritu Santo para leerla comprensivamente, en la actitud de obediencia, toda nuestra vida será transformada. Volarán las páginas y nos introduciremos en su contenido con atención, interés creciente, alegría por la experiencia exultante que vivimos, y seremos enriquecidos.
Es claro, leer la Biblia es sólo uno de los medios de gracia que Dios ha provisto para nuestro crecimiento y fortaleza espiritual.
Ya hemos mencionado la importancia de la oración, y destacamos que debemos cultivar la oración tanto personal, como la comunitaria en la iglesia. Y agregamos la comunión fraternal, la participación de la Cena del Señor, escuchar la predicación de la palabra de Dios en la iglesia, y la adoración y la alabanza al Señor.
En Romanos 12.1 Pablo nos ofrece el punto de partida para vivir creciendo en la gracia y en el conocimiento de Dios, cuando dice: "Os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional".
Esta entrega diaria, total, representa la actitud de la que se desprende el poder para cumplir con las demandas de Jesucristo. No se trata de una lista de mandamiento por sí y otra por no, que tendremos que cumplir, sino de una entrega por medio de la cual se irá manifestando en nosotros la poderosa gracia salvadora de Cristo.
Seremos transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento, se fortalecerá en nosotros la mente de Cristo que nos ha sido dada, no nos conformaremos a este siglo, sino que lograremos percibir la voluntad de Dios para nuestras vidas, que es siempre buena, agradable y perfecta. ¡Qué Dios nos conceda que aprendamos a caminar nuestra vida cristiana por la senda de la gracia de Dios! Es el camino que el Señor nos ofrece.

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ELBALANCE

EL BALANCE
By Ron Becton
No mucho tiempo atrás yo note que mi carro comenzaba a vibrar bastante. Cuando me
aproximaba a las 45 millas por hora el carro entero vibraba descontrolado. Fuí donde el
mecanico y me dijo que las llantas del carro estaban fuera de balance, que esa vibración se
pondría peor y que las llantas terminarian arruinadas a menos que fueran balanceadas lo mas
pronto posible.
Asi como las llantas desbalanceadas en el carro, se puede encontrar la vida personal del
cristiano o de la iglesia cuando no se toma en cuenta los efectos de la vibración que indican el
comienzo de la ruina espiritual y desgaste por causa del desbalance. El mecanico hizo el trabajo
de balance en las llantas y una vez más mi carro se sintió como nuevo.
Muchas veces cuando una parte de nuestra vida cristiana se va fuera de balance la tendencia
es de ir de un extremo hacia el otro extremo. Esto lo que hace es agravar el problema de
desbalance. Hay muchos ejemplos de esto.
La ley y la gracia necesitan estar en balance. Algunos reaccionan a un legalismo formal
ignorando compltamente lo que dijo Jesús en Mateo 5:17, “No penséis que he venido para
abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.” La fe y las obras
necesitan estar en balance. A algunos les encanta leer la epístola a los Romanos solamente
(que contiene verdades vitales) pero actúan como si la epístola de Santiago nunca dijera que, “la
fe sin obras es muerta” (Santiago 2;26).
El fruto del Espíritu y los dones del Espíritu necesitan estar en balance. Algunos se separan
completamente de los dones del Espíritu porque ellos dicen que han visto alguna falta del fruto
del Espíritu envuelta en algunos de los dones del Espíritu. Ciertamente los dones del Espíritu no
deben ser enfatizados sobre el fruto del Espíritu. Todos los que descuidan el fruto y exaltan los
dones corren el riesgo del fanatismo y posible heregía. Los dos deben ser balanceados en la
vida cristiana. Dios no estableció Su iglesia simplemente para que sea buena, aunque esto es
primario y absolutamente esencial, pero la estableció también para que haga lo bueno. A través
del fruto del Espíritu nosotros enseñamos Su naturaleza -Su amor, gozo, paz, longanimidad,-
La Senda Antigua – Iglesia Pentecostal
P.O. Box 8169
Glendale, Arizona, 85312
(623) 776-7917
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pero nosotros todavía tenemos que hacer Su trabajo. La iglesia será el cuerpo de Cristo
solamente si hace ambos, vivir la vida y hacer el trabajo de Jesús.
Otras areas de nuestra vida también necesitan balance. Algunas veces en nuestro esfuerzo de
estar correctos, hacemos lo incorrecto. El siguiente comentario de A. W. Tozer explica esto muy
bién:
En nuestra determinación de ser rectos nos convertimos en imprudentes. Valentía y
sumición son cualidades compatibles; ambas son encontradas en Cristo en perfecta
proporción y ambas muestran su belleza en los conflictos que tuvo con Sus enemigos.
En nuestro deseo de ser francos nos hacemos rudos. Sinceridad sin rudeza fue siempre
encontrada en la humanidad de Cristo Jesús. El cristiano que pretende que llamarle
siempre a lo negro, negro es como si terminara llamandole a todo lo que ve negro.
En nuestro esfuerzo de ser vigilantes nos convertimos en una persona que sospecha de
todo. Porque tenemos muchos adversarios, la tentación que le viene al que sospecha
de todo es ver enemigos hasta donde no existen. Porque nosotros estamos en conflicto
con el error, tendemos a desarrollar un espíritu de hostilidad hacia cualquiera que no
esta de acuerdo con nosotros en cualquier cosa. A Satanás le importa poco si es que
vamos tras una falsa doctrina o meramente nos convertimos en amargados. Cualquiera
que sea el caso el gana.
Hemos tocado solamento algunas areas de desbalance. ¿Cómo podemos corregir esto?
Nosotros somos instruidos a conocer el cosejo completo de Dios. Nosotros podemos leer la
Biblia entera para descubrir una vida cristiana mucho más balanceada. Nosotros debemos
matener continuamente la vida de Jesucristo frente a nosotros: “puestos los ojos en Jesús, el
autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de El sufrió la cruz,
menospreciando el oprovio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” Entonces podremos
reexaminar la vida de la iglesia primiliva para que no nos conformemos con el “statous qou” de
hoy.
Alguien ha sugerido otra bienaventuranza para nuestro tiempo “Bienaventurado los
balanceados, porque ellos nunca caeran al lado profundo.”

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LOS MORMONES SON CRISTIANOS?


¿Los Mormones Son Cristianos?

Por Ministerio Iglesia Apostólica Internacional
Cerro Navia – Santiago de Chile

José Smith (1805 - 1844), el fundador de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, sostuvo que estando en un bosque cercano a su casa, tuvo una visión donde se le aparecieron dos personajes divinos, uno de los cuales era Jesucristo, y que a partir de esa visión se le dieron revelaciones relacionadas con la restauración de la Iglesia de Jesucristo sobre la tierra. 

¿Es cristiano el mormonismo? Ésta tal vez parece ser una pregunta enigmática para muchos mormones al igual que para algunos cristianos. Los mormones dirán que son evangélicos y que incluyen la Biblia en la lista de los cuatro libros que reconocen como Las Escrituras. Explicarán que su creencia en Jesucristo forma parte central de su fe, y que está indicado por su nombre oficial: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Además, muchos cristianos han escuchado al coro del Tabernáculo Mormón cantar himnos cristianos, y han quedado impresionados con la dedicación de los mormones en cuanto a reglas morales y su estructura familiar fortalecida ¿No sigue que el mormonismo es una religión cristiana evangélica?

Para contestar esta pregunta de una manera correcta e imparcial, tendremos que comparar cuidadosamente las doctrinas principales del mormonismo con las doctrinas principales del cristianismo evangélico y bíblico. Nuestra representación de la posición mormona proviene de las escrituras y obras doctrinales publicadas por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Las obras citadas incluyen: Principios del Evangelio (edición de 1998), Cómo Lograr un Matrimonio Celestial (1992), Enseñanzas del Profeta Smith (1982), Artículos de Fe (1980), y Doctrina de Salvación, tres tomos (1979). Hagamos ahora esta comparación en diez áreas fundamentales de doctrina.

1.- La Biblia enseña que hay un solo Dios vivo y verdadero, y que aparte de Él no hay otros dioses (Deuteronomio 6:4; Isaías 43:10-11, 44:6-8, 45:21-22, 46:9, Marcos 12:29-34).

En contraste, La Iglesia Mormona enseña que hay múltiples dioses (La Perla de Gran Precio – El Libro de Abraham 4:3) y que nosotros, como seres humanos, podemos llegar a ser dioses y diosas en el Reino Celestial (Cómo Lograr un Matrimonio Celestial, pág. 130). Enseña también que los que se convertirán en dioses tendrán hijos espirituales quienes adorarán y orarán a ellos, así como nosotros adoramos a nuestro Padre Celestial (Principios del Evangelio, págs. 9, 11, 283).

2.- La Biblia enseña que Dios es Espíritu (Juan 4:24, 1. Timoteo 6:15-16), que no es un hombre (Números 23:19, Oseas 11:9, Romanos 1:22-23), y que siempre (eternamente) ha existido como Dios Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente (Salmo 90:2, 139:7-10, Jeremías 23:24, Malaquías 3:6, Apocalipsis 19:6).

En contraste, La Iglesia Mormona enseña que Dios el Padre fue un hombre como uno de nosotros, y que Él progresó hasta llegar a ser un dios, y tiene un cuerpo de carne y hueso (Doctrinas y Convenios 130:22). José Smith dijo: “Dios una vez fue como nosotros; ahora es un hombre glorificado y está sentado sobre su trono allá en los cielos” (Enseñanzas del Profeta Smith, Pág. 247; Principios del Evangelio, Pág. 6). Además La Iglesia Mormona enseña que Dios tiene un padre y un abuelo, y así hasta lo infinito (Enseñanza del Profeta Smith, pág. 464).

3.- La Biblia enseña que Jesús es el mismo Dios del Antiguo Testamento que se manifestó en un velo de carne (Juan 1:1, 1:14, 10:30, Colosenses 2:9). Al manifestarse en carne en el tiempo indicado, se despojó a sí mismo (Filipenses 2:5-11) y fue hecho semejante a los hombres para lograr nuestra salvación. Su encarnación se hizo realidad cuando un ser humano puro y perfecto (el Hijo de Dios) fue concebido sobrenaturalmente por obra del Espíritu Santo, y nació de la virgen María (Mateo 1:28-23, Lucas 1:34-35).

En contraste, La Iglesia Mormona enseña que Jesucristo es nuestro hermano mayor, y que progresó hasta llegar a ser un dios. Él fue procreado en espíritu por medio del Padre Celestial y una madre celestial, y fue concebido físicamente por el Padre Celestial y la virgen María (Cómo Lograr un Matrimonio Celestial, pág. 129, Principios del Evangelio, págs. 9, 53). La doctrina mormona afirma que Jesús y Satanás son hermanos (Principios del Evangelio, págs. 15-16).

4.- La Biblia enseña que el Espíritu Santo es el Dios Único y es Omnipresente (Salmo 139:7-10, Hechos 5:3-4). "El título Espíritu Santo, se refiere a Dios como un ser espiritual y en actividad. Describe el carácter fundamental de la naturaleza de Dios. La palabra Santo hace referencia a sus atributos morales, mientras que la palabra Espíritu hace referencia a la naturaleza de Dios. El Título se usa particularmente para referirse a que Dios puede obrar entre los hombres porque Él es un Espíritu, así el tiene la capacidad de ungir, de regenerar, llenar y santificar a la humanidad. (Vea Génesis 1:1-2; Hechos 1:5-8)" [1]

En contraste, La Iglesia Mormona enseña que el Espíritu Santo es un espíritu con la forma de un hombre. El Espíritu Santo tiene forma y dimensiones. Él no llena la inmensidad del espacio y no puede estar presente en todas partes al mismo tiempo, personalmente. Sólo su poder se manifiesta en todo lugar al mismo tiempo (Doctrina de Salvación, Tomo I, Págs. 36-38, Principios del Evangelio, pág. 34).

5.- La Biblia enseña que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son referencias a títulos, roles o manifestaciones de Dios. Además los roles u oficios de Dios no se limitan a estos tres. Dios también es el Omnipotente, el Sanador, el Salvador, etc., y estos roles no hacen tantas personas divinas como títulos tenga el único Dios. "Dios es Padre por ser el Origen y Creador de todo cuanto existe (Isaías 64:8, Apocalipsis 4:11), y por ser nuestro Sustentador y Cuidador (1. Crónicas 29:10, Isaías 63:16, Santiago 1:17)... El título Hijo se refiere a la manifestación de Dios en carne como el ser humano perfecto (Efesios 4:13), el Cristo (Mateo 1:16), el Mesías (Juan 1:41) o el segundo Adán (1. Corintios 15:45-49). Dios sólo llegó a ser el Hijo al manifestarse en carne (Hebreos 2:14)" [2] Dios es el Espíritu Santo, porque Él es Espíritu y es Santo, y por su naturaleza espiritual puede obrar en nuestras vidas.

En contraste, La Iglesia Mormona enseña que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo constituyen tres personajes distintos y tres dioses (Enseñanzas del Profeta Smith, pág. 460), y que el Hijo (de los mormones) y el Espíritu Santo (de los mormones) son ambos de la prole literal del padre celestial y una esposa celestial (Joseph Fielding McConkie, Encyclopedia of Mormonism [Enciclopedia del Mormonismo], vol. 2, pág. 649).

6.- La Biblia enseña que la caída de Adán fue un gran mal, y que por medio de dicha caída, el pecado entró al mundo, poniendo a todo hombre bajo maldición, condenación y muerte. Aunque todos los hombres nacen con una naturaleza pecaminosa, serán juzgados individualmente por los pecados que cometan (Ezequiel 18:1-20, Romanos 5:12-21).

En contraste, la Iglesia Mormona enseña que la caída fue un paso necesario para el plan de vida y causa de grandes bendiciones para toda la humanidad (Principios del Evangelio, pág. 31, Doctrina de la Salvación 1:108, Libro del Mormón 2 Nefi 2:25).

7.- La Biblia enseña que el propósito principal de la expiación de Jesucristo es proveer la solución al problema del pecado que trae muerte a cada hombre. Tomando los pecados personales de todos los hombres –pasados, presentes y futuros- en su cuerpo en la cruz (1. Pedro 2:24). El Señor Jesucristo, como el Cordero de Dios sin mancha, cumplió cabalmente con las demandas de justicia divina en cuanto a nuestros pecados. De esta manera podemos ser perdonados y restaurados a la comunión con Dios (2. Corintios 5:21).

En contraste, La Iglesia Mormona enseña que por la expiación de Jesucristo todos los hombres son redimidos de la muerte física y de la tumba, sin importar que una persona reciba o no a Cristo por la fe (Doctrina de Salvación 1:118). La muerte de Jesús solamente garantiza que todo hombre resucitará, y la obra redentora de Cristo no es suficiente en sí misma para dar la vida eterna. La Iglesia Mormona enseña que para obtener vida eterna, tenemos que añadir nuestras buenas obras (Principios del Evangelio, págs. 68, 346-347; Artículos de Fe, págs. 92, 95-98).

8.- La Biblia enseña que somos salvos solamente por gracia y esto es completamente aparte de cualquier obra (Efesios 2:8-9). Los Diez Mandamientos fueron dados para que el hombre se diese cuenta de su incapacidad total de satisfacer las demandas de un Dios Justo (Romanos 3:20, 5:20, 1:7-8, Gálatas 3:19). Los sacrificios del Antiguo Testamento fueron dados como símbolo de la provisión del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29, Hebreos 9:11-14, 10:1-14). No podemos contribuir nada a nuestra salvación, porque aparte de Cristo, estamos espiritualmente muertos en nuestros pecados (Efesios 2:1-5). Un resultado de la salvación, es que Dios nos da un corazón nuevo que desea obedecer sus leyes. La salvación no es por las buenas obras, sino que una fe que salva produce buenas obras. Sin la evidencia de una vida cambiada, un testimonio de fe en Jesucristo es puesto en duda. Ser salvo por la gracia de Dios, no significa que podamos vivir como queramos (Romanos 6).

En contraste, La Iglesia Mormona enseña que las obras son necesarias para obtener suma salvación (lo que ellos llaman exaltación). Para poder morar en la presencia de Dios, hay que obedecer todas las leyes y ordenanzas de La Iglesia Mormona. Esto es porque “la expiación de Cristo hace posible que seamos salvados de nuestros pecados si hacemos nuestra parte” (Principios del Evangelio, págs. 68, 284-285; Tercer Artículo de Fe en la Perla de Gran Precio; Libro del Mormón 2 Nefi 25:23).

9.- La Biblia enseña que ella es la única, final e infalible Palabra de Dios (2. Timoteo 3:16, Hebreos 1:1-2, 2. Pedro 1:20-21) y que permanecerá para siempre (1. Pedro 1:23-25). Vemos la mano de Dios en la preservación providencial del texto de la Biblia, cosa que fue confirmada de una manera maravillosa por el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto.

En contraste, La Iglesia Mormona enseña que se han perdido muchas verdades de la Biblia, que la Biblia es corrupta y no contiene la plenitud del evangelio (Enseñanza del Profeta Smith págs. 4-5, 404; Libro del Mormón 1 Nefi 13:26-29).

10.- La Biblia enseña que la Iglesia Verdadera fue establecida por Jesús con su divino poder, y por esto la Iglesia del Nombre de Jesús nunca pudo dejar de existir en alguna parte de la historia desde su fundación en Jerusalén el día de pentecostés en que nació la Iglesia (Mateo 16:18, Juan 17:11, 1. Corintios 3:11, Hechos 2). Los cristianos admiten que ha habido corrupción en la iglesia de vez en cuando, pero creen que siempre a existido un remanente de personas quienes han guardado los principios del evangelio.

En contraste, La Iglesia Mormona enseña que hubo una gran y total apostasía en la iglesia establecida por Jesucristo. Este estado de apostasía continúa hasta hoy excepto entre aquellos que han llegado a un conocimiento del evangelio restaurado por La Iglesia Mormona (Doctrina de Salvación, págs. 3:249-273; Principios del Evangelio, pág. 97).

Conclusión: Los puntos doctrinales anteriormente expuestos, constituyen el evangelio comúnmente creído por todos los cristianos a través de las edades, sin importar denominación alguna. Este es distinto a otras religiones, como el mormonismo, que mientras pretenden ser cristianos en sus creencias y prácticas, dan más autoridad a otras escrituras que a la Biblia, enseñan doctrinas que contradicen la Biblia y tienen creencias que nunca fueron enseñadas por Jesucristo.

La mayoría de estas sectas se han originado en los últimos 200 años (La Ciencia Cristiana, los Testigos de Jehová, los Mormones, etc.), y sí representan una apostasía. Los mormones y los cristianos tienen en común puntos importantes bíblicos, igual que muchos conceptos morales. Sin embargo, los puntos ya mencionados son algunos ejemplos de las múltiples diferencias fundamentales e irreconciliables entre el cristianismo bíblico y el mormonismo. Aunque estas diferencias no nos prohíben que seamos amigos de los mormones, no podremos considerarlos hermanos en Cristo.

La Biblia nos advierte que vendrán falsos profetas quienes predicarán otro evangelio, con otro Jesús, atestados por otro espíritu (2. Corintios 11:4, 11:13-15, Gálatas 1:6-9). La Iglesia Mormona dice que su Libro del Mormón es Otro Testamento de Jesucristo. Creemos que en realidad es más bien, un testamento de otro Jesús, y que el mormonismo no es cristiano.

Notas:

[1] Julio César Clavijo Sierra. Unicidad de Dios.
http://unicodios.blogspot.com/2008/05/unicidad-de-dios.html
[2] Ídem

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